“La igualdad social, es una ilusión que lleva a los jóvenes a cometer grandes errores”.
Por Luis Fernando Córdoba Reyes.
La historia nos ha enseñado que los errores en la política tiene un costo que lo termina pagando el ilusionado y esperanzado elector. Colombia esta transitando por unas decisiones que más que políticas son parte de un negocio maquiavélico entre el presidente Juan Manuel Santos con los asesinos de las FARC. En dichos negocios esta el tan nombrado proceso de paz, logrando que el grupo terrorista y narcotraficante de las FARC se convirtiera en partido político sin haber pasado primero por la justicia colombiana.
Las FARC es un peligro latente para la libertad y la democracia de Colombia, sus intensiones e ideas no son nada distintas que las propuestas hechas por el presidente difunto Hugo Rafael Chávez Frías en 1998, una de ellas era que no creía en el socialismo, aseguraba que Cuba si tenía una dictadura, hablaba de respetar la propiedad privada, se canso de ofrecer una igualdad social, prometiendo una Venezuela prospera, convirtiéndose a la final como el Rey Midas pero a la inversa.
Este es un llamado a los jóvenes colombianos, un llamado para esos que creen en una igualdad social sin ver las consecuencias que esa utopía conlleva, deben de tener cuidado con los cuentos de camino de manipuladores de oficio como son los Marxista, Leninistas, Castristas que les gusta vivir de lo que no han trabajado y repartir lo que no son de ellos con el cuento de destruir el mal llamado capitalismo.
Los asesinos de las FARC son un peligro latente para el futuro de los colombianos, ellos lograrán que Colombia vuelva al siglo XIX pero no por la industrialización sino por la destrucción, el atraso que vería el país frente a los logros que seguirá trayendo el siglo XXI, serán enormes. Los jóvenes colombianos como sus líderes no pueden permitir que los delincuentes de las FARC terminen con el progreso que ha tenido Colombia en las últimas décadas que, mal o bien, la sociedad cuenta con una calidad de vida, la cual se ha logrado con el esfuerzo de cada uno de los colombianos de buena voluntad y que creen en el país.
Los Colombianos no puede olvidar los crímenes cometidos por estos asesinos de las FARC, se puede recordar el terrible asesinato de la señora Elvira Cortés de Pachón, de 53 años, a la que le colocaron un collar de tubo PVC con explosivos el 15 de mayo del 2000, costándole la vida también a quien la intento salvar, al técnico en explosivos de la Dijin Jairo Hernando López. Estos criminales, secuestradores y narcotraficantes de las FARC antes de ir a unas elecciones tiene que pasar primero por las puertas de la justicia y pagar por todos sus crímenes… Crímenes que enlutaron y llenaron de dolor a miles de familias colombianas que aun lloran a sus hijos y parientes.
Me cuesta creer que existan colombianos que por simple orgullo mal fundado o por castigo voten por los asesinos de las FARC a sabiendas que serán el peor castigo democrático que tendría la sociedad colombiana. Creo en la madurez política que últimamente han venido demostrando los ciudadanos colombianos y, una muestra de ello esta en el plebiscito donde gano el NO, plebiscito que se robo luego el flamante premio Nobel de la paz colombiano.
Quedan pocos meses para las elecciones presidenciales y quiero recomendar el libro del Señor Carlos Rangel “Del buen salvaje al buen revolucionario. “ Un libro que les ayudará a tomar la mejor decisión. http://cedice.org.ve/wp-content/uploads/2014/03/Del-Buen-Salvaje-al-Buen-Revolucionario.pdf .
En la introducción del libro hay una cita del filosofo Julián Marías Aguilera que romper la mala imagen de un país libre y democrático que, con su desarrollo tecnológico y social ha ayudado al mundo aunque muchos no lo quieran reconocer. El nos dice: “Me parece gravísimo el que las ideas dominantes sobre los Estados Unidos en el resto del mundo sean en tan gran proporción falsas; esto introduce un elemento de error en la vida entera del planeta, el cual vive, ya sólo por eso, aunque no sólo por eso, en estado de error.”
“Dejemos el romanticismo ideológico y utilicemos el sentido común para elegir a nuestros gobernantes, para que después no sean nuestros verdugos”.
