Carolina Sanín es un niña bien criada en una las mejores familias colombiana, con todos los lujos y excesos, que se convirtió en escritora y luego en profesora para educar a los hijos de otras distinguidas familias, nada menos que en la prestigiosa y selecta universidad de Los Andes, ubicada en los cerros orientales del centro de Bogotá.
Sanín acaba de salir por la puerta de atrás de Los Andes, nada menos que por el mal trato que les daba a los estudiantes y por su verborrea vulgar, no digna de una educadora con sus dirigidos.
Sanín es licenciada de Filosofía y Letras de la Universidad de Los Andes y PhD en literatura española y portuguesa de la Universidad de Yale, en Estados Unidos. Fue profesora del Purchase College de la Universidad Estatal de Nueva York y de la Universidad de los Andes. También ha sido columnista de El Espectador, Semana.com, Lasillavacia y la revista Arcadia.
Con esa calidad profesional, casi que insuperable, y los cargos importantes que ha ocupado, el caso es más grave desde el punto de vista ético, pues Sanín debe dar ejemplo de pulcritud, profesionalismo y feminismo en todos los aspectos de su vida. No utilizar su grandeza para avasallar a sus educandos.
Parece que la «profesora» Sanín, con más de 11 años de experiencia, que tiene un físico de niña bonita, por dentro esconde un odio que refleja en su léxico obsceno, solo digno de personajes con cero nivel de escolaridad. Juzguen ustedes mismos los twitter pasados de tono que les mandaba a sus estudiantes con los que tuvo algunas diferencias y por los cuales fue votada fulminantemente de la famosa Universidad capitalina.