Por: Ariel Peña
Se están cumpliendo 50 años del golpe militar en Chile en contra del presidente comunista Salvador Allende, que ganó las elecciones del 4 de septiembre de 1970, con apenas el 36%, superando a su más inmediato seguidor Jorge Alexssadri del Partido Nacional, por apenas 28 mil votos, en consecuencia el gobierno de la Unidad Popular no tenía las mayorías, sin embargo la Democracia Cristiana que ocupó el tercer lugar en los comicios con su anfibología, respaldo a Allende, para que fuera el presidente del país austral, lo que desde el punto de vista de la democracia liberal no asimiló el mandatario e impulsó una carrera desenfrenada hacia el “socialismo real”, acercándose a la dictadura cubana de Fidel Castro y a la Unión Soviética; para implementar metódicamente un régimen marxista leninista.
Dentro de esas contradicciones políticas en Chile, el 11 de septiembre de 1973, se produce un golpe de estado violento, encabezado por el general Augusto Pinochet que acabó con la democracia representativa en ese país, persiguiendo a los partidos de la Unidad popular y posteriormente a la misma Democracia Cristiana. La dictadura de Pinochet duró 17 años, hasta 1990, al perder el plebiscito del 5 de octubre de 1988.
Dentro de los rituales comunistas y siguiendo el fanatismo doctrinario, en donde los acontecimientos siempre se miran en blanco y negro, ignorando principalmente la génesis de los hechos históricos, nos encontramos al presidente Gustavo Petro haciendo una sentida exaltación a Salvador Allende por el 50 aniversario del golpe militar, que acabó con la vida del jefe de estado chileno; en atención a lo cual, se demuestra que el presidente de Colombia, no niega su prosapia comunista tomando la historia como una vindicta eterna, porque no se puede negar el papel que jugó Allende en plena guerra fría, al acercarse íntegramente a Moscú que era el principal enemigo de Washington, de tal manera que tomando el contexto y el pretexto del golpe militar, después de 5 décadas no se pueden inventar ficciones, para no comprender lo sucedido en Chile, en donde la causa principal del golpe de Pinochet, fue el enfrentamiento entre las dos superpotencias de ese entonces, que se disputaban la hegemonía mundial o sea EE.UU y URSS, lo demás corresponde a la inventiva.
El golpe en contra de Allende en 1973, apoyado por EE.UU, en el marco de la guerra fría, se puede asimilar a situaciones que impulsó la Unión Soviética contra Norteamérica, tal fue el caso del respaldo irrestricto al gobierno comunista de Hanói en Vietnam, para derrotar a EE.UU en 1975; además no hay que ignorar como mercenarios cubanos enviados por el sátrapa de Fidel Castro, dos años más tarde de los sucesos chilenos, fueron al África a defender los intereses del Imperio Soviético, todo ello en el ámbito de la guerra fría; para que a estas horas de la vida, Petro, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Boric, presidentes de Colombia, México y Chile, quieran ignorar los acontecimientos de la guerra fría, pretendiendo acomodar la historia a intereses sectarios.
Para el caso de Chile con Allende, no se pueden ignorar, las palabras de Nikita Kruschev, mandatario de URSS, al respaldar a la dictadura cubana, quien en enero de 1961, afirmó de manera contundente, que Moscú apoyaría a los movimientos de liberación nacional en cualquier parte de la tierra, y sin hilar muy fino, en esa aseveración no solo se encontraban grupos guerrilleros comunistas de Latinoamérica, sino también partidos en la legalidad afectos a los intereses de la Unión Soviética, como ocurría con la mayoría de los partidos políticos que pertenecían a la Unidad Popular en Chile; así que darle otra interpretación a los sucesos de hace 50 años con Salvador Allende, que no sea el enfrentamiento de las superpotencias en la guerra fría, responde falsamente al tratamiento comunista que siempre le ha dado a importantes hechos históricos.
Los grupos marxistas de diferente pelaje en América Latina, montados en el resentimiento y el miserabilismo, aprovechan sucesos históricos como el 11 de septiembre de 1973, para darle rienda suelta a sus instintos insanos y así poder embaucar a los pueblos, a la espera de la venganza histórica, en donde mediante argucias, buscan que las masas sean dúctiles a sus intenciones para poder consolidar regímenes de oprobio, como los que existen en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Siguiendo su hilo conductor marxista, el presidente Petro con su pasión de ánimo por la guerra fría, de la misma manera que añoró hace pocos meses el muro de Berlín, lamentando su caída, ahora recordando los sucesos en Chile de 1973, demuestra que no ha renunciado a una ideología que tanto dolor le ha traído a la especie humana en su aplicación práctica, en razón de lo cual, la historia como madre y maestra que nos ayuda a comprender el presente, no ha sido bien analizada en Latinoamérica por los auténticos demócratas para desmentir la trama que usan los liberticidas comunistas, engañando, enajenando, adocenando y envileciendo a los pueblos.