Por Rafael Rodríguez-Jaraba*
Siempre he considerado que, por encima de nuestras creencias, convicciones y diferencias, bien sean, políticas, ideológicas, económicas, culturales o raciales, los colombianos debemos estar unidos por el sentimiento invisible pero indestructible de la nacionalidad, el que debe prevalecer e integrarnos en una fraternidad solidaria e inquebrantable, no solo en la alegría o la tristeza, sino de manera permanente y en especial, ante cualquier amenaza de destrucción de nuestro Estado de Derecho y su Democracia o, de fractura y fragmentación de nuestra sociedad.
Por eso consideré pertinente en mi columna de hoy, transcribir la declaración de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, máximo foro jurídico de la Nación y órgano consultivo del Estado colombiano de la que me honro hacer parte, sobre la situación de confrontación que vive el país y, más que eso, invitar a su atenta lectura y detenida reflexión.
DECLARACIÓN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE JURISPRUDENCIA
La Academia Colombiana de Jurisprudencia insiste en su llamamiento a un diálogo creador.
Hace un año, el 11 de junio de 2022, los miembros de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, expresaron a la comunidad jurídica y al país su preocupación por el desbordamiento en el lenguaje y las provocaciones suscitadas en medio de la campaña presidencial, cuyas características repugnaban a todas las formas de civilización política.
Hoy el desasosiego es mayor, porque los niveles de irracionalidad y confrontación se han profundizado. Esta Corporación hace un nuevo llamado a los ciudadanos de todos los sectores políticos, sociales, económicos y culturales para rescatar la cordura y manejar bien las inmensas ventajas de una sociedad plural, haciendo aproximaciones desde la diferencia. No tiene sentido profundizar las distancias y fracturar los lazos que nos unen, sobre todo, cuando vivimos una problemática tan aguda como la que afecta a nuestra sociedad colombiana.
La Academia Colombiana de Jurisprudencia ha reiterado en sus trabajos internos y en sus declaraciones públicas que, así como las sociedades necesitan acuerdos para hacerse, también los necesitan para no deshacerse. Las sociedades se hacen cuando miran hacia el porvenir con sentido constructivo. Se deshacen cuando miran al pasado y deciden privilegiar la confrontación sobre el entendimiento.
La democracia ya no es una lucha de ideologías sino una coincidencia de diálogos que es necesario enriquecer todos los días, para garantizar la concordia en la diversidad. Esa es la base de la democracia constitucional que legitima al Estado de Derecho. Una y otro están por encima de las propuestas que puedan perturbar el ejercicio político en el país.
Colombia necesita hacer efectivo el equilibrio entre la libertad y el orden de su lema patrio, porque el exceso de aquella degenera en anarquía y el de éste degenera en despotismo. Pero tal equilibrio solo es posible si se privilegian el derecho sobre las vías de hecho, el discernimiento sobre la temeridad, el diálogo con el otro sobre la conversación de cada quien consigo mismo.
Más allá de sus fallas, las instituciones colombianas han garantizado una estabilidad republicana que logró hacer de su democracia, la más estable de la región. Los titulares de cada una de las ramas del poder público y de los organismos autónomos, de los partidos políticos y de las organizaciones sociales, de los medios de comunicación y de las redes virtuales, son responsables de que el país no pierda la ruta que le permita superar sus conflictos a base de una relación civilizada.
Si se asume la política como sustituto de la guerra y el derecho como garantía de sana convivencia, es fácil entender que la democracia se tramita a partir de disensos, pero la gobernanza solo se gestiona en función de construir consensos. La gobernanza es un problema de todos. Esta ha de ser también la consigna de la sociedad civil, para que ejerza su función ciudadana y emplee su fuerza moral en contribuir a que el país supere la polarización y le apueste a la armonía social.
La presente declaración fue aprobada en la sesión plenaria por la corporación el día 26 junio de 2023, en la ciudad de Bogotá.
Firmada por, Augusto Trujillo Muñoz, Presidente; Juan Rafael Bravo Arteaga, Primer Vicepresidente; Saúl Sotomonte Sotomonte, Segundo Vicepresidente; José Celestino Hernandez Rueda, Secretario General; y, los académicos Cesáreo Rocha Ochoa, Hernán Fabio López Blanco, Lucy Cruz de Quiñones, Margarita Mena de Quevedo, Alfonso Gomez Méndez, Juan Camilo Restrepo Salazar, Alberto Rojas Ríos, Mauricio Plazas Vega, Sandra Morelli Rico, Laura García Matamoros, Carlos Orjuela Góngora, Ernesto Cavelier Gaviria, Carlos Ariel Sánchez Torres, Alfredo Lewin Figueroa, Jorge Gaviria Liévano, Fernando Arboleda Ripoll, Álvaro Orlando Pérez Pinzón, Juan Pablo Cárdenas Mejia, German Valdés Sánchez, Rodrigo Puyo Vasco, William Zambrano Cetina, Sergio Muñoz Laverde, Carlos Fradique-Méndez, Luis Augusto Cangrejo Cobos, Álvaro Barrero Buitrago, Gonzalo Suarez Beltrán, Eurípides de Jesús Cuevas, Consuelo Acuña Traslaviña, Hernando Roa Suárez, Martha Lucia Becerra, Hernán Alejandro Olano García, José Fernando Mestre Ordoñez, Rafael Forero Contreras, Manuel Alberto Restrepo Medina, Gustavo Gnecco Mendoza, Jose Antonio Molina Torres, Ricardo Abello Galvis, Claudia Dangond Gibsone, Gilberto Alvarez Ramírez, Yadira Alarcón Palacio, Jairo Rivera Sierra, Ever Leonel Ariza Marín, Marco Tulio Calderón, Jinyola Blanco Rodríguez, Miguel Alberto Pérez García, Ramón Pacheco Sánchez, Saul Flórez Enciso, Carolina Becerra Herrera, Darío Encinales Arana, Débora Luz Guerra, Iván Vila Casado, Ruth Yamile Salcedo Younes, Nohora Chavarro de Solanilla, Hernán Darío Mejía, Hernán Gómez Gutiérrez, Jaime Humberto Tobar, Rafael Rodríguez-Jaraba, Jesús Arturo Gálvez Valega, Luis Andrade Ríos, Luis Eduardo Botero, Álvaro Isaza Upegui, Juan Alberto Pabón Arrieta. Carlos Alberto Paz Russi Jason, Alexander Andrade Castro, Ulises Fernández Rojas, Lola del Río de Van Leenden y Aníbal Aragón Mora”.
P.D. SE SILENCIÓ OTRA VOZ DE LA LIBERTAD.
Cómo lamento la partida de Carlos Alberto Montaner, aguda y profunda pluma crítica de la criminal dictadura cubana. Sus esclarecidas ideas y rigurosas letras, sirvieron de faro orientador para una comunidad latinoamericana, confundida y desorientada por las falsas prédicas de la plaga de populistas comunistas que asolan la región. Su partida deja un hondo vacío en el pensamiento y las letras del hemisferio. Honor a su vida y Paz en su tumba.
*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Profesor Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.