Por: Eduardo Padilla Hernández, abogado, presidente de Redvigila.
En la Costa Norte de Colombia, una tragedia ambiental se despliega sin control. Veolia y Aqualia, dos multinacionales sin escrúpulos, han tomado el control de los servicios públicos, dejando a su paso un rastro de destrucción y corrupción.
80.000 m3/s de desechos tóxicos se vierten diariamente en el río Sinú, la principal fuente hídrica de Córdoba, convirtiéndolo en una cloaca sanitaria. La contaminación es mortal, afectando la flora, la fauna y la salud de las comunidades.
LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD REINAN
El exalcalde de Montería, Carlos Correa, fue premiado por el gobierno de Iván Duque, a pesar de su responsabilidad en este desastre.
Las obras de acueducto y alcantarillado quedaron inconclusas, pero las adiciones presupuestarias con Veolia S.A. sí se hicieron.
Es hora de actuar. Exigimos a las autoridades y a la ciudadanía que se unan para detener esta contaminación y proteger el medio ambiente. La justicia y la sostenibilidad deben prevalecer.
Esta historia parece de ciencia ficción, ¡pero es la realidad!
Veolia tiene oprimida a media Costa Atlántica con pésimos servicios públicos y peculados en Sincelejo, Montería y Cartagena.
En 2018 las empresas Veolia y Aqualia se pusieron de acuerdo para tomarse la costa Atlántica sin agredirse entre ellas, como multinacionales que son ambas empresas.
Veolia, que entró primero a Colombia, se tomó las capitales como Montería, Sincelejo Cartagena y San Andrés, replicando el mismo modelo de contratos de sesión de concesiones ilegales, por cronología y sin autorización por carrera, en 2017, tranzando a cuanto alcalde se les atravesaba en el camino.
Aqualia internacional se quedó con los municipios de 2.a y 3.a categoría, como Lorica, San Antero, Purísima, Momil, Chimá, Tuchín, Planeta Rica, Cotorra, San Andrés, entre otros, y así monopolizan los críticos servicios públicos.
Esas dos empresas financian campañas políticas con tarifas altas, sin control de la carrera y todas colapsadas operativamente, pues no cumplen con los parámetros de calidad de la ley 142 de 1994, pero aceitan muy bien a las alcaldías corruptas, corronchas y folclóricas, sin planes de expansión, porque tienen que mendigar carrotanques en todos los veranos y, de ñapa, se defecan en la principal fuente hídrica de Córdoba.
Al río Sinú, que nos mantuvo con vida en el fatal verano pasado regalándonos 160 m3/s y que merece la Cruz de Boyacá, ese par de multinacionales lo “condecoran” diariamente tirándole fecales y coliformes.
Así, Veolia, en Montería, y Aqualia, en Cerete, Cotorra, Lorica y San Pelayo, derraman más de 80.000 m3/s día, con fecales en el río Sinú, como si su cauce fuera una cloaca sanitaria, contaminando su ancestral ictiofauna, fuente primigenia de la alimentación sinuana.
Los resultados de estudios de la universidad de Córdoba muestran áreas fuertemente impactadas desde el punto de vista biológico, encontrándose que la calidad del agua del Rio Sinú no es potable, por lo que se recomienda que sea tratada.
La materia fecal que es vertida en esa principal fuente hídrica del departamento del Córdoba, equivale a 14 piscinas olímpicas llenas de excremento, lo que representa un riesgo biológico y sanitario, con índices fisicoquímicos peligrosos.
LA CONTAMINACIÓN SE INICIÓ A CAUSA DE UN DESFALCO
Al menos 35 mil metros cúbicos de materia fecal se están vertiendo a diario al río Sinú, en el departamento de Córdoba, por obras no ejecutadas de acueducto y alcantarillado por el entonces alcalde de Montería, Carlos correa, hace 10 años, quien fue premiado con el Misterio de Ambiente por el gobierno de Iván Duque.
¡Tremenda paradoja! ¡El corrupto que se cagó en el río Sinú lo nombró Duque Ministro de Ambiente!
Lo curioso del caso, es que las obras no concluyeron, pero si se hicieron adiciones presupuestarias con Veolia SA, la empresa de acueducto y alcantarillado de la capital cordobesa, en cuyo acto de corrupción también está presuntamente salpicado el exrepresentante del partido Conservador David Barguil. Además, hay cuatro alcaldes implicados que son arte y parte en el negocio.
Dichas obras quedaron pautadas en un otrosí, avalado en el año 2014 por el alcalde para entonces, Carlos Correa, que fue jefe de la cartera de Ambiente, con el compromiso de inaugurarlas en el 2019, pero ya han pasado cinco años y las consecuencias ahora son mortales para el medio ambiente contaminado que impacta a las comunidades, a la flora y a la fauna de Montería, Cereté, San Pelayo, Lorica y San Bernardo del viento entre otros municipios como Purísima, Momil y Chimá, que reciben el reflejo contaminante por medio de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú.