Ante la clamorosa noticia de que el CAMBIO se abrió paso, pletórico de emoción barrunto este ¡Parte de Victoria!, admitiendo de que todavía me parece una quimera, una súbita añoranza, un utópico sueño delirado, fantaseado que me incita a agradecer a nombre del exaltado líder, GUSTAVO PETRO, que demostró su arrollador carisma, a pesar de los errores de su controversial juventud, que lo llevaron a la cárcel, exilio, al fuego, persecución de sus enemigos, mutados a la gloria que representa haber alcanzado el más alto mandato popular por la diáfana libre, soberana voluntad de los colombianos, que lo han consagrado como el más seguro Presidente de los connacionales todos, sin excepción.
Ardientes, eufóricas, vehementes palabras, alejadas del ánimo de retaliación, de mortificar a las democráticamente derrotadas, deshechas, trituradas fuerzas políticas, sometidas, vencidas, menos, la de acrecentar los vejámenes, sectarios gritos de odio, rencor. Vocería que alegre, animoso, entusiasmado, feliz, resplandeciente asumo, por lo que representa para el futuro del hoy triunfante pueblo, que registra complacido cómo uno de los suyos llegó -por fin-, impetuoso, de primero, con sus banderas a la meta.
Pasada la campaña, perdono -serenamente, en primera persona- a todos los que, a esta hora de desánimo, seguramente avergonzados, canallescamente nos apedrearon, aporrearon, atropellaron, desdeñaron, despreciaron, estropearon, fastidiaron, golpearon, hirieron, injuriaron, insultaron, lastimaron, lesionaron, maltrataron, menoscabaron, molestaron, molieron, ofendieron, oprimieron, pisotearon, trituraron, ultrajaron, vilipendiaron, zarandearon -algunos de mala fe-. También a los que injuriaron, vejaron, zahirieron nuestro honor, dignidad.
Los dispenso – sin eufemismos- a nombre del visionario partido: Colombia Humana”, que lidera el ‘CAMBIO POR LA VIDA’, fecundo sacrificio que hago -otra vez- al servicio de la patria. ¡Arriba los corazones! ¡Arriba las esperanzas! ¡Arriba la juventud! ¡Viva Colombia! ¡Viva Gustavo Petro! ¡Viva Colombia Humana!”.
Estoy orgulloso de haber contribuido a difundir el evangelio del CAMBIO, de haber depositado mi voto por la causa que lo engendra -los descamisados, desposeídos, aplazados, excluidos- a la que me puse a su servicio y proclamé y difundí desde esta aplaudida, respetable tribuna de expresión libre, independiente, que hace honor al principio de la libre expresión, sin subterfugios.
Al respecto, aclaro algo que, por lo sabido, se pasa por alto, y es que: la opinión expresada por el suscrito es de mi absoluta y total responsabilidad personal, sin que la misma compromete la línea editorial ni periodística del portal ‘La Otra Cara’. Así mismo, ‘el ejercicio honesto del periodismo, la información y la opinión, no puede mezclarse con la pauta publicitaria, ni con el interés empresarial del dueño del medio’.
Ajustado a tales principios, lo que digo, escribo, pienso, lo hago con total libertad, haciendo uso de un lenguaje descarnado, llano, nada cortesano, a veces -por el contrario- injurioso, llano, soez -si se quiere-, heredero natural del ‘Siglo de oro’, cuando los escritores -como Francisco Quevedo- en primer lugar, eran más libres e irredentos a los de hoy.
Algunos inspiradores opúsculos burlescos, desvergonzados y de mal gusto, que lo hicieron popular, fueron -entre ellos-: las ‘Cartas del caballero de la Tenaza’, como la pícara novela, ‘La vida del Buscón’, que pasó a la historia del humor negro, y eso que no conoció entonces a un pobre desclasado, mala gente: Iván Duque.
Del madrileño aprendí que el periodismo no es un oficio para hacer amigos sino para decir verdades. Así lo practicó siempre, de frente, con valor y sin falsas conmiseraciones. En medio del atonismo de los lectores que piden apasionadamente -a grito herido- la censura de la voz contraria, cuando mi única filiación es al bien común de Colombia. En él creo y sigo creyendo.
Desde mi debut como humilde opinador -sin pretensión alguna- practico tales enseñanzas. Por lo escrito en esta campaña presidencial, a criterio de acreditados analistas, ha sido la más agresiva, arbitraria, disparatada por parte del gobierno, y de los copados, subalternos órganos de Control, ninguno de los cuales estuvo a la altura del deber, de la obligada imparcialidad. DUQUE quebrantó burdamente la condición de equilibrio que como jefe del Estado le correspondía de acuerdo a la ley, intervino de manera grosera, sesgada en contra de PETRO. Cómo se echó de menos la verraquera del exprocurador Mario Aramburu, a quién no le tembló la mano para amonestar cuando fue necesario a Lleras Retrepo.
De nada de lo escrito me retracto, ni pido perdón, ni quito una coma. Conocido el escrutinio, reitero, mi adhesión a ‘Colombia Humana’, por ende, al anhelado CAMBIO. Repito: Solo el CAMBIO salva a COLOMBIA.
Bogotá, D.C., 30 de mayo de 2022