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Por Jesús Mejía Villegas.

A las FARC se les podrá criticar muchas cosas menos falta de coherencia. Muestra de ello es el titular del diario El Tiempo en el que se anuncia: “ Las FARC incursionarán en política”. No lo digo por la utilización del verbo “incursionar” que ese grupo conjuga en todos los tiempos y lugares. Era extraño que la organización que más daño le ha hecho al país no hubiera pensado antes ingresar a la política nacional. Seguramente esperaron para cerrar con  broche de oro.

Ese único recato alimentaba la esperanza de que todavía les quedaba un resquicio de compasión por sus connacionales. Pero fatalmente la congruencia que los caracteriza dio lugar a la noticia: los veremos haciendo campaña.

A diferencia de nuestros políticos tradicionales no prometerán puentes, los destruirán sin necesidad de licitaciones amañadas, para eso tienen un superministro de explosivos para infraestructura como Marcos Calarcá; multiplicarán el número de peajes y retenes en todas las carreteras del país sin que tengan que pelear por la adjudicación de costosas “concesiones viales” ni pagarle sueldo a Romaña, que ahora integrará la Comisión de Presupuesto  — ¡ahí sí que les hago la verdadera pesca milagrosa!— dicen que masculló con la boina calada hasta las cejas.

Ahora como estadistas distribuirán “a chorros” entre la población vulnerable los recursos mineros a los que los pobres nunca habían tenido acceso. Y no son promesas: los pueblos del pacífico reciben desde hace días petróleo por  grifos de cocinas y baños. Bueno, hay que ser justos, en el pasado también les habían llovido cilindros de gas. Allá nadie se podrá quejar por escasez de combustible, ni tendrán ya que madrugar a pescar, pues tampoco habrá qué pescar. Se “combatirá” a toda costa  la deserción de los escolares, pero obviamente de sus  filas.

Dicen que muchos de nuestros padres de la patria ya tiemblan de solo pensar que pueden perder su clientela electoral: ahora en la plaza pública alguien logrará superar su capacidad de engaño. Algunos políticos como Angelino, Roy Barreras, Alfredo Rangel y Armando Benedetti tendrán que refinar su look para que no sean confundidos por los electores con los integrantes del nuevo partido de las FARC, aunque existe la posibilidad de que la agudeza popular, la malicia indígena, reconozca un tris de mayor “clase” en los subversivos. Seguramente en los tarjetones muchos tacharán la foto de Claudia Morales convencidos de que votaron por  Pablo Catatumbo recién peluqueado. Con un buen baño, unos kilos de más y otras gafas, Iván Cepeda podrá suplantar y superar  –sobretodo ideológicamente–   a Iván Márquez durante sus obligados desplazamientos a la selva donde acudirá para no descuidar las otras formas de lucha.

Al ser preguntado sobre el cambio que se viene, el senador Gerlein, primero que todo se despertó, y enseguida se refirió a la posibilidad de  realizar alianzas con este nuevo “Frente” político diciendo: “Los ochenta años que llevo en el Congreso, me han enseñado que en política, mi amigo, a diferencia de lo que debe ocurrir con el amor, todo cabe: incluidas las alianzas excrementales; por eso estoy seguro que los nuevos colegas encontrarán en la ídem atmósfera del congreso una señal de hospitalidad, se moverán como peces en el agua”.

Horacio Serpa, por el contrario, respondió con  su voz de vibrato -”falsete” le iría más a tono con su comportamiento: “El liberalismo vería como una afrenta  que algún día la foto o pintura enmarcada de Timochenko se cuelgue al lado de la de Alberto Santofimio en la galería de presidentes del congreso”. Sin embargo se mostró reacio (más bien: retrechero, como dijera su antiguo cómplice) ante la pregunta del periodista que  le insistió infructuosamente: ¿Pero la afrenta es para quién? Uribe que acababa de echarse su Paloma, también reconoció mientras se sacudía los zamarros: “Como muestra de mi característico  espíritu conciliador debo reconocer que mirados con detenimiento los integrantes del nuevo bando político, en el fondo, pero bien en el fondo de sus FARCófagos, también podrían lucir como unos buenos muchachos”.

Ante la sorpresa general por el reingreso de la senadora del turbante, Teodora vociferaba: “cuando yo nací no habían repartido el miedo, además la inhabilitada era Piedad, yo no”.

La secta de María Luisa Piraquive  solo se mostró reticente con la llegada de Jesús Santrich, del que dijo su vocero: “aunque él siempre creyó que nos engañaba haciéndose el que leía  los comunicados de las FARC con esas gafas de Teflón, para nosotros es un discapacitado, y como sabiamente lo dispuso nuestra Maestra, si no es apto para el púlpito tampoco para hacer de la tribuna parlamentaria la trinchera de sus de sus discursos”. Navarro que escuchaba sentado, estiró su pierna y sonrió.

Los únicos que mostraron verdadera preocupación con el ingreso de los nuevos integrantes del cuerpo legislativo fueron Ñoño Elias, Musa Besaile y Sammy Mereg que dijeron casi al unísono: “Mielda ahora sí se metieron los bandidos!”.

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