
Rosalba Restrepo de De la Calle, ‘Paz en su tumba’

Adiós amiga
Con profunda pena y aflicción, registro con tristeza la muerte de la ilustre dama. Rosalba Restrepo de De la Calle, infausta noticia que lamento profundamente. Alma a quien aprendí a querer y admirar su inteligencia, hace más de medio siglo, en el solariego barrio ‘La Francia’ de Manizales, persona de quien recibí inolvidables lecciones de afecto, bondad y optimismo.
Desde el lejano eco de la juventud, quedan grabados -para siempre- los privilegiados, íntimos, imperecederos momentos compartidos con los suyos y los míos, con Luchita, Hernando, Nicolás y Marcelo, carismáticos contertulios que forman parte de nuestra historia, a la que le dieron alegría, sabor y sustancia.
ROSALBA, un ser excepcional, irrepetible, de virtudes que la hicieron descollar en el amado terruño, en campos como la educación, la política, actividades cívicas y culturales. Alma generosa que brilló en el firmamento con el esplendor de su belleza, que no estará más, físicamente con el compungido Humberto -su amoroso compañero que la acompañó en su periplo vital-, hijos y nietos, con sus amigos y admiradores, con nosotros, cálida familia que sabe el profundo amor, cariño y respeto que Judith y yo, desde la lejanía les profesamos.
Apagadas las luces, en silencio, con un nudo en la garganta, desde este obligado, inédito, desconsiderado confinamiento, Judith y yo, los míos, le rendimos un último y póstumo homenaje.
Reverentes nos inclinamos -luego de colocar una flor- ante su tumba.
Al devastado amigo, que acaba de sufrir, pérdida tan irreparable, entrañable epicentro de su vida, que llorará perennemente, va nuestro abrazo y pésame solidario. Parafraseando las palabras que Moisés dijo a Josué, hace más de tres mil años, consciente de que para la muerte y el duelo, se necesitan fuerza y fortaleza, es lo que solicitamos al Altísimo, para el eterno amigo: ‘Fuerza, canejo’.
Que el Señor la tenga -es nuestro ferviente deseo- disfrutando ya del premio reservado a los justos. ‘Que la tierra que la cubre le sea leve’.
Requiescat in pace, querida ROSALBA
Bogotá, 05 mayo de 2020










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