Por: Eduardo Padilla Hernández.
Con el fin de darle trabajo a sus amigos, cosa que aumentó excesivamente la burocracia en Colombia, en 1993 el expresidente Álvaro Uribe creó la Ley 100 de Salud, que se ha venido desarrollando hasta la fecha, la cual contempla a la salud como un negocio, pues los recursos llegan a empresas prestadoras de salud y no directamente a los hospitales ni a los Camu.
Esto ha generado una extrema escasez de recursos en el sistema de salud público nacional.
Un inmenso sector de la sociedad conoce el sistema EPS como el EPM, El Paseo de la Muerte, porque las cifras indican que ese régimen ha causado más víctimas que la guerra entre ejército, paramilitares, guerrilla y bandas criminales durante 29 años.
Sin embargo, los medios arman escándalos con los muertos de la guerra, pero callan ante las masacres causadas por la ley 100, como si unos muertos fueran más importantes que otros.
Se trata de dos “guerras” paralelas, pero una financia el silencio, mientras que a la otra no le importa que se divulgue el alboroto.
EL FRANKESTEIN DE LA SALUD
Este monstruo tiene un extraño funcionamiento. Cada EPS es una entidad privada que maneja los recursos de la salud del Estado, con unas insólitas condiciones:
1. La UPS, que es quien paga, se fija sólo con la información de las EPS (La Unidad de pago por capitación (UPC) es el valor anual que se reconoce por cada uno de los afiliados al sistema general de seguridad social en salud (SGSSS) para cubrir las prestaciones en los regímenes contributivo y subsidiado).
2. Los costos de la administración no tienen una verdadera justificación más allá de establecer arbitrariamente un porcentaje para el uso de las propias EPS.
3. No está definido de dónde sale la ganancia.
4. Aunque pueden ser susceptibles de auditorías, estas no funcionan en ningún momento y frecuentemente los entes de control aunque en norma pudieran ejercer precisamente su función, las EPS se hacen las locas y no responden frente, incluso, ni a sentencias de jueces.
5. No se les ordenó a las autoridades tener datos propios de las EPS.
6. La única auditoría con que se cuenta la ejerce el revisor fiscal de cada EPS.
7. Si bien se trató de controlar la integración vertical, esta aún existe subrepticiamente y no es una noticia porque es un silencio a gritos.
8. No se les exigió a las EPS compartir una porción de sus recursos con la red pública.
9. No se les prohibió comprar activos con la plata de la salud.
10. No se les limitó su objeto social.
11. Convinieron en que las EPS se vigilen entre ellas mismas, para que gozaran de libre competencia, de tal manera que, si una hace algo malo, los usuarios se cambian para la EPS que no haga nada malo.
Hollywood no sabe de lo que se está perdiendo. Invito a los mejores guionistas cinematográficos de la meca del cine para que vengan a Colombia a aprender de los verdaderos genios del mal, que cranearon la sorprendente saga titulada: “Ley 100”, ante la cual William Shakespeare se hubiera desmayado de terror.
La pandemia tuvo su lado bueno, porque pone al país en una situación que debe abordar: La reforma al Sistema Nacional de Salud que tiene un déficit que supera los 23 billones de pesos, donde se están liquidando EPS en quiebra que no reconocen esas deudas a clínicas y a hospitales, fruto de un sistema de salud corrupto que en el lapso de dos años recibió casi tres millones de quejas y reclamos.
Ningún sistema de salud del mundo tiene intermediarios. Esto es un mal invento colombiano con 200 intermediarios que nadie controla, que han quebrado, se han liquidado y lo peor es que nadie asume las deudas. Y con el resto que queda va a pasar los mismo.
Un gran sector de la población ha sido desinformado, pues creen que la salud la financian las EPS y eso no es así.
La salud la financiamos los contribuyentes colombianos, tanto las personas naturales como las personas jurídicas o sociedades nacionales, que deben realizar el pago de impuestos sobre los ingresos, patrimonio, y ganancias ocasionales obtenidas en el país o en el exterior, calculados sobre la base gravable que les corresponda.
La mala experiencia, que tuvimos con las EPS, indica que no se necesitan los intermediarios.
El nuevo Sistema Nacional de Salud es algo que ya está funcionando sin fraccionarse, compuesto de tres factores importantes: Un régimen contributivo un subsidiado y unas personas.
El Estado ya tiene un fondo público llamado ADRES. Con los recursos de este fondo es más fácil pagarles directamente a los hospitales.
A raíz de la liquidación de algunas EPS, ya está funcionando el Fondo ADRES, lo cual significa que el mal invento de los intermediarios nunca fue necesario, porque sólo sirvió para detrimento del erario público.
La Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES), tiene como objetivo garantizar el adecuado flujo de los recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) e implementar los respectivos controles.
Con relación al fracaso de las EPS, traigo a colación un refrán de los sabios campesinos del Sinú, que dice: “El mango maduro se cae solo, uno se ahorra el esfuerzo de tumbarlo, aunque a veces se lo comen los pájaros”.