Homenaje Póstumo a mi Padre

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Por: Eduardo Padilla Hernández.

El 21 de agosto de 2023, mi padre: EDUARDO AUGUSTO PADILLA FLÓREZ, partió hacia la eternidad. Él vivía en la ciudad de Planeta Rica, Córdoba, donde laboró en muchos cargos: Subgerente de la Caja de Previsión, Banco de Colombia, tesorero Municipal, concejal y alcalde de ese floreciente municipio.

Asumió los principios y valores humanos con gran pasión. Un día me dijo: «Nunca toques los recursos públicos, porque son sagrados». Y agregó: «Ten en cuenta que la grandeza de un hombre no depende de la preparación académica ni de la riqueza qué posee, sino de su transparencia». «Actualmente hay detrimento social, por lo cual los valores han sido olvidados, y debido a esto los honestos son perseguidos por los disolutos», finalizó diciendo mi padre ese día.

Por este legado de mi padre, me convertí en abogado, veedor y defensor ambiental.

Por mi labor he viajado a diversas regiones de Colombia y del mundo, pero siempre regresaba donde mi padre para que me iluminara con su sonrisa y con sus palabras.

Recuerdo con mucho amor a ese hombre humilde, trabajador y de carácter afable. Por eso a su casa todo el mundo llegaba a visitar a ese hombre responsable.

Yo me sentía orgulloso de tener a ese compañero, el mejor de mis amigos y al mismo tiempo mi padre.

Con ocasión de esta ausencia que lastima mi corazón, me pregunté: ¿De dónde venimos, ¿quiénes somos y para dónde vamos?

Y parece que el mismísimo Dios respondió mis interrogantes:

¿De dónde venimos?
En Hebreos 11 del 13 al 15, dice el Señor que nuestros espíritus no son de la Tierra, sino que nuestra verdadera patria está en el cielo.

¿Quiénes somos?
En Efesios 1 verso 3, dice que somos bendecidos, escogidos, predestinados y redimidos por su sangre preciosa.

¿Para dónde vamos?
Cristo, en la cruz le dijo al hombre que estaba en otra cruz: «Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso».

Estás respuestas del Altísimo llenan mi espíritu de consuelo.

Él siempre se sintió muy cordobés, muy colombiano: todo lo que tenía que ver con los éxitos deportivos, profesionales, culturales, del departamento de córdoba o de nuestro país, le emocionaban como si el logro lo hubiera conseguido él mismo o cualquiera de nosotros, hasta tal punto que, si hablaba de ello, se le quebraba la voz.

Mi padre se parecía a los vallenatos, pues todas sus cosas las hacía con sentimiento. Siempre hablaba de hacer las cosas con cariño. Me decía que, si me pedían dos, que diera tres, porque recibiría seis. Y que hiciera lo que hiciera en la vida, que intentara ser siempre el mejor, pero que lo hiciera con cariño, repetía.
La muerte de mi padre es un hecho que marcará todos los días de mi vida.
Es perder de forma física una parte de mí. Él seguirá vivo a través de mi recuerdo.

Y ante este dolor que me causa su ausencia, la poesía siempre será un remanso de calma que me hará evocar su importante figura.

“No me detendré ante tu tumba ni lloraré.
No estás aquí, no estás durmiendo.
Eres miles de vientos que fluyen en el horizonte.
Eres los diamantinos copos de nieve de gran esplendor de los países gélidos por donde a veces marcho.
En los verdes campos, eres la luz del sol.
Y en otoño, la delicada y suave lluvia eres tú.
Cuando yo despierte en el silencio matutino,
serás el trino de las aves que cantan a mi alrededor.
Eres las tenues estrellas que brillan al anochecer.
No me detengo ante tu tumba a llorar.
No estás ahí, no estás muerto”.

Ahora veo las cosas con claridad como nunca antes las había visto.
Estás diluido en la tierra, en el agua, en el aire y en la luz que antes era inaccesible.

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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