Ad portas del fin de la democracia

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Por Bernardo Henao Jaramillo.

Columnista de Opinión 

La dirección de las relaciones internacionales es vista como una política pública, dirigida a la consecución de los intereses del Estado, a través de la interacción con las otras naciones. Su manejo y progresividad dependerá de la capacidad que tenga el gobierno para consolidar espacios políticos y económicos con los demás actores del sistema internacional.

En Colombia, la Carta Magna en su artículo 9 prevé que “Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional aceptados por Colombia”, parámetros impositivos que deben ser acatados por las instituciones que desempeñan un rol en el desarrollo de la política exterior, esto es, la Presidencia de la República, el Ministerio de Relaciones Exteriores o Cancillería; la comisión segunda de Senado y Cámara y la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores (Care).

La normatividad que regula la política exterior, entonces, pretende mantener una estructura bajo un postulado esencial, el interés nacional, conservando el respeto y preferencia por los canales diplomáticos y de derecho que Colombia ha salvaguardado desde que es independiente.

El actual mandatario de los colombianos, en contravía de la organización y de esas prácticas, ha adoptado la mala costumbre de gobernar y manejar las relaciones a través de su cuenta personal en X, antes Twitter y de manera dictatorial adoptó su propia posición respecto a los graves actos terroristas cometidos por Hamás en contra del Estado de Israel.

Intervención criticable, en primera instancia, por el hecho de ser inconsulta con las diferentes instituciones que deben participar en la política exterior y con los diversos actores de la sociedad, quienes se han manifestado en contra de la opinión del presidente y, en segundo lugar, quizás más delicado, el erigirse como una política personal del gobernante y no de Estado. Por supuesto nada de esto consulta los intereses nacionales.

La reacción del Presdiente Gustavo Petro ante el ataque de Hamás a Israel fue casi insular, no estuvo en línea con la de la mayoría de los líderes mundiales. Esto provocó una primera crisis e Israel manifestó que podría suspender sus exportaciones de material de seguridad a Colombia.

Se produjo entonces una reunión entre el embajador y Petro en la que, aparentemente, se calmaron los ánimos, y cuando se pensaba que la problemática estaba superada y que se normalizarían las relaciones, Petro, de nuevo desde X, publicó ofensivos mensajes contra la actuación de las fuerzas militares israelíes en Gaza e incluso las llamó genocidas. El mandatario llamó a consultas a la embajadora en Israel, Margarita Manjarrez. Al mismo tiempo, Chile hizo lo propio con su embajador.

Por lo general, cuando se llama a consultas es para tratar inquietudes que rodean y afectan la relación entre los dos países. Pero también puede tratarse de la antesala de una ruptura. En el caso de Israel se vería comprometido un intercambio comercial de más de 375 millones de dólares.

Los hechos han evolucionado de una manera tal que está en riesgo la relación con Israel, un aliado estratégico con el cual Colombia mantiene relaciones permanentes desde el 1 de julio de 1957, no sin antes recordar que a Israel, Colombia le reconoció como Estado en febrero de 1949. De contera, el fin de esa relación afectará la que tenemos con los Estados Unidos, aliado incondicional de Israel.

Ayer se conocieron los resultados de la cumbre convocada por el presidente estadounidense Joe Biden en Washington. El secretario de Estado Anthony Blinken manifestó que Israel está en su legítimo derecho de defenderse al actuar en la Franja de Gaza. Ya en reciente viaje a Israel había dado a conocer que “A Hamás no le importa en absoluto el bienestar del pueblo palestino. De forma cínica y monstruosa los usa como escudos humanos, poniendo sus armas, su munición y sus centros de mando en cualquier sitio, en hospitales, colegios, mezquitas… Pero los civiles no tienen que sufrir las consecuencias de su falta de humanidad y su brutalidad. Hemos aconsejado a Israel, le hemos dado un consejo que solo pueden dar los mejores amigos sobre cómo minimizar las muertes de civiles y a la vez acabar con los terroristas de Hamás”.

Un asunto importante en la guerra de Hamás contra Israel es el de los 500 kilómetros, aproximadamente, de túneles, que esa organización ilegal tiene en Gaza, cerca de la frontera, y es allí donde se esconden los terroristas de Hamás, utilizando a los palestinos como escudos humanos. El propio Hamás dio a conocer estos túneles en el 2021.

Una ruptura con Israel dejaría seriamente expuesta nuestra seguridad nacional, ya bastante fracturada por causa de las políticas de este gobierno. Las relaciones se han venido resquebrajando y no se vislumbra un nuevo acercamiento. Por el contrario, en la medida en que Israel continúe con sus operaciones de legítima defensa en Gaza y Cisjordania habrá más y más tensiones.

Gustavo Petro no escucha y pretende individualizar una relación desconociendo que representa la nación. Los colombianos sin distinción rechazan por completo el terrorismo de Hamás y el Presidente irresponsablemente nos ignora y perjudica al no escuchar el clamor de la soberanía popular. Parecería que el mandatario pretende cambiar a los aliados incondicionales de Colombia, Israel y los Estados Unidos, por Rusia, China e Irán. Este cambio produciría la completa extinción de nuestra democracia.

Pildorita: Nada que devuelven su libertad a Luis Manuel Díaz. Es hora de levantarse de la mesa de negociaciones.

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Bernardo Henao Jaramillo
Bernardo Henao Jaramillo

Abogado e investigador


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