El Síndrome de la Posverdad

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Por Rafael Rodríguez-Jaraba*

El paso de los días ha demostrado, que la elección del Presidente Gustavo Petro es el resultado natural del precario nivel educativo de cerca de la mitad de la población colombiana, así como de la ausencia de una mayor capacidad de análisis y reflexión de su opinión pública. De no ser así, no se entendería, cómo pudo llegar a la primera magistratura, un sujeto que además de incapaz, es mentiroso, provocador, resentido y vengador.

Su elección también evidencia, que la nueva seudo educación basada en la posverdad o mentira emotiva, que no es nada distinto a la distorsión deliberada de la realidad y en la que priman las emociones y las falsas creencias del mentiroso sobre a hechos objetivos, científicos y verificables, es un medio eficaz para embaucar ciudadanos ingenuos, incautos, desorientados o que no han tenido el privilegio de una adecuada educación.

Mientras que en Colombia no se universalice la educación, y más que eso, no se modifique su contenido para que prevalezca en ella la formación sobre la información, será difícil que se eleve el nivel cultural de su población y mejore su criterio selectivo y de exigencia, permaneciendo condenada a que el sistema educativo le siga transmitiendo, en su mayoría, conocimientos informativos lineales y, en muchos casos, inaplicables o completamente descontextualizados de la realidad y la vivencia cotidiana.

No han sido pocos los estudios que se han realizado sobre el desarrollo de patologías sociales, en especial, en sociedades en que la educación pública está politizada o ideologizada como de hecho sucede en Colombia; patologías que crean inmunodeficiencia social o falta de resistencia a las sugestivas prédicas de falsos redentores, fletadores de turba y anacrónicos comunistas.

Esta inmunodeficiencia social, provocada por mala o deficiente educación se manifiesta, en la incapacidad de la sociedad para escrutar, repeler y aniquilar al agente patógeno, al punto que los ciudadanos infectados, dejan de tener capacidad analítica y crítica, y se rinden o sucumben ante él.

En magistral artículo José Antonio Marina afirma que, España padece el Síndrome de Inmunodeficiencia Social y por eso ha sido incapaz de combatir la corrupción. Por mi parte diría, que Colombia igual lo padece, y hoy está agravado.

Y es que esa inmunodeficiencia social, deviene de la posverdad, que no solo es el reinado de la mentira, sino peor aún, es la tolerancia con ella, y, que se define como “la situación en que las emociones y creencias personales influyen más en la formación de la opinión pública que los hechos objetivos”.

Si bien la mal llamada posverdad, ni es nueva ni novedosa, por haber sido desde tiempos inveterados instrumento de uso recurrente por parte de los políticos, lo que ahora más preocupa, es que sea dócilmente aceptada por alienadas y vociferantes turbas que, sin advertir que la posverdad es contentiva de falsedad, la aceptan, la asimilan y la propalan, y peor aún, adoptan conductas a partir de ella.

A pesar de que no existe duda sobre las permanentes y monumentales mentiras de Petro, todas, soportadas en su irrespeto a la historia, su desprecio a la ciencia, su desdén por el conocimiento y su negación ante la evidencia, sus obsecuentes corifeos y seguidores apoyan y propagan sus infundios, embustes y falacias, y, no solo eso, se ilusionan con ellos y, además, adoptan un negacionismo funcional ante cualquier evidencia que demuestre el perverso engaño del que son objeto.

La posverdad de Petro, que es la misma que utiliza la plaga de populistas comunistas que asolan el hemisferio, no es más que la deformación de la verdad, la imposición de la mentira y la implantación de la falsedad, y que sus fanáticos defienden como axiomas y renuncian a discutirlos, y para eludir la confrontación, alegan que toda opinión es válida y respetable, así sea falaz.

Como resultado de semejante desinteligencia y deliberada miopía, los adeptos de Petro han terminado confundiendo los “hechos fácticos” con la “opinión de Petro sobre ellos”, y a partir su perturbada opinión, construyen una falsa doctrina sin saber que eso es lo que persigue Petro.

Lo que Petro no advierte, o, no quiere advertir, es que sus posverdades son fugaces y que los hechos por ser tozudos las desmienten, y que, en medio del desconocimiento de unos y la desinformación de otros, la situación del país gradualmente se agrava por el descomunal aumento de la violencia, de bandas narco terroristas, de cultivos ilícitos, de tráfico de drogas y por el estancamiento económico, y con esto, por el aumento del desempleo y la pobreza.

Tal y como lo señalé la semana anterior, es previsible, que Petro terminará solo y atrapado en el laberinto construido con sus propias mentiras, posverdades y villanías; repudiado por la comunidad internacional; y, sus electores burlados, arrepentidos y desengañados.

Concluyo estas ideas y letras, reproduciendo lo que acertadamente José Antonio Marina consignó en su formidable columna titulada “Síndrome de la Inmunodeficiencia Social”:

El Síndrome de la Inmunodeficiencia Social es una prueba más de que necesitamos reivindicar la filosofía -que trata del método para separar la verdad de la falsedad- como servicio público”.

Para la inmensa mayoría de los colombianos que no padecemos el Síndrome de la Posverdad y por ende, no estamos infectados con el Síndrome de la inmunodeficiencia Social, la permanencia de Petro en el poder es cada día más indeseable.

Gustavo Petro Urrego, mentiroso patológico e insuperable incapaz.

*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Litigante. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional. Profesor Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.

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