El año que viene…

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Por: José Félix Lafaurie R.

Nada cambia realmente un 1º de enero, aunque el nuevo comienzo de ese giro completo de la tierra alrededor del sol, que llamamos “año”, suele ser momento de recapitulación de lo sucedido en el anterior y de expectativas y propósitos para el que viene.

El año que viene, sin embargo, más allá de los propósitos entusiastas que individualmente podamos tener, no le da al país mucho margen para el optimismo y plantea, más bien, un escenario de claroscuros en materia de seguridad, de crecimiento económico, de bienestar general y, por supuesto, de paz.

No ayuda el incremento no concertado del salario mínimo, que suena como a revancha por el entierro de la ley de financiamiento y, definitivamente, además de ensanchar las brechas entre el sector privado y el Gobierno, traerá más desempleo y mucha más informalidad.

De otra parte, 2025 será un año preelectoral en el que se empieza a definir la sucesión presidencial, lo que no es necesariamente malo, pero resta gobernabilidad y suma polarización, no solo en el Congreso de la República frente a las reformas presentadas por el Gobierno, sino en otros sectores de la sociedad y de la política.

La paz es otro de esos brochazos oscuros, pues ni en las disidencias y reincidencias de las Farc, ni en las mal llamadas Autodefensas Gaitanistas y otros grupos de delincuencia común, ni tampoco en el ELN, se percibe siquiera un asomo de verdadera voluntad de abandonar la violencia y el hostigamiento a la población vulnerable.

En cuanto al proceso con el ELN, con diálogos avanzados, persiste la puja entre un Gobierno afanado por mostrar resultados y una guerrilla que ya anunció públicamente que no firmará un Acuerdo Final con este Gobierno. Entonces…, ¿a qué jugamos?

En ese escenario reiteró el sentido de mi participación: No se trata de asumir la actitud deshonesta del palo en la rueda, pero sí de seguir siendo una voz independiente que rompe la unanimidad de la delegación gubernamental y denuncia con verticalidad la incoherencia y los incumplimientos del ELN, como me lo ha pedido el Congreso Ganadero y como lo piden amplios sectores a los que también represento, que ante los diálogos con el ELN se mueven entre la incredulidad y el escepticismo

Lo cierto es que la inseguridad derivada de las luchas por el control territorial para proteger las rentas ilícitas del narcotráfico, la minería ilegal y todo tipo de fechorías, ya no es exclusiva de lo que hoy llaman la Colombia profunda, sino que se ha tomado los parques y los barrios de las ciudades y las veredas de los municipios, en donde la población atemorizada ha quedado otra vez atrapada por dinámicas que, a partir del microtráfico, han venido articulando núcleos duros de criminalidad que desbordaron la capacidad de respuesta de las autoridades.

Ahora bien, el miedo es una reacción necesaria para que la sociedad se detenga ante el abismo y asuma posiciones frente a las amenazas, muy especialmente de cara al proceso electoral de 2026. Somos más los que queremos un mejor país, y esta es la oportunidad para responder con altura frente a las circunstancias adversas y hacer un frente común alrededor de la restauración del orden y la defensa de las libertades.

En el año que viene, a pesar de las dificultades y de las pinceladas de oscuridad, prefiero los tonos claros del optimismo y la determinación. Por eso les deseo a los colombianos la prosperidad que es fruto del esfuerzo y de la fe en un futuro mejor.

@jflafaurie

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Jose Felix Lafaurie
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