El lamento por el Muro de Berlín

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Por Bernardo Henao Jaramillo.

Columnista de Opinión 

La caída del Muro de Berlín, también llamado el muro de la vergüenza, fue precedido por manifestaciones en las cuales se entonaba “¡Wir sind das Volk!” (Somos el pueblo) y su derrumbe, según el relato más generalizado, se produjo sin intervención militar, por una reacción popular espontánea, simbolizando la terminación de la llamada guerra fría, celebrada por todo el mundo como un hecho histórico.

Recientemente, con ocasión de su visita a Alemania, el presidente Gustavo Petro, pronunció las siguientes palabras: “El derribo del muro de Berlín trajo una oleada neoconservadora, una destrucción del movimiento obrero a escala mundial, debilitamiento formidable y una pérdida entonces de valores de izquierda».

No se tiene noticia de persona alguna, aparte de él, que haya lamentado la caída del afrentoso muro que tanto dolor y tantas muertes causó entre los años de 1961, cuando fue levantado, y 1989, el año de su caída. Y es insólito que la agraviante lamentación a la que nos referimos haya tenido lugar, precisamente, en Berlín.

Podemos decir que ha sido notablemente insensible de parte del presidente Petro hacer semejante pronunciamiento y en la ciudad que, particularmente, padeció esa tragedia. Pero es más que eso: es una señal clara de su inhumanidad, absoluta falta de empatía y compasión, ausencia total de inteligencia emocional. Y muestra también su extrema ideologización.

El presidente Petro, preciso es decirlo, profesa el ya caduco marxismo- leninismo. Y tiene poco sentido común, de lo contrario no osaría hacer ese predicamento, menos aún, en Berlín.

En cuanto a las falacias que causan su aflicción, difícil será demostrarlas, es solamente retórica acerca de ese suceso. Cabe preguntar ¿Con qué finalidad trae a colación un hecho ocurrido en 1989?

Vale mencionar que, al parecer, Petro corrió con la suerte de que la traducción del español al alemán no fuese la mejor, por lo cual los asistentes al evento no comprendieron completamente lo que el ofensivo invitado estaba expresando.

Ese episodio nos hace recordar el lado oscuro pasado de Gustavo Petro. Como es de todos sabido fue guerrillero en el M- 19, sanguinaria guerrilla responsable de hechos tan luctuosos como la toma a sangre y fuego del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. Movimiento que según Fabio López de la Roche, en su libro Izquierdas y Cultura Política ¿Oposición o alternativa?, surgió como parte de un proceso político que respondía a la revolución cubana, y fue justamente la caída del Muro de Berlín uno de los detonantes claves para la desaparición del bloque socialista, del que se anota dependía en un 85% la economía de Cuba, lo que originó su peor crisis económica, que se conoció como el “período especial”, circunstancia que, quizá, causa el lamento de Petro.

Otro evento aconteció mientras el presidente se encontraba en Alemania. Se conoció, a través de la revista Semana, que, presuntamente, el dinero perdido en la casa de Laura Sarabia, entonces aún jefe de gabinete, ascendía a la suma de 3000 millones de pesos. Extravío que habría motivado los ya conocidos episodios del polígrafo y las «chuzadas» a Marelbys Meza y Fabiola Perea, empleadas domésticas de Sarabia, a quienes se hizo pasar por integrantes del clan del golfo.

Es muy posiblemente por esta razón que, de nuevo desde Alemania, el presidente formulara veladas amenazas a la libertad de prensa en el comunicado fechado 15 de junio de este año.

Y no se puede dejar de lado, pues está relacionado con estos hechos, la luctuosa muerte del Coronel Oscar Dávila, ocurrida el 9 de junio y rodeada de extrañas circunstancias que aún no han sido aclaradas y que deben serlo. Ya la Fiscalía dejó saber que habría una investigación de inducción al suicidio.

Entonces, se refirió el presidente Petro al Muro de Berlín para desviar la atención de estos acontecimientos ahora llamados «niñeragate»? O sus palabras fueron una reiteración de su ideología marxista – leninista y estalinista? Así se entendería ese afán de hacer concesiones a la delincuencia y de destruir todo a su paso.

Es en el marco de estos escándalos que el ex superintendente de Sociedades, Pablo Felipe Robledo, ha dicho que el presidente debe ser declarado interdicto por demencia. Y no faltan razones para creerlo.

Lo cierto es que el presidente Petro, es importante recordarlo, fue alcalde de Bogotá, ciudad, en ese entonces, de unos 6 millones de habitantes y cuya administración se memora como caótica y desastrosa. Innumerables veces han recordado distintos medios que él no cumplió, ni mínimamente, con su programa de gobierno y que hubo episodios realmente vergonzosos, como la compra de camiones chatarra para la recolección de basura que no funcionaron ni un solo día.

Total, Petro es un pésimo administrador. Al día de hoy voces de la izquierda beligerante intentan encubrir el «despiporre», valga el término, repitiendo que la derecha no lo dejó ejercer. Nada más falso.

El país venció el miedo y salió a las calles y plazas en la «Marcha de la Mayoría» que se llevó a cabo en numerosas ciudades el día 20 de junio. El presidente, como acostumbra, en Twitter queriendo, especialmente, restar participantes a la marcha mencionó cifras falsas y posteó una foto de la plaza de Bolívar de Bogotá, tomada cuando apenas se estaba llevando a cabo el ingreso de los marchantes. Pero lo cierto es que en ese memorable día la plaza se colmó y en todo el país miles de miles de ciudadanos expresaron su protesta.

Será muy negativo para él como presidente ignorar deliberadamente la realidad.   Esta demostración le impone reconsiderar el rumbo. Antes de los juicios político y criminal que se vislumbran debería formar un gobierno de unidad, por el bien de la Patria.

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Bernardo Henao Jaramillo
Bernardo Henao Jaramillo

Abogado e investigador


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