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Liberation and Reactivation Day

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Por:  Rafael Rodríguez-Jaraba*

Se dice que el pasado 2 de abril, el comercio internacional se estremeció con la promulgación de la lista de aranceles recíprocos que impuso el gobierno de Donald Trump, día, que el mismo presidente llamó “Liberation Day”, y que algunos -erróneamente- han calificado como el día de retorno al proteccionismo o la autarquía.

Pero contrario a lo que se pueda suponer, el 2 de abril, antes que ser el día de regreso al viejo y ruinoso modelo proteccionista, constituye, el punto de partida de la adopción de una estrategia leal, decidida y dinámica en favor de la liberalización y la reactivación del comercio internacional, pero eso sí, a partir de relaciones transparentes y recíprocas, de manera que Estados Unidos y las democracias occidentales se comprometan a promover y trabajar en favor de la nivelación y equilibrio del comercio mundial, hoy distorsionado por la asignación de tramposos cupos, contingentes y amplias asimetrías arancelarias, así como por prácticas predatorias constitutivas de competencia desleal o dumping, en especial, por parte de China.

El mundo se ha vuelto tolerante e indulgente con el régimen comunista chino, que ha hecho de las subvenciones estatales el ariete de inserción al mercado mundial y la tabla de salvación para evitar su naufragio. El éxito de China en el comercio internacional, es directamente proporcional a las defecciones que desvergonzadamente comete, las que algunos, no solo les sorprende y admiran, sino que, además ponderan.

Las prácticas predatorias de los chinos son proverbiales. El frecuente desprecio del régimen chino por: la propiedad intelectual; las denominaciones de origen; las normas que evitan las prácticas restrictivas de la competencia; las reglas que exigen calidad mínima presunta en los productos, y; las restricciones sobre el uso de materias primas e insumos nocivos y contaminantes, no admite duda.

Las acusaciones a China por dumping económico, social y ambiental, son un clamor mundial, y bien explican la descomunal competitividad de los precios de sus productos, así como las sanciones impuestas por la Organización Mundial de Comercio (OMC).

China, a fuerza de intimidar bélicamente a occidente, y de domesticar en silencio a 1.400 millones de habitantes, ha logrado consolidar un imperio económico, que fundamentado en prácticas desleales y mimetizado en la globalización, invade malamente mercados, socava la estabilidad de las industrias locales y siembra esperanzas fallidas en la agenda de muchas naciones, que ingenuamente pretenden imitar un régimen que restringe la iniciativa privada, la libre asociación, y hasta la libertad de conciencia, pensamiento y expresión.

Lo que el presidente Trump ha hecho, no es nada distinto a un acto de liderazgo mundial, orientado a equilibrar el comercio y hacerlo más honrado, justo y competitivo. Por eso se equivocan, quienes consideran que los aranceles impuestos, son una medida de retaliación; no, son una medida legítima de retorsión que busca condiciones de correspondencia y reciprocidad.

Es evidente que las medidas adoptadas por el Gobierno estadounidense, antes que tarde, iban a ser adoptadas en orden a recomponer la economía e imprimirle mayor dinamismo, pero a partir de principios de honestidad y lealtad, y en aras de equilibrio mutuo y recíproco.

También es evidente que, las tasas arancelarias impuestas por Estados Unidos a la mayoría de países, guardan estrecha relación y proporción con los que esas naciones cobran a los productos estadounidenses, y también es evidente que, los tributos impuestos a países con los que Estados Unidos tiene vigente Tratados de Libre Comercio (TLC), serán removidos previos acercamientos y concertaciones, salvo, sobre aquellos productos que se tengan reservas, contingentes o nómina de desgravación lenta, como sucede con el TLC suscrito con Colombia para algunos renglones o subpartidas arancelarias.

Al final, las decisiones adoptadas por Donald Trump, materializan las promesas de su campaña y vivifican la esperanza de hacer de su gobierno, un gobierno para los estadounidenses y no para el mundo, y que las relaciones con otras naciones se desarrollen sobre bases de amistad, respeto, equivalencia y reciprocidad, con excepción de los regímenes comunistas y de gobiernos procomunistas, hoy agazapados bajo el rótulo de “progresistas” y “globalistas”, que no son más que regresivos comunistas vergonzantes.

En suma, el 2 de abril será recordado, no solo como el “Liberation Day”, sino como el “Liberation and Reactivation Day”, y como el día que finalmente alguien tuvo el valor de poner freno a las distorsiones del comercio mundial, y en especial, a países como China, que han hecho del comercio mundial el combustible para mantener un régimen de terror y pervertir la competencia en el mercedo global.

Como consecuencia de la nueva política comercial de Trump, a partir de nuevos aranceles, cupos y contingentes, es muy probable que las naciones civilizadas, terminen concertando la abolición o reducción de aranceles, salvo para aquellos productos que puedan llegar a afectar la producción de las industrias nacionales, o que estén avanzando en procesos de sustitución de importaciones sin distorsiones cambiarias. Al final, lo que aparenta ser una restricción al comercio mundial, puede convertirse en su mayor liberación y reactivación.

Si bien es claro que para Colombia lo decidido por Trump, al imponer un arancel universal de 10% ad valorem a sus exportaciones, resulta perjudicial y las afecta seriamente por encarecerlas, también es claro que, esa medida se puede revocar mediante acercamiento, concertación y negociación, y bajo el compromiso de Colombia, de no imponer un arancel de retorsión igual o superior a las exportaciones de esa nación. Pero al parecer, esto no lo ha entendido Petro, y menos, los incapaces y dóciles funcionarios que lo secundan y adulan.

También es probable, que Petro y sus corifeos ignoren que en el Capítulo 21 del TLC Colombia-Estados Unidos, está previsto que las diferencias que surjan en su aplicación, se pueden solucionar mediante arreglo o cooperación directa, lo que al parecer resultará muy difícil, dadas las tropelías, disparates y estúpidas ocurrencias y declaraciones de Petro, así como por su -aparente- tolerancia complaciente con el aumento de los cultivos ilícitos, las factorías de narcóticos, las bandas narco criminales y la delincuencia organizada para la que pide “amor y comprensión”, y afirma que “algunos de sus miembros eran mis amigos”.

Inoportuna y desgraciada coincidencia, que la implementación de las medidas anunciadas por Donald Trump durante su campaña, coincidan en el tiempo, con la permanencia del remedo de presidente que Colombia padece.

Prueba de lo anterior, la torpeza de Petro al afirmar “Colombia pierde con el TLC con EE.UU.; si a Trump se le ocurre acabarlo, yo lo aplaudo”, la que ratifica su ignorancia invencible.

Por fortuna, a Petro solo tan solo le queda un tercio de su perverso cuatrienio, y difícil, muy difícil le resultará, hacer más daños que los que ya ha hecho.

¡Solo reproche, repudio y condena merece Petro!

En Sala de Espera No. 1: Que la Corte Constitucional declare “Estado de Cosas inconstitucional”, ante la grave, extrema y creciente crisis que afronta el sistema de salud, y pone en riesgo la vida de todos los colombianos. La Corte Constitucional debe evitar una tragedia nacional.

 En Sala de Espera No. 2: Que la Corte Constitucional declare inexequible, el Decreto mediante el cual el Gobierno declaró, con falsa motivación, la Conmoción Interior en la región del Catatumbo.

 En Sala de Espera No. 3: Que la Corte Constitucional declare inexequible, la ley que aprobó la improcedente, descuadernada y confiscatoria Reforma Pensional.

En Sala de Espera No. 4: Que el Consejo de Estado declare la nulidad del decreto que Prohibió las Exportaciones de Carbón al Estado de Israel, que está arruinando a los departamentos de Guajira y César, y destruyendo más de 4.000 empleos productivos y bien remunerados.

En Sala de Espera No. 5: Que el Senado de la República se prepare para NO dar concepto favorable a una Consulta que pretende burlarlo y desconocer el orden constitucional, y que costaría cerca de 575 Mil Millones de Pesos para complacer el gusto de un presidente dislocado, y carente de apoyo y respaldo popular, y, además, por ser muy probable que, por no alcanzarse el umbral de más de 13 Millones de votantes, su resultado no sería vinculante.

*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional en Derecho. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.

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