Pesca de Tiburon

¡Que Masacre Ecológica!: El aleteo de Tiburones

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Eduardo Padilla Hernández*

Yo tenía 20 años cuando fui invitado a un almuerzo en Tolú, Sucre. Me sirvieron sopa de tiburón. Por mi visión ecológica precoz, yo le pregunté al oferente que si habían sacrificado a escualo de manera total o parcial. Él respondió que total. Debido a su respuesta yo consumí el caldo.

Dice el filósofo Juan Jacobo Rousseau que el humano “nace bueno, pero la sociedad lo corrompe”. Hoy debo decir que yo no estoy de acuerdo con esa afirmación, me inclino más, desde mi visión como ambientalista, a apoyar la la tesis de Thomas Hobbes, porque la naturaleza ha demostrado que el lobo nace lobo y muere como lobo; la oveja nace oveja y muere como oveja. Y que el lobo no se transforma en oveja, ni la oveja en lobo.

Los sensibles defensores de la naturaleza nacimos así y de ninguna manera nos transformamos. Pero los depredadores nacieron despiadados y ambiciosos, y nunca se transforman.

En China y Japón es legal el aleteo, práctica que cosiste en cortar las aletas del tiburón y devolver al animal agonizante al agua. En Colombia no obstante a que está prohibida esta actividad, el Estado, a través del Ministerio de Agricultura, autorizó el desarrollo de esta barbárica actividad.

El debate sobre la cuota permitida para la venta de aletas de tiburón ha arrojado cifras interesantes sobre la pesca de esa especie. La controvertida cuota impuesta de 15,1 toneladas de aletas permitiría matar a casi 4.000 tiburones, cerca del triple de los que se pescan hoy. Los ambientalistas y todos los humanos en general, debemos considerar que en lugar de proponer cuotas exageradas hay que prohibir la exportación y comercialización de aletas, un producto ajeno a nuestras costumbres que solo se consume en Asia.

Está nueva política comercial ha transformado nuestros océanos en campos de torturas para los tiburones, uno de los animales más evolucionados del planeta, imprescindibles para el mantenimiento de los ecosistemas marinos y el correcto funcionamiento de su cadena trófica.

Los tiburones dependen del movimiento para que el agua fluya por sus agallas y les proporcione el oxígeno que respiran; tanto es así, que nunca duermen para mantenerse activos (descansan lados alternativos del cerebro, mientras siguen nadando). O sea, que cualquier tiburón al que le mutilen sus aletas está condenado a combinar el dolor de la mutilación con una agónica muerte entre la asfixia y las hemorragias.

Las cifras que acompañan esta práctica son realmente alarmantes, cada año se cercenan entre 26 y 73 millones de tiburones en todo el mundo. Colombia hasta ahora se había mantenido al margen de engrosar estas estadísticas, pero este año el Ministro de Agricultura, Andrés Valencia, autorizó la pesca artesanal de 125 toneladas de tiburón de la especie Carcharhinus falciformis, de las cuales 5,2 toneladas corresponden a aletas de tiburón en el mar Caribe en el próximo año; determinación que ha causado el rechazo entre los ambientalistas.

Debe revisarse con lupa lo que está pasando, pese a que está prohibida esta práctica, el Ministerio de Agricultura firmó la resolución para regular la pesca artesanal e incidental. Un posible tráfico ilegal de aletas de tiburón se estaría generando en el país. En este caso la burocracia estaría implicada con el comercio ilegal de aletas de tiburones.

Desde Tumaco podrían estar saliendo estas apetecidas partes de los peces con destino a Ecuador o Panamá y de allí rumbo a Asia, donde el mercado negro de esta clase de productos es a gran escala.

La norma ha generado una reacción de rechazo especialmente en las redes sociales. Los ambientalistas están alarmados con la medida del Ministerio del Medio Ambiente y con los excéntricos paladares que consumen animales amenazados o en peligro de extinción. También critican el aval del Gobierno nacional por el hecho de permitir la pesca incidental, con cercenamientos de aletas de tiburones en el Pacífico y el Caribe.

Varios expertos plantean la gravedad de la decisión del Ministerio de Agricultura que le dio vía libre a la pesca artesanal de 475 toneladas de tiburón en el Pacífico y el Caribe, incluidas 15,1 toneladas de aletas de tiburón de diferentes especies.

La Fundación Marviva recomendó revocar la Resolución 350 de 2019, expedida por el Ministerio de Agricultura, que establece cuotas globales para la pesca de diferentes especies bajo aprovechamiento para el año 2020, porque a su juicio presenta deficiencias preocupantes, a la luz del débil control ejercido en las capturas y descargas pesqueras en el país. Esta resolución incentiva la pesca de especies amenazadas de tiburones, considerada de alta importancia para la salud de los ecosistemas marinos y por ende de la seguridad alimentaria de las comunidades costeras.
Además, Marviva considera que esta resolución (y sus predecesoras en el tema del establecimiento de cuotas anuales) son una violación al Principio Precautorio consagrado en el artículo 1 de la ley 99 de 1993, a los artículos 8, 79,289 y 334 de la Constitución y a la Convención de Río de 1992.
La bióloga y directora de la Fundación Malpelo, Sandra Bessudo, fue una de las primeras en pronunciarse. Ella, a través de sus redes sociales catalogó de «inadmisible el nuevo decreto de Minagricultura frente a los porcentajes permitidos de pesca de tiburones y aletas en Colombia».
Hace mas de 20 años, cuando me tome el caldo de tiburón en Sucre, no sabía lo que hoy se, y como ambientalista y ser humano debo llorar por que nuestro Estado permite abiertamente una masacre ecológica, en lugar de propender por la defensa y protección de nuestros recursos naturales.

Bibliografía:
1. Revista Semana
2. 20Minutos.es
3. Wikipedia
4. El Heraldo

*Presidente de la Asociación Red Nacional de Veedurías. Abogado Magister y profesor de derecho ambiental.

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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