Por Bernardo Henao Jaramillo.
Imposible iniciar esta columna sin mencionar la displicencia e incumplimiento del presidente Petro en los eventos nacionales e internacionales. Una vez más sucedió en la Cumbre Mundial de Ambiente de las Naciones Unidas (Cop 27), en Egipto, comportamiento que no es de poca monta porque refleja la falta de consistencia con los compromisos adquiridos y de respeto para con sus contertulios.
Se dice que no concurrió a la toma de la foto oficial del evento porque estaba terminando su discurso, al que denominó “decálogo para enfrentar la crisis climática del mundo”, el que bien entendido puede reducirse en dos propuestas, una, acabar el consumo de los hidrocarburos, dijo “la solución es un mundo sin petróleo y sin carbón“ y la otra, salvar la selva amazónica para lo cual Colombia aportaría millones de dólares anualmente durante 20 años y se espera el aporte mundial. Lo demás son lugares comunes, pero quizás, quería Petro parodiar a Moisés, dada su soberbia, de la cual hace gala continuamente.
En este discurso el presidente hace un llamado a la desconexión de los hidrocarburos y a la descarbonización porque el tiempo se ha terminado, dice, y ha llegado la hora de la humanidad y no la de los mercados. Cualquier cosa que esto quiera decir. Llama la atención su convocatoria a la “movilización de la humanidad” lo que nos recuerda su cifrado discurso de poner en actividad “ríos de gente” a llenar calles y plazas, sin indicar el acto específico en que deben participar los llamados, ni para que proceden esas manifestaciones. ¿Será que a través de ellas busca “liquidar” el petróleo y el carbón? O recolectar los dineros que requiere para fortalecer la amazonía? ¿O prolongar el tiempo que predice “Se ha terminado”? San Malaquías y Nostradamus se le quedan pequeños a este nuevo profeta del fin de los tiempos.
Porque es indudable que el presidente Petro habla como si fuese un ser iluminado. Afortunadamente su audiencia fue bien escasa, pero los efectos de su arriesgada, quizás temeraria intervención, provocan en Colombia un gran tsunami económico. Recientemente se conoció un reporte de Ecopetrol según el cual la utilidad neta del tercer trimestre de este año fue de 9.5 billones, 150 % más que en el mismo período del 2021. ¿Si el presidente pide prescindir del petróleo, será que también renunciará al ingreso económico que este le brinda y que sirve de motor y desarrollo del país? ¿O tales serán fuente para salvar la amazonía? Incomprensible la tozudez del primer mandatario, máxime cuando el reemplazo del oro negro, dice, se hará con una economía basada en el conocimiento y el turismo, áreas que difícilmente, por no señalar que imposible, arrojarían los resultados que hoy se conoce de Ecopetrol. Un resultado financiero record de operaciones de $26.6 billones, en nueve meses, es muy significativo para la economía de nuestra patria y consecuentemente para la lucha contra la pobreza.
Confiemos en que aquellas no despreciables cifras hagan razonar a nuestro obcecado mandatario para que reconsidere su posición de acabar la futura exploración y explotación de hidrocarburos, más aún cuando los países que mayormente contaminan el medio ambiente, de los cuales Colombia está muy alejado no propician esa política. De persistir Petro en su idea, será la estocada inicial para que Ecopetrol comience a seguir la misma ruta de la otrora grandiosa Petróleos de Venezuela (PDVESA) y por esa misma vía a que nos veamos abocados a vivir la misma crisis económica del país vecino. Hay esperanzas porque contrario a los que propuso en Egipto a finales de octubre, en twitter expreso “en ninguna parte del país se ha prohibido ni el petróleo ni el gas, seguirán produciéndose normalmente”.
A tono con Lula la suspensión y eliminación de la exploración y explotación del petróleo es “irreal” y las naciones tienen que aprovechar la riqueza de las reservas hasta que se pueda. En todo caso, puede pensarse que esta animadversión de Petro a petróleo, carbón y gas, que producen abundantes divisas para nuestro país, no es tal. Como podría él estar ciego a una realidad evidente. Diríase que trata de cumplir a cabalidad con el principio según el cual la izquierda extrema y radical debe empobrecer al pueblo que gobierna como método para dominarlo y permanecer en el poder, aunado a que son los hidrocarburos del país los que contaminan, pero no los que se producen en Venezuela, por lo que de este país se adquirirían.
Un segundo tema relacionado con este innecesario viaje presidencial al lejano Egipto es que no se comprende y entiende que tanto el Presidente como la Vicepresidente no hayan viajado juntos si ese fue el objetivo de derogar el decreto 835 de 2021. Extraña demostración del concepto que ellos tienen de la austeridad.
Pildorita: bastante bien que el Partido Republicano en los Estados Unidos se haya hecho con las mayorías en la Cámara de Representantes.
Columnista de Opinión