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Los Enemigos Íntimos de la Verdad: Egocentrismo y Sociocentrismo en el Periodismo y su Séquito de Desinformación

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Por  Dr. Hector Geager
Internacionalista
La búsqueda y difusión de la verdad constituyen la piedra angular del periodismo ético. Sin embargo, esta misión noble se ve constantemente asediada por fuerzas internas poderosas: el egocentrismo y el socio-centrismo. Estas tendencias psicológicas y sociales, cuando se infiltran en la práctica periodística, se convierten en los enemigos número uno de la verdad y los mayores contribuyentes a la desinformación. Se manifiestan perniciosamente a través de sesgos, prejuicios y falacias, distorsionando la realidad para acomodarla a creencias preexistentes arraigadas en ámbitos culturales, religiosos, sociales y económicos. El resultado no es la información, sino una peligrosa propaganda que erosiona la justicia y el tejido social.
I. La Raíz del Problema: Egocentrismo y Socio-centrismo
El egocentrismo en el periodismo se manifiesta cuando la visión personal del reportero, editor o medio se convierte en el filtro absoluto a través del cual se interpreta y presenta la realidad. Es la incapacidad de trascender la propia perspectiva para comprender genuinamente otras experiencias o hechos que la contradigan. Como señala el teórico de la comunicación Denis McQuail, “la objetividad es un ideal difícil de alcanzar precisamente porque los periodistas son seres humanos con valores y antecedentes propio.” El egocentrismo activa la selección, el énfasis y el encuadre de la información para validar las creencias personales del comunicador, ignorando o minimizando lo que las desafía.
El socio-centrismo, por su parte, opera a un nivel grupal. Ocurre cuando el periodista (o el medio) prioriza y defiende acríticamente las creencias, valores e intereses del grupo al que pertenece o con el que simpatiza (ya sea político, ideológico, económico, religioso o cultural), por encima de una evaluación objetiva de los hechos. El sociocentrismo convierte al periodismo en un altavoz de la tribu, donde la lealtad al grupo prima sobre la fidelidad a la verdad. El sociólogo William G. Sumner ya identificó el “etnocentrismo” (una forma de sociocentrismo) como la tendencia a considerar el propio grupo como el centro de todo, midiendo a los demás con su vara. Este fenómeno se extrapola a cualquier grupo de pertenencia o identificación fuerte en el ámbito periodístico.
II. Los Séquitos de la Distorsión: Sesgos, Prejuicios y Falacias
Estas dos fuerzas actúan principalmente a través de tres mecanismos interrelacionados que distorsionan la realidad:
1. Sesgos (Biases): Son inclinaciones sistemáticas en el procesamiento de la información. El egocentrismo y socio-centrismo generan sesgos como:
* El Sesgo de Confirmación: Buscar, interpretar y recordar información que confirma las creencias propias o del grupo, ignorando o desacreditando evidencia contraria. Ejemplo: Un periodista con fuertes convicciones políticas sobre un candidato solo entrevista a simpatizantes o busca datos que lo perjudiquen, omitiendo aspectos positivos o contextos matizados [1].
* Sesgo de Punto Ciego: No reconocer los propios sesgos mientras se señalan fácilmente los ajenos. Ejemplo: Un medio critica ferozmente la falta de objetividad de sus competidores sin aplicar el mismo escrutinio a sus propias coberturas sobre temas sensibles para su audiencia objetivo [2].
* Sesgo de Encaje (Framing Bias): Presentar la información dentro de un marco narrativo que favorece la propia perspectiva o la del grupo, influyendo en cómo la audiencia interpreta los hechos. Ejemplo: Cubrir una protesta social como «caos y vandalismo» (encuadre que favorece al orden establecido) versus «legítima demanda ciudadana reprimida» (encuadre que favorece a los movimientos sociales)[3].
2. Prejuicios (Prejudices): Son juicios preconcebidos, generalmente negativos, hacia personas o grupos basados en su pertenencia a una categoría (raza, religión, clase, ideología, etc.), sin conocimiento o consideración de los hechos individuales. El sociocentrismo alimenta especialmente estos prejuicios grupales. Ejemplo: Asignar automáticamente malas intenciones o inferior capacidad a miembros de un partido político opuesto, un grupo religioso minoritario o una clase social diferente, influyendo en el tono y enfoque de las noticias que los involucran [4]. Walter Lippmann, en su seminal obra “Public Opinion” (1922), ya alertaba sobre los «estereotipos” como imágenes fijas en nuestras cabezas que simplifican la realidad y guían (y distorsionan) nuestra percepción, algo que el periodismo puede perpetuar si no los cuestiona [5].
3. Falacias (Fallacies): Son errores en el razonamiento o en la argumentación que, sin embargo, pueden sonar convincentes. El egocentrismo y socio-centrismo llevan a emplear falacias para defender la postura propia o del grupo, aunque sea débil o falsa.
* Falacia Ad Hominem: Atacar a la persona que argumenta en lugar de a su argumento. Ejemplo: Desacreditar un informe científico sobre cambio climático porque el investigador pertenece a una organización ecologista, sin refutar los datos presentados.
* Generalización Apresurada: Sacar una conclusión general a partir de una muestra insuficiente o no representativa. Ejemplo: Tras un incidente aislado cometido por un inmigrante, publicar titulares o artículos que sugieran un problema generalizado de criminalidad asociado a la inmigración [6].
* Falso Dilema (Falsa Dicotomía): Presentar solo dos opciones extremas como las únicas posibles, ignorando matices o alternativas. Ejemplo: En un conflicto complejo (cómo la guerra entre Rusia y Ucrania), presentarlo como «o estás con nosotros o contra nosotros,” forzando una toma de posición simplista en la cobertura [7].
III. Las Cuatro Esferas de las Creencias Distorsionadoras
Estos sesgos, prejuicios y falacias no operan en el vacío. Sirven para proteger y promover creencias arraigadas en cuatro áreas principales:
1. Creencias Culturales: Normas, valores y tradiciones profundamente internalizadas. Un periodista o medio puede sesgar la cobertura de costumbres ajenas por considerarlas «inferiores» o «extrañas» desde su propia cultura, o idealizar acríticamente las propias. Ejemplo: Cubrir rituales indígenas o africanas con un tono sensacionalista o de desprecio implícito.
2. Creencias Religiosas: Las convicciones religiosas fuertes pueden llevar a enfatizar noticias que validen la propia fe, minimizar críticas o cubrir otras religiones con suspicacia o desinformación. Ejemplo: Dar cobertura desproporcionada a eventos que confirman la narrativa religiosa propia mientras se ignoran escándalos dentro de la propia institución religiosa.
3. Creencias Sociales: Relacionadas con la clase social, estatus, identidad de género, orientación sexual, etc. El sociocentrismo de clase puede llevar a medios a retratar la pobreza desde el prejuicio o a ignorar las luchas de grupos marginados. Ejemplo: Cubrir a comunidades pobres solo en contextos de violencia o asistencialismo, reforzando estereotipos negativos.
4. Creencias Económicas: Intereses y visiones sobre modelos económicos, propiedad, mercado, etc. El sesgo económico es evidente cuando medios propiedad de grandes conglomerados evitan críticas sustanciales al sistema capitalista o a corporaciones poderosas, o cuando demonizan políticas redistributivas sin un análisis riguroso [8]. Ejemplo: Informar sobre huelgas laborales centrándose únicamente en las «pérdidas económicas» para las empresas, sin profundizar en las demandas justas de los trabajadores.
IV. La Injusticia y el Abismo hacia la Propaganda
Cuando el egocentrismo o sociocentrismo, vehiculados por sesgos, prejuicios y falacias, tiñen la comunicación periodística, se comete una profunda injusticia. Se niega voz y representación justa a quienes no comparten esas creencias o no pertenecen a esos grupos favorecidos. Su realidad es distorsionada, sus argumentos son caricaturizados o silenciados, y sus experiencias son invalidadas. Esto socava el principio fundamental de equidad que debería guiar el periodismo.
El resultado final de esta distorsión sistemática no es periodismo, sino propaganda. Como define Garth S. Jowett y Victoria O’Donnell, la propaganda es la “. . . intención deliberada y sistemática de dar forma a percepciones, manipular cogniciones y dirigir comportamientos para lograr una respuesta que promueva la intención deseada por el propagandista» [9]. El periodismo contaminado por egocentrismo/sociocentrismo pierde su vocación de servicio público y se convierte en un instrumento para promover una agenda particular (personal o grupal), utilizando información selectiva, emociones manipuladas (esa «vitriólica, ácida y venenosa» carga que menciona el enunciado) y razonamientos falaces.
Conclusión
El egocentrismo y el sociocentrismo son amenazas endémicas a la integridad del periodismo. Al fomentar sesgos cognitivos, prejuicios sociales y falacias argumentativas, distorsionan la realidad para que encaje en moldes preestablecidos por creencias culturales, religiosas, sociales y económicas. Este proceso no solo traiciona la misión de buscar la verdad, sino que perpetúa injusticias al marginar y desvirtuar a quienes están fuera del círculo de afinidad. La línea entre el periodismo y la propaganda se difumina peligrosamente cuando la lealtad a uno mismo o al grupo reemplaza a la lealtad con los hechos y el público. Reconocer estos «enemigos íntimos» es el primer paso para combatirlos, exigiendo un periodismo consciente de sus propias limitaciones, comprometido con la verificación rigurosa, la diversidad de fuentes y perspectivas, y la humildad necesaria para trascender las propias creencias en aras de una información más justa y veraz. El antídoto reside en la autorreflexión constante, la deontología profesional y un firme compromiso con la verdad por encima de la tribu o el ego.
Fuentes y Notas
1. Nickerson, R. S. (1998). Confirmation Bias: A Ubiquitous Phenomenon in Many Guises. *Review of General Psychology, 2*(2), 175–220. (Explica la psicología detrás del sesgo de confirmación, aplicable a la selección de fuentes y datos en periodismo).
2. Pronin, E., Lin, D. Y., & Ross, L. (2002). The Bias Blind Spot: Perceptions of Bias in Self Versus Others. *Personality and Social Psychology Bulletin, 28*(3), 369–381. (Estudio sobre la incapacidad de percibir los propios sesgos).
3. Entman, R. M. (1993). Framing: Toward Clarification of a Fractured Paradigm. *Journal of Communication, 43*(4), 51-58. (Fundamento teórico sobre el encuadre en comunicación de masas, crucial para entender cómo se presenta la realidad en las noticias).
4. Allport, G. W. (1954). *The Nature of Prejudice.* Addison-Wesley. (Obra clásica que explora los orígenes y manifestaciones del prejuicio, relevante para su impacto en la representación mediática de grupos).
5. Lippmann, W. (1922). *Public Opinion*. Harcourt, Brace and Company. (Análisis pionero sobre la formación de la opinión pública y el papel de los estereotipos y la prensa).
6. Dixon, T. L. (2008). Crime News and Racialized Beliefs: Understanding the Relationship Between Local News Viewing and Perceptions of African Americans and Crime. *Journal of Communication, 58*(1), 106-125. (Ejemplo de investigación que muestra cómo la cobertura mediática puede alimentar prejuicios raciales mediante generalizaciones).
7. Bennett, W. L. (2016). *News: The Politics of Illusion* (10th ed.). University of Chicago Press. (Analiza cómo los marcos periodísticos simplifican y polarizan temas complejos, a menudo usando falsas dicotomías).
8. Herman, E. S., & Chomsky, N. (1988). *Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media*. Pantheon Books. (La teoría del «modelo de propaganda» argumenta cómo factores estructurales, incluyendo la propiedad y los intereses económicos, filtran la cobertura noticiosa).
9. Jowett, G. S., & O’Donnell, V. (2014). *Propaganda & Persuasion* (6th ed.). SAGE Publications. (Definición clara de propaganda y análisis de sus técnicas, útil para contrastar con el periodismo ético).
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