Universidad del Valle

Universidad del Valle, 80 años Construyendo Futuro

Compártelo:

rafael rodríguez jaraba

Por Rafael Rodríguez-Jaraba*

La celebración de los 80 años de fundación de la Universidad del Valle es un hecho tan importante, como la misma conmemoración de la creación del Departamento del Valle del Cauca, y quizás más trascendente, dado el influjo transformador que la Universidad ha ejercido en el pasado, y ejerce en el presente y futuro del occidente colombiano y de la nación.

En 1945 el promotor y primer Rector de la Universidad, Don Tulio Ramírez, resumió en un crudo documento, las vicisitudes y serias dificultades que tuvo que afrontar para la fundación de la Universidad, el cual, merece rememorarse de manera literal:

«El optimismo no era unánime. Muy queridos amigos míos me calificaron de utópico, de desconocer lo impropicio del medio para esa clase de instituciones, basados en nuestra tradición pastoril y nuestro clima de zona tórrida. Algunos me detenían en la calle, me pampeaban, e irónicamente me congratulaban por mi obsesión universitaria, y me advertían que no saldría adelante».

El propósito inclaudicable de Don Tulio Ramírez, era el de fundar un centro de educación superior, el cual concibió cuando era rector del Instituto Antonio José Camacho de Cali. Su vehemente deseo de darle vida a tan ambicioso sueño lo llevó a proponer, que se utilizara la organización del Instituto, para lo que inicialmente se llamaría Universidad Industrial de Occidente.

Finalmente, el 11 de junio de 1945 la Asamblea Departamental del Valle del Cauca, por medio de la Ordenanza No. 12, creó la Universidad Industrial del Valle del Cauca, con un claro objetivo: “Capacitar al personal que tendría a su cargo la transformación de la ciudad de Cali, ya que ésta crecía desordenadamente al igual que la comarca vallecaucana y sus territorios de influencia”.

Durante 80 años, la Universidad ha sido coetánea al progreso de Cali y del Departamento del Valle del Cauca, y vital y decisiva en el desarrollo del occidente y del país. Su inefable labor explica, muchos de los avances y logros que ha tenido la nación en las áreas de la medicina, la salud, la ingeniería, la  administración y el desarrollo empresarial.

La inestimable contribución al progreso de la región prodigada por los estamentos, los profesores y los egresados de la Universidad, ha sido determinante para que se haya podido alcanzar la realidad presente y poder prospectar una mejor.

Si algo Colombia requiere para avanzar al desarrollo, es educación; pero no educación informativa, lo que requiere es educación formativa, fundamental e integral, para que sea la responsable de la convivencia civilizada y pacífica, y fuente y factor de productividad, de expansión económica y de progreso social.

Durante 80 años, la Universidad del Valle ha sido un campus abierto al conocimiento, la ciencia y la investigación, que ha servido de foro cívico y democrático para ideas, ideales e ideologías de todo tipo de matices y vertientes.

Su historia, llena de realizaciones, arroja un formidable balance que merece el reconocimiento de la nación entera.

Ni la insuficiencia financiera que por momentos ha padecido, ni la miopía invencible de algunos gobernantes frente a su futuro, ni la conducta execrable de exiguas minorías criminales que han tratado de utilizar sus campus para subvertir y desafiar su orden institucional y a la democracia misma, han logrado mancillar  su historia.

Dado el rezago y los desafíos que en la actualidad afronta la educación superior pública, la Universidad debe seguir avanzando en su fortalecimiento institucional y en orden a su modernización tecnológica, para así lograr su reposicionamiento y la plena restitución de su prestigio, de manera que no deje de ser faro orientador del presente y guía segura para el futuro de una sociedad confundida y desorientada, y ahora, amenazada con el resurgir del populismo demagógico, y de la anacrónica y fallida doctrina comunista.

La Universidad debe aprestarse a enfrentar los nuevos retos y desafíos que plantea la modernidad, la innovación, la productividad y la competitividad, así como la exigencia de una sociedad ávida de profesionales íntegros, capaces y solventes para resolver problemas inveterados, presentes y sobrevinientes, que estén preparados para gestar y articular los cambios que impone el avance tecnológico, y decididos a aniquilar la corrupción, la mediocridad, la resignación y el conformismo que agobia a la nación.

En honor a la celebración de los 80 años de su fundación, la Universidad debe renovar su compromiso con la exigencia, la excelencia y la competencia, aumentar la promoción del espíritu empresarial en sus estudiantes, y plantar en la mente y el corazón de ellos, la semilla del emprendimiento y la superación.

Para asegurar la continuidad de tan demandante labor, es necesario que la dirección del Alma Mater siempre esté en manos de líderes eximios ajenos a la política partidista, a ideologías populistas y a doctrinas regresivas o retardatarias, hoy llamadas progresistas o globalistas.

La Universidad necesita estar bajo la orientación y el mando de adelantados <disoñadores>, que cuenten con avezados conocimientos del entorno social y económico, nacional e internacional, que sean poseedores de agudo y esclarecido pensamiento analítico y practico, y de aventajada capacidad gerencial, administrativa, legal y financiera.

Se requiere, como ha sucedido desde su fundación, que quienes lleguen a su rectoría, sean auténticos visionarios, titulares de sobresalientes capacidades y holgados merecimientos, que tengan comprobada experiencia en la dirección de grandes organizaciones, y que sientan pasión, fervor y devoción por la labor más preciada en las sociedades cultas y desarrolladas, como es la Educación.

Ojalá que estas exigencias se mantengan, y que, a futuro, quienes se nominen o aspiren a ser Rector, no les baste tan solo exhibir títulos universitarios -que no son difíciles de merecer-, sino que, además, se requiera que tengan clara y notable autoridad académica, y notorio reconocimiento y respeto en la sociedad civil y en el sector real. De ser así, la Universidad mantendrá su norte, y su ideario de principios y valores no tendrá deriva o desvío.

Honor y larga vida para la Universidad, y para quienes fueron y son sus profesores, al igual que para todos sus alumnos y exalumnos. Y, en especial, honor y gratitud a quienes han sido sus rectores, entre ellos, su promotor y primer rector Tulio Ramírez (1945-1949); Mario Carvajal (1954-1966); Alfonso Ocampo Londoño (1966-1971); Álvaro Escobar Navia (1974-1979); Antonio Barberena Saavedra (1979-1980); Rodrigo Guerrero Velasco (1982-1984); Harold José Rizo Otero (1984-1991); Emilio Aljure Nasser (1998-1999); Óscar Rojas Rentería (1999-2003); Iván Enrique Ramos Calderón (2003-2015), Edgar Varela Barrios (2015-2023) y, a su actual Rector, Guillermo Murillo Vargas.

Si algo me produce honor, orgullo y satisfacción, es también ser Profesor de la Universidad Pública, y en particular, desde hace 20 años, Profesor Destacado de la Universidad del Valle.

Que nadie se equivoque, la educación es la fuente del respeto, el orden y la justicia, y solo de ella dimana el avance, el desarrollo y la verdadera paz.

Universidad del Valle, 80 años Construyendo Futuro.
Honores a la Universidad del Valle.

*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado. Esp. Mg. Litigante, Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional en Derecho. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.

Compártelo:
La Otra Cara
La Otra Cara

La Otra Cara es un portal de periodismo independiente cuyo objetivo es investigar, denunciar e informar de manera equitativa, analítica, con pruebas y en primicia, toda clase de temas ocultos de interés nacional. Dirigida por Sixto Alfredo Pinto.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *