La Superstición y el Socialismo del Siglo XXI

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Ariel Peña

El expresidente  ecuatoriano Rafael Correa, en entrevistas  del mes de noviembre  del año pasado en  México,  sublimó  al socialismo del siglo XXl, como un pensamiento propio de Latinoamérica, lo que a todas luces es un exabrupto, ya que el socialismo del siglo XXl en palabras del fallecido dictador cubano Fidel Castro, pronunciadas en el 2010: “ es el mismísimo comunismo que predicó Marx”, por lo que Rafael Correa al pretender presentarlo como  algo autóctono y novedoso de América Latina, esta enormemente equivocado, ya que el socialismo del siglo XXl es una simple copia del comunismo totalitario con otra máscara, usando los viejos fetiches marxistas de la predestinación y el mesianismo, que son propios de las élites que dirigen ese bodrio, tomando de referente al materialismo histórico  y   a la inevitabilidad.

Y para engañar mejor, Correa menciona otro sofisma del socialismo del siglo XXl, como  ese del  “buen vivir”, teniendo  de ejemplos  al canto,  a Cuba con más de 60 años de dictadura comunista en la miseria total y a Venezuela con 21 años en las mismas condiciones, y de este último país, no podemos olvidar que el número de refugiados en la naciones vecinas es el más grande que ha tenido   Latinoamérica en 200 años; así que el cuento del socialismo que defiende a ultranza Rafael Correa, al que también se le denomina “científico”, es un rotundo fracaso  histórico; aunque  el expresidente ecuatoriano le hace una crítica al socialismo tradicional y reconoce el mercado como una necesidad, de todas maneras mantiene los viejos dogmas comunista y continua con las dicotomías entre capitalismo y socialismo e izquierda y derecha.

Pero  para los comunistas de diferente pelaje, lo importante es conquistar el poder a cualquier precio y sostenerlo como sea, así que Rafael Correa en sus expresiones, taxativamente busca exaltar  lo que hizo el partido comunista chino hace 43 años, cuando abandonó la economía planificada, entrando en  la economía de mercado, para conservar el poder político, sin importar la superexplotación  a que han sido sometidos los obreros de ese país asiático, pues los comunistas son enfermos por el poder. Entonces el socialismo marxista de Correa se puede mimetizar como quiera, pero no tiene nada de científico, porque se basa en las enseñanzas supersticiosas del comunismo totalitario.

La ciencia es el conocimiento exacto que se da por medio del estudio, la experimentación y la observación, cuyos resultados conducen a solucionarle problemas y dificultades a las personas o a las comunidades, por ejemplo, ello se podría demostrar con la penicilina descubierta por el británico Alexander Fleming(1881-1955) que como antibiótico combate las infecciones, o el doctor Luis Pasteur(1822-1895) quien desarrollo la vacuna antirrábica, la  que ha salvado a millones de vidas en el mundo, pero  para el caso del marxismo que ha sido una tragedia en la humanidad, y que le ha traído al género humano grandes desgracias y sufrimientos, es un aberración calificarlo  de científico.

Decir que el marxismo es científico es como asegurar que dentro de la química, el Cianuro es una vitamina que sirve para rejuvenecer; porque los males que ha hecho el engredo del comunismo totalitario, no tienen limite, ya que es responsable desde su aparición  de  millones de asesinatos, los cuales se incrementaron  con la llamada  “revolución de octubre”, que tiene 102 años y que celebran los comunistas con alborozo, siendo el comienzo del mayor  genocidio en la tierra  conocido en la historia.

Los seguidores del marxismo leninismo como cualquier secta que se respete, han dicho que es “todopoderoso” porque  es exacto, lo cual es una falacia, pues el engendro en mención usa la bestialidad como arma principal para someter  a los demás mortales. Y  Antonio Gramsci comunista italiano muerte en 1937, hizo una combinación perversa entre el maquiavelismo y el marxismo, en donde la razón desaparece, dando lugar al “todo vale” para alcanzar  la dirección del Estado, convirtiendo a las personas en simples herramientas para que la dirigencia comunista logre el poder y permanecer eternamente en el manejo del Estado, avasallando y aguijoneando a las masas.

Al ser desastrosas para la humanidad las aventuras comunistas durante sus   170 años de existencia, sería una estupidez calificar  al marxismo de científico, porque fundamentalmente dentro de las diferentes pandillas  totalitarias, se mueven los  apetitos de  personajes que están encabezando  esos movimientos y partidos, para conquistar  el poder del Estado, ignorando que la ciencia se vale de la lógica y la racionalidad, lo cual es inversamente proporcional a los caprichos de los que dirigen  el comunismo en sus diferentes presentaciones, sabiendo  que la ciencia es un estudio sistemático, ordenado y lógico.

Con el augur marxista queda demostrado que ese lastre es anticientífico, irracional y antihistorico, ya que su práctica  se ha basado en la bestialidad, en donde la razón no tiene cabida, pues  como aparato burocrático lo que le importa a sus  correligionarios es el poder, para que mediante sus infames  formas de actuar puedan dominar y degradar a los pueblos, entonces el repudio al marxismo debe de ser una consigna de la civilización, ya que la destrucción de la democracia y la libertad es el objetivo estratégico de  ese engendro, que en Colombia  se ha expresado  con  diferentes modalidades como es el caso de las narcoguerrillas de las Farc y el Eln.

Si el marxismo hubiera tenido algo de científico se había experimentado primero  con ratas y no con seres humanos, como ha sucede en países como Cuba, Venezuela y Norcorea. Destacándose que los principales dirigentes obreros que rechazaron el totalitarismo en la Primera Internacional, le vaticinaron a Marx, que la única manera para que un régimen comunista sobreviviera era envileciendo y llevando a la miseria a las masas, y ahí están los ejemplos, lo que denota que esa monstruosidad es una involución en el planeta, que está en contravía del desarrollo social y humano de las naciones.

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Ariel Peña
Ariel Peña

Columnista, Escritor. Presidente de la federación Sindical UTRECOL


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