
Especial sobre el Amazonas

Por mario arias gómez.

L
a cuenca del Amazonas -santuario de la biodiversidad, único en el mundo-, es el bosque tropical y pulmón más grande del planeta, que abarca 7,4 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales, 2,1 millones, son zonas protegidas. Cubre casi el 40 % de América Latina y se extiende por nueve países: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Alrededor del 60 % está en Brasil. Una cuarta parte de las especies de la Tierra se encuentran allí, es decir, 30.000 tipos de plantas, 2.500 especies de peces, 1.500 de aves, 500 de mamíferos, 550 de reptiles y 2,5 millones de insectos, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Además es rica en recursos minerales como oro, cobre, tantalio, mineral de hierro, níquel y manganeso.
Tesoro ecológico amenazado por la creciente deforestación y los incendios forestales. La Amazonía contiene un tercio de los bosques primarios del mundo y, a través del río Amazonas y afluentes-el más grande y más largo del mundo, con una extensión de hasta 6.900 kilómetros-. Su humedad propicia la lluvia invernal en partes de la cuenca del Plata, especialmente en el sur de Paraguay, sur de Brasil, Uruguay y el centro este de Argentina. El 70 % de recursos hídricos del Río de la Plata, depende de la selva amazónica, según la Universidad de Tecnología Delft, en Holanda. No es casualidad que esta región se constituye como la cuenca fluvial más grande del mundo y contiene entre el 15 y 20 % del agua dulce no congelada de la Tierra. La biodiversidad es tan impresionante en este ecosistema, que allí se descubre una nueva especie cada tres días, en promedio, según una investigación del Fondo Mundial para la Naturaleza. En total, alberga unas 6.000 especies animales y 40.000 de plantas.
Incendio que ya ha quemado más de 500 mil hectáreas de bosques, cultivos y pastizales, y amenaza a cientos de especies animales, generando además contaminación por monóxido de carbono en zonas colindantes.
La Amazonía ha estado habitada durante al menos 11.000 años y hoy cuenta con 34 millones de personas, de las cuales, dos tercios viven en ciudades. Casi tres millones son indios que integran unas 420 tribus diferentes, de las cuales alrededor de 60 viven en total aislamiento, según la OTCA. Los indios del Amazonas hablan 86 lenguas y 650 dialectos. Así lo informó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Según el WWF, casi el 20% de la selva amazónica ha desaparecido en el último medio siglo, tasa de deforestación que desde que el presidente brasileño Jair Bolsonaro asumió el poder, se ha acelerado, la cual, medida en julio, aumento el 278 % (cuatro veces mayor) respecto al año anterior, según el sistema satelital conocido como DETER, utilizado por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), que rastrea la tala de la selva tropical, lo que representa alrededor de 2.254 km2 de la selva desaparecida.
Las cifras del INPE muestran que se registraron cerca de 73.000 incendios forestales en Brasil, entre enero y agosto, la cifra más alta en cualquier año desde 2013, si se compara con los 39.759 registrados en todo 2018.
«Hace 20 años la selva amazónica era consideraba un sumidero de carbono, reteniendo media tonelada de carbono por hectárea cada año. Hoy, según los científicos, la absorción es cercana a cero», alertó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovaciones y Comunicaciones (MCTIC) de Brasil.
Lo cual ha provocado “plantones” de organizaciones ambientales y activistas, convocadas por la ONG Organización Juventudes por el Clima, frente de legaciones diplomáticas brasileras alrededor del mundo; siniestros forestales que tienen preocupandos a millones de personas, ya que las consecuencias de la emergencia perjudican al pulmón del planeta.

“La Amazonía arde a una velocidad récord y no podemos quedarnos callados ante tal destrucción ecológica sin precedentes, que es producto de las políticas de desprotección de bosques y el extractivismo del Gobierno».

Ante las presiones de Europa y su población, el Presidente dejó de darle la espalda a los incendios, al ordenar a las Fuerzas Armadas combatirlos, las cuales participarán en “acciones preventivas y represivas contra delitos ambientales” y el “combate a los focos de incendios” iniciados hace 21 días.
La más dura crítica -hasta ahora- la hizo el presidente francés Emmanuel Macron (en la foto a la Izq.), quien aseguró que Bolsonaro “mintió”, sobre sus compromisos con la protección del medioambiente, amenazando con vetar el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Mercosur, si Brasil no garantiza el cuidado de la Amazonía.
Respaldado por la canciller alemana Ángela Merkel, anunció que llevaría -lo que considera como una «crisis internacional»- a la mesa de los unificadamente conmocionados líderes del G7, -a excepción del mandatario estadounidense Donald Trump- reunidos desde ayer en Biarritz, atribulados por la tragedia ambiental que exige del gobierno Bolsonaro, tomar medidas -a la brevedad- que enfrenten la grave situación que afecta al mundo entero, mandatario que corrió a replicar a Macron, al señalarlo de estar movido por una “mentalidad colonial”. Agregó: en elamento que busque instrumentalizar un asunto interno de Brasil y de los otros países amazónicos, para obtener beneficios políticos personales”, en el «deseo de potenciar el odio contra Brasil, por mera vanidad”.
De hecho, el incendio forestal se ha convertido en uno de los desastres naturales más alarmantes de los últimos años. Fenómeno ecológico, que nace y muere en los bosques y los campos, clasificado como un peligro de primera mano por la velocidad con la que puede expandirse. El humo se encuentra ya en Buenos Aires, transportado por los fuertes vientos, combinado con los de Bolivia, Paraguay y norte de Argentina, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) de Argentina.

En Bolivia, el avión Boeing 747/400 Supertanker, cisterna contraincendios estadounidense, inició sus labores para apagar los incendios forestales en la localidad de Santa Cruz.
25/08/2019



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