Por: Eduardo Padilla Hernández, abogado, presidente de Redvigila.
Hacemos pública la denuncia en la que le pedimos a la Señora Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Astrid Cáceres, para que ponga en marcha los servicios de nutrición y cuidado para los niños de La Guajira, que están a cargo de esa Institución, pues estamos en el segundo mes del año, pero aún esos servicios no se han iniciado.
Cada hora, cada minuto, cada día sin alimento, es una omisión que atenta contra la vida de esos pequeños.
En el departamento de La Guajira están muy preocupados porque los programas con que atienden a los niños Wayúu, y que están a cargo del ICBF, no han comenzado a operar.
Las Unidades comunitarias de Atención y los Centros de Desarrollo Infantil, no han sido contratados.
Eso significa que alrededor de 100 mil niños nativos están sin atención, sin alimentación, lo cual puede generar graves problemas de salud, incluso, hasta la muerte de los menores indígenas.
Este es un tema muy sensible, muchos menores viven en la zona desértica del territorio Wayúu, el único desierto habitado que tiene el país.
Y si no se le lleva la alimentación a tiempo, eso puede ser catastrófico.
Mientras el presidente Petro cae en la trampa de estarse defendiendo de la hostilidad asociada a las redes sociales, allá en el departamento de La Guajira tienen un grave problema: El ICBF no le está ofreciendo la alimentación a los niños Wayúu.
Por eso es necesario hacer un llamado a la directora del ICBF, a nivel nacional, con el fin de que lo más pronto posible aligere la contratación para que pongan en funcionamiento el Programa de Alimentación Infantil en La Guajira.
El retraso que hoy se está presentando ojalá sea superado y no vuelva a suceder, para que no sigan siendo afectados negativamente los niños Wayúu.
Así como el presidente Petro le pegó un jalón de orejas a un ministro, es bueno que lo haga también con el ICBF, debido a la gravedad del asunto.
La Guajira presenta el porcentaje más alto de inseguridad alimentaria en el país, triplicando la prevalencia de desnutrición aguda y registrando una tasa de mortalidad por desnutrición en niños menores de 5 años que es 7.8 veces superior a la media nacional.
La infraestructura deteriorada y la falta de acueductos públicos son parte del problema que tiene a los niños como víctimas mortales en el departamento de La Guajira.
En la primera semana epidemiológica de 2022, el sistema de salud colombiano documentó 343 casos de desnutrición infantil en menores de 5 años.
Según las últimas cifras entregadas por el Instituto Nacional de Salud (INS), entre enero y septiembre de 2023, 55 niños, menores de cinco años, han muerto debido a la crisis de seguridad alimentaria en el departamento de La Guajira.
Esta región afronta una crisis social y económica. Según el DANE el 61.8 por ciento de la población vive en condición de pobreza, producto de la falta de empleo formal, vivienda digna, vías de acceso, bajas coberturas de servicios públicos, deficiencias en la prestación de los servicios de salud y educación.
La Guajira presenta también el porcentaje más alto de inseguridad alimentaria grave en el país, triplicando la prevalencia de desnutrición aguda y registrando una tasa de mortalidad por desnutrición en niños y niñas menores de 5 años que es 7.8 veces superior a la media nacional», declararon los especialistas.
En el 2022 se registraron 85 muertes de menores de cinco años Wayúu, por causas asociadas a la desnutrición, doblando las 41 muertes alcanzadas en 2021 y convirtiéndose, además, en la cifra más alta en los últimos 12 años.
Sin tratamiento, la desnutrición puede ocasionar discapacidad mental y física, enfermedad y posiblemente la muerte.
Dentro de los factores de riesgo para una malnutrición, se pueden mencionar enfermedades del tracto digestivo, hospitalizaciones, problemas de salud oral, trastornos de la conducta alimentaria, aunque existen también otros factores que pueden contribuir a la falta de disponibilidad de alimentos, como falta de recursos,
Los efectos de la desnutrición en la primera infancia (0 a 8 años) pueden ser devastadores y duraderos. Pueden impedir el desarrollo conductual y cognitivo, el rendimiento escolar y la salud reproductiva, debilitando así la futura productividad en el trabajo.
El hambre es la manifestación más extrema de la pobreza y la privación humana.
El hambre en un mundo caracterizado por la abundancia no sólo es una vergüenza moral, sino que es también una violación del más fundamental de los derechos humanos, el derecho a una alimentación suficiente.