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De Los Monjes a la Zona Binacional

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Por Bernardo Henao Jaramillo

Columnista de Opinión

En 1952 el gobierno colombiano, en un acto oscuro, sin aprobación del Congreso ni consulta popular, renunció al archipiélago de Los Monjes, situado en el Caribe colombiano. Esta cesión no fue respaldada por tratado alguno ni se le hizo ningún tipo de control político. Fue, en esencia, un acto unilateral y secreto que muchos juristas y sectores patrióticos calificaron como traición a la patria.

Se impone recordar la célebre frase del escritor español George Santayana: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Aparece en su primer libro The Life of Reason (La vida de la razón publicado entre 1905 y 1906).

Hoy, 70 años después, la historia parece repetirse, pero esta vez con un manto aún más espeso de opacidad y con unas implicaciones de gravedad extrema.

El presidente ilegítimo de Venezuela, Nicolás Maduro, reveló en un video que filtró,  al estilo de la izquierda radical, que se ha firmado un acuerdo entre Colombia y Venezuela para crear una “zona binacional de desarrollo”, que incluye territorios sensibles en La Guajira, Norte de Santander y el Cesar. A pesar de tratarse de un documento suscrito por ambos Estados —lo que lo convierte en un acto de política exterior con implicaciones territoriales—, el gobierno de Gustavo Petro oficialmente no ha revelado el texto completo, ni sus anexos, ni las firmas responsables.

Maduro celebró lo acordado como una victoria de la diplomacia «bolivariana». Y se anunciaron eventuales ingresos de la Guardia Nacional de Venezuela a territorio colombiano para participar en proyectos «sociales y ambientales». Solamente Juan Fernando Cristo, de Caracol Radio, ayer dejó saber que tenía el texto y explicó los 11 puntos del mismo. En su opinión ninguno presenta riesgo porque no tienen efectos vinculantes. Por su parte la W publicó el memorando de entendimiento firmado, pero extrañamente sin fecharlo.

Del texto se deduce que su ámbito geográfico será inicialmente Norte de Santander junto con los estados venezolanos de Táchira y Zulia. Con posibilidad de ampliarse al Cesar y la Guajira. En materia de Infraestructura e integración económica, se ocupa de proyectos que incluyen transporte binacional (carretera, ferrocarril), interconexión energética (gas, petróleo, electricidad) y cooperación en telecomunicaciones. Por el lado de la Agroindustria y sustitución de cultivos ilícitos, se propone el impulso a cultivos de café, cacao y tubérculos. También a la ganadería y a estrategias para reemplazar la coca. Se pretende fomentar el turismo, cultura y educación con intercambios. Y expresan la intención de coordinar proyectos para las comunidades en asuntos como salud y educación. Para la seguridad y fortalecimiento institucional sugieren crear diversos mecanismos que deberán ser estudiados en detalle. No se menciona despliegue militar permanente de un país en el otro. Habrá un equipo de trabajo bilateral y cada país asumirá sus costos salvo que se acuerde otra cosa. La duración de este entendimiento es de 5 años pero podrá terminar antes unilateralmente. Finalmente se dice que no interferirá esto en la soberanía, límites o políticas de los países. Claro está que el video del tirano Maduro deja algunas dudas al respecto.

Hay que cuidarse mucho del régimen tiránico de Venezuela. Este hecho no deja de recordar lo acontecido con Los Monjes. Estamos otra vez ante un documento que, a futuro, puede ser citado en el vecino país como entrega de soberanía sin debate ni control constitucional. Y la ausencia del canciller colombiano lleva a preguntarse por la validez del documento.

Así como en 1952 se nos dijo que Los Monjes “no eran importantes”, hoy se nos pretende convencer de que esta “zona binacional” es una herramienta de “integración y desarrollo”, ignorando por completo que esos territorios siguen siendo zonas estratégicas, con fuerte presencia de grupos armados ilegales, corredores del narcotráfico y comunidades vulnerables.

Petro no suscribió el documento personalmente pero envió para hacerlo a la ministra de Comercio, Industria y Turismo a quien acompañó Alfredo Saade. Sin embargo, en el documento publicado por la W no está la firma del “pastor” quien sí apareció en un video de Tiktok reconociendo al gobierno tiránico de Venezuela. El entorno de Petro padece de delirio de grandeza y a la vez de estupidez.

Lo más grave: el presidente de Venezuela tiene el documento, lo firmó, lo muestra, presume de él,  mientras el presidente de Colombia tardíamente hizo una nimia mención en su cuenta X de que “hay que ayudarse entre vecinos”, pero oficialmente se guarda silencio. Un silencio que huele a encubrimiento.

Si no es vinculante, ¿por qué no se hace público? ¿Por qué no lo discute el Congreso? ¿Por qué lo conoce primero Caracas antes que Bogotá? ¿Estamos repitiendo la historia?

Colombia ya fue mutilada en el pasado en los casos de Panamá y Los monjes y con el fallo de La Haya. Estaremos frente a una situación similar con el agravante de que en esos territorios opera a sus anchas el narcotráfico?

Tras la entrega de Los Monjes el gobierno de Colombia enfrentó un gran escándalo. Uribe Holguín, quien como canciller había avalado la entrega enfrentó un juicio por traición a la patria junto con otros funcionarios.

No quepa duda: la ministra firmante y el delegado presidencial si es que firmó el documento en cuestión pueden verse en el futuro próximo ante una acusación formal de traición a la patria.

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Bernardo Henao Jaramillo
Bernardo Henao Jaramillo

Abogado e investigador


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