Por: José Félix Lafaurie Rivera.
Estamos en ambiente de “medio ambiente”. En agosto, la Corte constitucional bendijo el Acuerdo de Escazú, sobredimensionado en sus bondades y subestimado en sus peligros. Esta semana se firmó el decreto que convierte a comunidades indígenas en autoridades ambientales en sus territorios -son los mayores terratenientes del país-, y cerraremos con la COP 16 bajo el lema de “Paz con la naturaleza”.
El medio ambiente es una de esas “causas buenas”, como la paz, que la izquierda convierte en sus banderas populistas, con narrativas fáciles de asimilar sin mayor análisis y, por eso mismo, difíciles de rebatir sin ser estigmatizado como enemigo, de la naturaleza en este caso, o de la paz, como sucedió en el gobierno Santos con la mitad del país.
El actual gobierno levantó la bandera ambiental, inclusive a nivel internacional, con un reduccionismo que arranca aplausos a la galería, pero espanta a sectores más informados: Es simple: Si no descarbonizamos el planeta, la humanidad y la vida desaparecen.
Frente a esa verdad a medias el primer enemigo son los combustibles fósiles que, para el presidente, alimentan la codicia mundial; y el segundo en la lista de enemigos de la naturaleza es… ¡la ganadería!, con ataques que, como presidente de FEDEGÁN, no puedo dejar pasar.
Es inadmisible que el Ministerio de Minas y Energía lance una campaña de “publicidad negra”, acusando a la ganadería de la deforestación amazónica y de generar el 18% de los Gases Efecto Invernadero, GEI, para rematar con un consejo: ¿Realmente necesitas comer carne todos los días?
Se le olvida al Ministerio que más de 600.000 ganaderos, en medio del abandono y la violencia, producen carne para alimentar al país y venderle al mundo, y que su “consejito” representaría la quiebra y la pobreza de muchos.
No tiene en cuenta que esos parches de selva talada son la negación de la ganadería como actividad económica. ¿A quién le vendo la leche?, ¿cómo llevo el ganado a sacrificio? Ni el Ministerio, ni el gobierno, ni el país, parecen reconocer que la selva está siendo talada por el narcotráfico y que meter vacas en esos parches -eso no es ganadería- es una manera de lavar el delito y desviar la mira del verdadero culpable de la deforestación.
No se preocupó el Ministerio por informarse, y habría sabido que, según la FAO, todos los sistemas pecuarios representan alrededor del 12% de las emisiones de GEI, y la ganadería bovina el 62% de ese 12%, lo que equivale al 7,44%, pero si se trata solo de “las culpas de la vaca”, habría que descontar más, pues esa cifra incluye emisiones de otras actividades en finca y del encadenamiento posterior, como la producción de alimentos y el transporte.
Habría conocido que el sector ganadero es de los pocos que puede captar más carbono del que emite, a partir de ganadería sostenible con Sistemas Silvopastoriles, algo que conozco por experiencia y que invito al ministro de Minas a conocer, en una finca en el Cesar que, al capturar 7 toneladas de carbono hectárea/año, no es siquiera neutra, sino negativa en emisiones de GEI.
Habría sabido el ministro que Fedegán ostenta, desde hace más de 15 años, una posición destacada en el desarrollo de sistemas ganaderos sostenibles; y que le hemos pedido apoyo a los gobiernos para establecer un millón de hectáreas en sistemas silvopastoriles, lo que representaría una verdadera revolución ganadera y ambiental.
¿Cuándo hacemos la primera hectárea para beneficiarios de reforma agraria? ¿Cuándo pasamos del activismo a las soluciones que transforman vidas y territorios?
Es lo que pedimos los ganaderos desde Fedegán: Menos activismo y más política pública.
@jflafaurie