Por Bernardo Henao Jaramillo.
En el año 2021, tan cercano aún en el tiempo hasta para los más desmemoriados, Alberto Carrasquilla, entonces ministro de Hacienda del gobierno Duque, presentó un proyecto de reforma tributaria con el cual se aspiraba a recaudar veinte billones. El rechazo y “estallido social” no se hicieron esperar, hubo levantamiento popular y un violento paro nacional cuyas secuelas aún perduran, dadas las graves consecuencias que tuvo para la economía nacional. El vandalismo sepultó el intento de reforma denominado “Ley de solidaridad sostenible” que contenía elementos progresistas, por ejemplo, renta básica permanente para los más vulnerables, y tumbó al ministro Carrasquilla.
En esos disturbios fue destacadísimo el papel de la llamada «primera línea», auspiciada por la izquierda radical. Y ahora, es Gustavo Petro quien llega como presidente electo y sin sonrojarse manifiesta que pretende una reforma por más de 50 billones, con un gran impacto en los ingresos y patrimonio de las personas naturales, según se ha conocido, lo que significa que justamente afectará a su electorado. Inexplicablemente, pese a la similitud que en muchos puntos podría tener esta reforma con la propuesta por el ministro Carrasquilla, con aumento de los impuestos en un porcentaje considerable, no se han alzado voces, menos aún se ha acudido a manifestaciones violentas en su contra. Estas cosas solo acontecen en nuestra bella Colombia.
A ¿qué se debe tan extraño comportamiento? Podría ser el temor que inspira un gobierno de extrema izquierda? ¿Podría ser que el desencanto tiene a los votantes de Petro anonadados? Llegó el tan anhelado y pregonado cambio y resultó que empieza con tamaña agresión. Esto ya le había sido advertido a la imprudente, irreflexiva, terca masa de votantes. No lo creyeron, razón de más para ahora oponerse a la misma, sin embargo se guarda silencio, no se entiende la pasividad.
El dólar ha llegado a $ 4350 y seguro puede doblar esa cifra en corto tiempo. Incluso ocurrió algo inimaginable: superó en valor al euro. Récord histórico! Y ni siquiera se ha posesionado el nuevo gobernante. El designado ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha situado la anunciada reforma tributaria en 50 billones, pero esto, por supuesto, no ha bastado para tranquilizar a los mercados. La devaluación de la moneda colombiana sigue avanzando en detrimento de los ciudadanos comunes y corrientes que se están empobreciendo en virtud de un fenómeno que la mayoría de ellos no alcanza a entender.
En cuanto a Ecopetrol, la principal empresa de los colombianos, ha perdido billones y está erosionándose a la vista de todos. ¿Qué podemos entonces esperar? Un «corralito» al estilo del vivido en Argentina? De ser así, desgracia sería lo que nos vendría.
Se ha anunciado también por parte de la designada ministra de Salud la destrucción del actual sistema, que es favorablemente reconocido mundialmente. No diremos aquí que las EPS sean perfectas. Pero ¿tiene sentido destruir lo que funciona y que tiene muchos aspectos a su favor para empezar de cero, creando confusión y caos, en un tema tan delicado? Los colombianos solemos ser muy críticos y poco agradecidos con lo que tenemos. Ahora las cosas, inevitablemente, empeorarán por falta de elemental sentido común. Y qué hay de cierto en el tema de la «importación” de médicos cubanos?
Lo ha dicho, y muy claro, Rodrigo Lara: «A veces se piensa en cambiar lo que funciona bien por ego y soberbia». Mucho tememos que este puede ser el caso del sistema de salud. En cuanto a la posible reforma a la Procuraduría, todo parece indicar que se trata de un desquite. Petro no olvida ni olvidará jamás la sanción que le impusiera el entonces Procurador, Alejandro Ordóñez.
Entre lo más increíble y kafkiano de esta situación figura, sin duda, lo muy advertido que estaba el país. Todos aquí vimos pasar a media población Venezolana, muchos se quedaron, otros siguieron camino, y resultó doloroso y angustiable ver la situación por la que tenían que pasar y que aún persiste, sin que se avizore el menor cambio en la misma. También somos testigos de lo que sucede en Perú y Chile. Entonces, qué pasó?. Veremos ya si el próximo 7 de agosto se abre la frontera al vecino país y se reanudan relaciones comerciales no institucionales con un régimen tiránico.
Ya enfrentados, por fuerza, a esta situación que, entre otras cosas, también es confusa y caótica, puesto que nada está claro, se avanza y se retrocede, se dice y se desdice, se hace necesario pensar en una oposición ciudadana constructiva, el unanimismo que hemos presenciado, propio de regímenes autoritarios, no puede ni debe tener cabida en nuestra democracia, se deben tener y conservar abiertos canales de diálogo, para lo que puedan servir, en confiar en la fuerza y validez de nuestras instituciones, en nuestra democracia que ha sido desde hace tiempo funcional, por más amenazada que se crea pueda estar ahora.
El banquero y destacado líder empresarial Luis Carlos Sarmiento en una clara y puntual declaración que hizo con ocasión de la entrega de la calzada Chirajara Fundadores, obra construída en la vía a Villavicencio, puntualmente expresó: “Primero que todo, se respetan los derechos adquiridos. Aquí no se viene con el cuentico de que vamos a cambiar todo esto y vamos a expropiar a todo el mundo”.
Clara referencia al nuevo gobernante de quien se dice en los pasillos que se apoyará en el grupo Gilinsky para desbancar al banquero e ingeniero bogotano del lugar de privilegio que ha ocupado por tanto tiempo.
Para empeorar el panorama el inexplicable y futuro nuevo Presidente del Congreso, que hace toda clase de maniobras y vilezas para perdurar en él, anticipa ahora que está trabajando para crear un mecanismo que permita agilizar la aprobación de las reformas, en forma similar a como violentaron la Constitución con las tales leyes de trámite (‘fast track’), olvidándose de aquel dicho que indica que “de las carreras no queda sino el cansancio”, que la velocidad es una forma de escapar de la conciencia y que es preferible ir despacio en la dirección correcta que rápidamente con rumbo desconocido.
Pese a todo debemos tratar de ser optimistas, posición que nos lleva a recordar al escritor Indio, Deepak Chopra quien afirmó: “ El caos precede a todos los grandes cambios”.