Por Santiago Archila Correa.
Existen algunos que no hacen bien la tarea del momento por pensar en el futuro. Fue alguna vez el expresidente Darío Echandía quien diría que los alcaldes no hacen su labor por pensar en la gobernación y que los gobernadores no hacen su labor por pensar en la presidencia. Aquella frase acompañada de su retórica pregunta, ¿“el poder para qué?”, no podrían describir mejor lo que vive la capital colombiana el día de hoy. Tras más de cien días de gobierno la Alcaldía de Claudia López parece no avanzar, sino estar atorada en un eterno conflicto entre la alcaldesa y el gobierno nacional. Claro está que la pandemia ha retardado los planes y agendas programadas en enero del 2020 tras su posesión. Por otro lado, son muchos los bogotanos que sienten que Claudia ha dejado la administración de la ciudad a un lado, para buscar protagonismo, según algunos para las elecciones presidenciales del 2022.
En sus primeros seis meses de gobierno ya han sido varios los fuertes roces entre la mandataria local y varios de los altos funcionarios del Gobierno nacional, incluyendo al presidente Iván Duque. Los puntos más altos de estos enfrentamientos se dieron el pasado 30 de junio cuando dijo la alcaldesa «A Bogotá el Gobierno le quita recursos y le niega ventiladores” seguido de varias acusaciones que en resumen culparían a la administración Duque por la falta de ayudas para la pandemia. Pero el tope fue iniciando la semana siguiente, cuando luego de la entrega de 305 ventiladores para las UCIs de la ciudad, declaró que 206 no servían por “fallas en el software”. Cuando en realidad en palabras de su propio Secretario de Salud, Alejandro Gómez, conjunto a Luis Guillermo Plata, gerente para la atención del CoVID-19, y el Ministro de Salud, Fernando Ruiz, era un asunto de calibración en 26 equipos debido a la altura capitalina. Igual ayer, viernes, en la mañana luego de que el Ministerio de Salud le autorizará el regreso a cuarentena estricta en Bogotá por zonas y de manera progresiva, la reunión termino en elogios públicos entre López y Ruiz, porque ya saben, la política es dinámica.
Pero ¿a Bogotá le conviene un dirigente así? La alcaldesa ha demostrado no controlar muy bien su temperamento, lo que la lleva a lanzar juicios prematuros y culpas a diestra y siniestra, con temple y tenacidad. Sucesos como los gritos de “¡¿quién está tomando esos datos?!”, “¡acérquese mi hermano para que los escuchemos mejor” o arrebatarle el micrófono a un General en plena rueda de prensa, lo hacen cada vez más evidente. La alcaldía es un cargo estresante y es comprensible, pero como hace unos meses le dijo en una de sus columnas José Manuel Acevedo, Claudia debe aprender a contar hasta diez para llevar su gestión con mas serenidad. Sus declaraciones explosivas y cifras infladas muchas veces desinforman y confunden a la ciudadanía.
El suceso de los ventiladores no es la primera vez en que una cifra exagerada por la alcaldesa ha causado controversia. Recordemos en plena entrevista, con Noticias Caracol, aseguró haber entregado 1.7 millones de mercados cuando la cifra real era de 54.770, datos publicados en su propia cuenta de Twitter momentos después. También estaban las 4.000 UCIs prometidas para el mes de julio, luego reducidas a 2.200 pero que hasta la fecha suman un total de 1455 y una ocupación del 93.2%. Es muy fácil salir a arrojar discernimientos al Gobierno Nacional cuando no se miran las cifras de la ciudad. Culpa al Gobierno por no entregarles ventiladores y dice está es la razón por la cual no se ha llegado a la meta prometida, pero analizando vemos que más del 85% de las nuevas UCIs en Bogotá han sido aportadas por el mismo Gobierno y el sector privado, el cual la alcaldesa también ataco por su “poca colaboración”. La Alcaldía Mayor hasta la fecha sólo ha comprado por acción propia 140 ventiladores, 73 entregados y el resto en espera, en porcentaje el aumento más bajo, a comparación de las alcaldías de otras ciudades principales como Medellín, Barranquilla y Cali.
Varios concejales, empezando por su presidente Carlos Fernando Galán y otros como Andrés Forero y Jorge Colmenares han sido de los críticos más duros en contra de la actual administración en la capital. Aseguran que se ha dedicado culpabilizar a otros por los problemas que atraviesa la ciudad y celebrar a pecho propio los aciertos. Pero más preocupantes denuncian que ni ella, ni su equipo de gobierno distrital, responden las preguntas frente a sospechas en contrataciones a dedo en ayudas para la situación sanitaria o para el recién aprobado plan de desarrollo. Así mismo llegan también inconformismos de Juntas de Acción Comunal, como la de Usaquén, debido a que en sus primeras reuniones con Claudia López, al igual que en campaña, les aseguró su ayuda para la construcción Unidad de Reacción Inmediata (URI), urgente para enfrentar la crisis de seguridad actual además de esfuerzos para fortalecer los frentes de seguridad y demás acciones conforme a este tema. Los ediles sostienen que desde el 23 de enero exaltan su preocupación por la ausencia de una URI en este sector de la ciudad y destacan de indispensable, pues a la fecha en la localidad se ha dado un aumento del 300% en la tasa de homicidios. Presuntamente la alcaldesa se echo para atrás con la construcción, afirmando que eran problemas causados por el Ministerio de Justicia, y hasta el momento no ha dado más detalles.
Y que no se confundan: una cosa es que se haga oposición ideológica frente a la gerencia de la alcaldesa Claudia López y otra, muy diferente, dar a relucir sus equivocaciones, contradicciones e incomprensibles formas de actuar. Parece que la alcaldesa cambia de opinión cada día según su estado de animo, y esto, es algo que no puede continuar durante tres años más de periodo. Especialmente en los futuros desafíos de la pos-pandemia en una de las capitales latinoamericanas más afectadas por la enfermedad.