Por Rafael Rodríguez-Jaraba*
Columnista de Opinión.
La historia demuestra como el comunismo siembra ilusiones, sueños y esperanzas, pero solo cosecha violencia, frustración y miseria. El desplome gradual e irreversible de la dictadura cubana, está esperanzando a su pueblo con el fin del sanguinario y desvencijado régimen impuesto por los hermanos Castro y ahora prolongado por el remedo de dictador Miguel Díaz-Canel.
A pesar de las detenciones y desapariciones de miles de opositores del régimen, la semilla reprimida de la libertad empieza a germinar en la isla. Hacia Cuba soplan vientos de libertad y al parecer, esta vez, no serán pasajeros, así lo demuestran las recientes protestas en varias ciudades de la isla.
Aunque parezca aventurado, no sorprendería que Gustavo Petro termine siendo el artífice del estrepitoso rompimiento de la Tercera Ola del Comunismo, el sepulturero del llamado Foro de Sao Paulo y, el causante de la caída de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Lo que no lograron los gobiernos progresivamente regresivos de Hugo Chávez, Lula da Silva, Evo Morales, Michelle Bachelet, Rafael Correa, Daniel Ortega, Dilma Rousseff y, más recientemente, de Nicolás Maduro en Venezuela, Pedro Castillo en Perú y Gabriel Boric en Chile, es probable que lo logre Gustavo Petro como resultado de su incapacidad, torpeza y desinteligencia. La ineptitud de Petro, como la de todos los cabecillas comunistas, es inefable e insuperable.
No se debe olvidar que, la Primera Ola del Comunismo apareció en las postrimerías del Siglo XIX y se entronizó con el triunfo de la criminal Revolución Bolchevique de 1917, liderada por Vladimir Lenin, quien creó el régimen socialista soviético y con ello, empezó la gradual decadencia y pauperización de la otrora próspera Rusia.
Lenin, deformando la romántica, pero utópica prédica marxista, hizo de la extralimitación del poder Estatal a costa del recorte de la libertad ciudadana, un imperio fundado en la intimidación, el temor y la violencia.
La perturbación de Lenin fue tal, que pretendió desaparecer cualquier evidencia de la civilización que lo antecedió, y terminó asesinando a los miembros de la familia real rusa, y luego, su régimen masacrando a cerca de 100 millones de personas, entre rusos y ciudadanos de los países que convirtió en sus súbditos. La carnicería humana perpetrada por Lenin, solo es comparable con la consumada por Adolfo Hitler durante el Holocausto.
La proscripción de la libertad ciudadana en el imperio soviético y el exterminio de quienes se le opusieran, se fundamentó en el delirante pretexto de Lenin de entronizar la igualdad y el bienestar en la clase obrera, así fuera necesario apelar a la coacción, el sometimiento y la violencia.
Fue tal la coerción del régimen sobre el pueblo, que los miembros de las familias no estaban obligados a tener lealtad con sus padres y familiares, y tan solo debían ser leales al Partido Comunista, siendo obligante denunciar a cualquier familiar que no fuera afecto a su credo totalitario, esta, desnaturalizada obsecuencia, así cueste creerlo, hoy se exige en Cuba.
El desplome de la Primera Ola del Comunismo se inició en los años 60, cuando pensadores y escritores, antes confesos y luego vergonzantes comunistas, advirtieron que el experimento soviético, aparte de ser indigno y cruel, resultaba insostenible y solo se podía mantener a base de fuerza y terror.
Ante semejante revés, los ideólogos comunistas terminaron admitiendo que la fuerza no era la forma adecuada para llegar y mantenerse en el poder, y que mejor resultaba hacerlo mediante la ideologización de la educación y el adoctrinamiento de jóvenes. No son pocos los profesores que en Colombia lo hacen en las universidades públicas
Fue así como, la Segunda Ola del Comunismo afloró, mostrando una nueva faceta para penetrar la mente y el corazón de jóvenes desinformados, desorientados o confundidos, así como de algunos mayores que se sentían excluidos de la sociedad capitalista o que soñaban con una igualdad absoluta, negando la diversidad de la naturaleza humana y el espíritu de superación individual que la caracteriza.
En esta Segunda Ola Comunista se inscribieron, el sanguinario Fidel Castro y el advenedizo en la llamada Revolución Cubana, Raúl Che Guevara, quienes, alterando el libreto de solo usar la educación como nuevo método para implantar el comunismo, recayeron en la violencia y el genocidio, y proscribieron cualquier expresión de diversidad y pluralismo, al punto que, el Che Guevara construyó un campo de concentración para recluir homosexuales, a quienes consideraba pervertidos e incapaces.
En esta Segunda Ola, el comunismo sembró esperanzas, pero solo cosechó desengaño, pobreza y miseria, y lo poco que queda de ella, es la miserable y moribunda dictadura de Cuba, la que ha hecho de la isla la prisión más grande del mundo.
La Segunda Ola concluyó con la caída del Muro de Berlín en 1989, con la disolución del Partido Comunista Soviético y de la misma Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y, con la creación de 15 nuevas naciones, todo, a consecuencia de la Perestroika (reestructuración) propuesta por Mijaíl Gorbachov, la que consistía en una reforma política y económica destinada a desarrollar una nueva estructura interna de la URSS, e, interpretaba, el querer y la voluntad mayoritaria del pueblo ruso de recuperar su libertad, pero, la que al final no prosperó y sí precipitó la dimisión forzosa de Gorbachov.
No obstante, el fracaso rotundo del comunismo en Europa y Cuba, regresivos comunistas, encabezados por Ignacio Lula da Silva y el dictador Fidel Castro, se inventaron la Tercera Ola, por medio de la realización del Foro de Sao Paulo, cuyo único objetivo es revivir y tratar de perpetuar el regresivo credo comunista, mediante la estrategia populista de propalar el progresismo y, de “invertir económicamente”, no solo en los partidos comunistas, sino también, en comunidades indígenas, minorías étnicas y en otros partidos o movimientos, e inclusive, en medios de comunicación.
En suma, la fórmula del Foro de Sao Paulo es llegar al poder por medio de la adhesión de minorías fletadas y de aportes económicos de empresas privadas a cambio de contratos y concesiones. No existe duda cuando se señala a Ignacio Lula da Silva como el mayor corruptor del que se tenga noticia, como tampoco, que, la corrupción desatada por la Tercera Ola Comunista no tiene antecedentes en la historia.
Pero sin prisa y sin pausa, y a pesar de algunos triunfos populistas aislados, la Tercera Ola del Comunismo en América Latina y Europa empieza a dar muestras de su agotamiento terminal, no solo por la corrupción rampante que engendra, sino, además, por la falta de integridad, preparación, capacidad y sindéresis de sus representantes, que no pasan de ser incorregibles corruptos, disparatados charlatanes, hábiles ilusionistas, vulgares fletadores de turbas, e ineptos y obtusos gobernantes.
De esto han dado cuenta, Fidel y Raúl Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa, Pedro Castillo y, en la actualidad, Miguel Díaz-Canel, López Obrador, Gabriel Boric y, en especial, Gustavo Petro, quien, cada día que transcurre devela su insuperable torpeza e ineptitud para gobernar.
Pero como siempre sucede, toda aventura populista llega a su fin, y la sociedad desengañada termina retomando el camino de la cordura. Ojalá que la amarga experiencia que vive Colombia y la región, ayude a preparar verdaderos líderes y estadistas capaces de modificar el rumbo del hemisferio.
Entre tanto, las movilizaciones de inconformidad en países vejados por el populismo comunista como Colombia, México y Chile, vienen alentando la esperanza de libertad del pueblo cubano hastiado de tanta represión y miseria.
Que nadie se extrañe, que el estruendoso fracaso del populismo comunista en Venezuela, Nicaragua, Chile y, en especial, Colombia, termine germinando la semilla reprimida de la libertad en Cuba.
Que irónico sería, qué los anacrónicos comunistas de ahora, con Gustavo Petro a la cabeza, terminen siendo involuntariamente los libertadores de Cuba.
*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Profesor Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.