Por: Ariel Peña
Columnista de Opinión
El marxismo cuando llega al poder, lo primero que busca es conformar una nomenclatura, que es ni más ni menos la nueva oligarquía, cuya función es parasitar con el manejo del estado, creando un clientelismo frondoso que va a convertirse en el principal defensor del régimen, para crear una hegemonía política, económica, social y cultural a perpetuidad; algo que si los colombianos se descuidan, puede estar sucediendo a mediano plazo con el actual gobierno.
Aclarando que el termino oligarquía, básicamente se le aplica al sector improductivo y clientelista de la sociedad que como lo dijimos anteriormente vive de la cosa pública, diferente a la burguesía que es el grupo acaudalado y productivo en una nación; por lo que se podría afirmar que la oligarquía no tiene identidad ideológica propia, dado que actúa en la democracia liberal, y de manera horrorosa lo hace en las dictaduras comunistas, caso del chavismo en Venezuela, el castrismo en Cuba, la monarquía de los Kim en Corea del Norte, Ortega en Nicaragua y la camarilla comunista en China.
La nueva oligarquía en Colombia se constituiría en primer lugar con los seguidores a ultranza del presidente Gustavo Petro, también con personajes que andan medrando detrás del ejecutivo en busca de su tajada y de algunos contratistas, entre otros, o sea que se aplicaría para estos privilegiados el “buen vivir” del que hablará el ex vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera o el “vivir sabroso”, como lo proclamó la vicepresidente Francia Márquez; en donde la solución a las necesidades más sentidas de los colombianos no se darán, puesto que las masas son simples herramientas para los marxistas leninistas, que se usan o se desechan de acuerdo a las circunstancias políticas.
Cualquier oligarquía se caracteriza por ser parasitaria, y en el caso de la nomenclatura que se creará en Colombia no será la excepción, de ahí que la situación económica y social del país se empeorará con los nuevos entes burocráticos, creados por el gobierno, tal fue el caso del Ministerio de la Igualdad que le fue entregado a la vicepresidenta; de tal manera que las reformas económicas tienen como enfoque, alimentar una burocracia voraz que se necesita para consolidar el programa político petrista.
De manera que la nomenclatura o nueva oligarquía constituirá una élite, formada por miembros de los partidos de la coalición del gobierno principalmente, que tendrán la responsabilidad de direccionar la burocracia estatal, ocupando posiciones claves administrativas, en la educación, cultura, medio ambiente y en el control de la producción industrial y agrícola; lo que les traerá a ese grupo grandes privilegios que se derivan de las mencionadas funciones, puesto que dichos puestos deben quedar en manos de personas “confiables en términos políticos”, con lo cual en la práctica los miembros de la nomenclatura deben ser necesariamente integrantes de partidos de gobierno.
La nueva oligarquía abarcaría el poder discrecional para hacer nombramientos importantes y revocarlos, de donde se desprende la corrupción de la nomenclatura, debido a que los méritos no cuentan, sino la aprobación de los jefes, quienes lo primero que tienen en cuenta es la subordinación política al régimen, de manera que esta nueva oligarquía a la que estamos expuestos en Colombia, se fundamenta en el capitalismo burocrático o capitalismo de estado, que permite que un reducido grupo dentro de la sociedad se enriquezca fabulosamente con los bienes del país, dejando a la mayoría de la ciudadanía en la absoluta miseria.
Al igual a lo ocurrido con enriquecimiento de la oligarquía chavista venezolana, no sería raro que ello pueda ser imitado por la nueva oligarquía colombiana, dado que la acumulación de riqueza por parte de la nomenclatura es inversamente proporcional a la miseria de las masas, algo que inobjetablemente sucede en Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez al poder hace 24 años; de modo que no es extraño la receta del socialismo del siglo XXl para Colombia, como método comunista y, así volver más dúctiles a las masas, buscando avasallarlas y empobrecerlas totalmente.
No es sorprendente que dentro de la nueva oligarquía aparezcan, los jefes de las bandas armadas que dialogan con el gobierno, dado que el narcotráfico tiene el poder de hacer nuevos ricos y fomentar posicionamiento político; entonces las fuerzas democráticas deben ponerse en estado de alerta, ante eventos futuros que le pueden ocasionar a la ciudadanía la perdida de las libertades individuales, dividendo más a la sociedad entre una nomenclatura dominante y un pueblo vilipendiado
El termino boliburgues que se usa en Venezuela para referirse a los chavistas que mediante el latrocinio se han enriquecido con los recursos del estado, se tendría que cambiar por el de bolioligarcas, como lo hemos expuesto; en igual forma si en Colombia en el actual gobierno se consolida una nueva oligarquía o nomenclatura, se denominaría petroligarquia.