Por: Ariel Peña.
El Gobierno de Gustavo Petro es respaldado por partidos y grupos marxistas leninistas, de los cuales no se conoce que hayan apostatado de la dogmática comunista, y es ahí precisamente en donde se tiene que recodar la frase del genocida ruso, Vladimir Lenin, quien planteaba: “Hay que cambiar el significado de las palabras para hacer la revolución”.
También hace milenios según la Biblia, se escribió sobre la manipulación de los términos, encontrando en el libro de Isaías 5:20, el siguiente texto: “¡Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”.
Los peores dictadores que ha conocido la humanidad en los últimos siglos, han buscado el poder, para perpetuarse en el mismo, utilizando como estrategia el odio y la mentira, usando a veces vocablos edulcorados, en donde la calumnia también es otro método predilecto para hacer apología de la “crisis” y crear desazón en la ciudadanía; esas patrañas las practicaron Hitler y Mussolini, pero sin embargo los campeones en esas actuaciones despreciables son los comunistas, que le dan un carácter “sobrenatural” al Estado, debido a que si están en la oposición los gobiernos son sus enemigos políticos, y deben de responder por lo “divino y humano” que ocurra en una nación; sin importar los fracasos catastróficos y los millones de crímenes que le han acarreado a la humanidad las diferentes versiones del marxismo leninismo.
En México el presidente AMLO, prometió “abrazos no balazos” para apaciguar a las mafias del narcotráfico, sin embargo esos delincuentes asesinaron en el 2019 cerca de 31.000 personas; y en Colombia frecuentemente hay crímenes en zonas de cultivos ilícitos contra líderes sociales, y esos mismos carteles mexicanos tiene sus socios en Colombia; pero al oportunismo marxista con sus diferentes motes, lo que le interesa es tener en el país el poder político sin importar el odio y las mentiras que tenga que fabricar, con el agregado de que los llamado grandes medios de comunicación poco les importa mencionar el tema.
De manera farisea, personajes proclives al totalitarismo, hablan de un supuesto “odio” porque algunos ciudadanos adversos a sus intereses espurios los cuestionan. Y eso si es el mundo al revés, dado que el timo comunista del marxismo leninismo que ha sido seguido por las bandas narcoterrorista de las Farc y el Eln, es en los últimos 105 años para la humanidad, el padre del odio, la mentira y el crimen, pues no hay que olvidar que el comunismo es responsable de más de 150 millones de asesinatos perpetrados por los marxistas más destacados como son: Pol Pot, Stalin, Lenin, Ho Chi Minh, Mao Zedong, Kim Il Sung, Fidel Castro, y desde luego a las bandas armadas marxistas en Colombia les toca su parte de responsabilidad en esa calamidad; recalcando que el principio marxista de la lucha de clases es ni más ni menos que un ajuste de cuentas, cuya práctica es igual a la de cualquier mafia.
El común denominador de la secta marxista leninista es el odio así demagógicamente proclamen el amor o la defensa de la vida, de ahí la consigna que ha enseñado el comunismo totalitario, a sectores ignorantes y atrasados que ha influenciado, acerca de que para ser un buen revolucionario “hay que amar al pueblo y odiar a su enemigo”, pero ¿cuál pueblo? Si la fauna comunista tiene su propia semántica y, al término pueblo le colocan un significado diferente del que conocemos el resto de ciudadanos. Indiscutiblemente el odio es un patrimonio inamovible del marxismo, por ello no se explica en la lógica, las posturas hipocráticas de los miembros de ese engendro, debido a que para que exista la lucha de clases debe haber un odio inmenso.
Hasta donde se sabe, ni las Farc ni el Eln abjuraron de la lucha de clases, tampoco el resto de mamerteria que abraza el esperpento marxista, pues la diabólica lucha de clases según las entelequias totalitarias es el motor de la historia, entonces la batalla de ideas se tiene que poner al orden del día para frenar las intenciones hegemónicas comunistas que buscan avasallar al verdadero pueblo colombiano, y por ello no hay que confundir la lucha de clases con la lucha social.
En el Manifiesto Comunista de 1848 se invita a la lucha de clases, como un ajuste de cuentas o vendetta, en donde supuestamente se pretenden vengar las injusticias cometidas en toda la historia. Para ello los seguidores de la banda marxista en sus diferentes presentaciones por la concepción mágica de ese engendro, se creen iluminados para dominar a sus semejantes, creando dictaduras a perpetuidad con ejemplos claros en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Norcorea, China y Vietnam, y en el resto de Latinoamérica quieren imponer la misma fórmula con el socialismo del siglo XXl y la internacional comunista del foro de Sao Paulo. Desde luego Colombia hace parte del proyecto totalitario, y de ahí que se continúa con la combinación de todas las formas de lucha, en donde las bandas narcoterroristas han hecho parte importante del entramado.
El marxismo leninismo en una forma mendaz, dice luchar a favor de los pobres y en contra del capitalismo (que tiene diferentes acepciones), pero el nazismo y el fascismo también manejaban esa prédica falaz, ya que tanto Hitler como Mussolini hablaban a favor de las masas necesitadas antes de llegar al poder, lo que significa que desde la visión del marxismo leninismo este par de genocidas podrían aparecer también como “padres del proletariado”.