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Venezuela a las puertas de la desobediencia civil y la sublevación

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Por Bernardo Henao Jaramillo

Columnista de Opinión   

El monumental fraude a las elecciones del 28 de julio en Venezuela, por parte del CNE de ese país, mostró al mundo que los integrantes de este organismo están sometidos al régimen tiránico de Nicolás Maduro. Maduro fue derrotado en una lucha desigual por un candidato desconocido que estuvo a la sombra y bajo la dirección eficaz de María Corina Machado, una líder indiscutible con grandes dotes de estadista. Su movimiento Vente pulverizó al narco estado que resguarda al cartel de los Soles, encabezado por Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino y Jorge Rodríguez.

En Venezuela se cumplieron 25 años de la llegada al poder de Hugo Chávez quien implantó un sistema que destruyó la nación y provocó una de las mayores migraciones de la historia. Un país próspero y destacado a nivel continental se encuentra hoy, tras la llegada del socialismo del siglo XXI, sumido en la miseria y con un futuro incierto.

Contra ese sistema anárquico una mujer de increíble valor armó una estrategia para enfrentar al tirano. Por todos los medios este obstaculizó su labor pero ella y su trabajo lograron despertar la solidaridad internacional. Los venezolanos se encargaron de protegerla y llevarla por todo el país haciendo proselitismo.

Así llegó el día de las elecciones, al que antecedió una gran preparación y el candidato Edmundo González Urrutia propinó una derrota al tirano que este jamás imaginó.

El CNE anunció entonces una victoria de Maduro por el 51.2% de los votos. El mundo no lo creyó y Edmundo González y María Corina le dieron al régimen una estocada mortal al publicar la mayoría, un 82% aproximadamente, de las actas de votación.

De acuerdo con la ley electoral el CNE disponía de 48 horas para soportar su declaración. Nunca lo hizo. Por el contrario, se dio comienzo a una estrategia diabólica, tendiente a imponerse a como diera lugar. Esto incluyó unas absurdas acusaciones de hackeo desde Macedonia del Norte y un recurso inexistente en la ley que Maduro presentó ante el Tribunal Supremo de Justicia, del cual se sabe que está completamente cooptado por el régimen.

El tribunal ya llamó a audiencias a los candidatos, tratando de ganar tiempo para, con ayuda de China, falsificar actas de votación que den la razón a Elvis Amoroso, presidente del CNE.

Al mismo tiempo el genocida Maduro desató, con el apoyo de las Águilas Negras cubanas, una persecución contra los líderes de Vente que causó muertes y desapariciones.

La última de estas fue la de María Oropeza, líder del estado Portuguesa, quien fue sacada de su casa en medio de la noche, en operativo que dirigió Daisy Zambrano

Ante ese desolador panorama el pueblo debe estudiar dar inicio ya a una total desobediencia civil, que consiste en una estrategia no violenta que la historia justifica y acepta como instrumento para enfrentar regímenes opresivos y buscar cambios sociales y políticos. Sus orígenes se remontan a Henry D Thoreau quien sentó las bases de lo que hoy en día se conoce como desobediencia civil: “la justificación del rechazo público, consciente, colectivo y pacífico a acatar leyes o políticas gubernamentales consideradas injustas o inmorales.”

El caso venezolano es tan desproporcionado que el movimiento Vente tiene que enfrentar a un narco estado y a sus líderes que tienen cooptados a los altos mandos militares y a los poderes públicos.

Es una lucha desigual y si bien el movimiento Vente debe distinguirse por su pacifismo la sangrienta represión desatada en su contra debe ya encaminarlo hacia la sublevación en procura del debido respeto a la decisión soberana del pueblo.

Convertir un movimiento de desobediencia civil en una sublevación no será tarea fácil pese a estar por completo justificada. Es sin lugar a dudas, un proceso complejo y arriesgado que requiere una planificación cuidadosa y un entendimiento profundo de las dinámicas sociales y políticas. Tener siempre presente lo que registrara el cantante jamaiquino Bob Marley: “Mejor morir luchando por la libertad que ser un prisionero todos los días de tu vida”.

Para tener éxito se requiere contar con el apoyo popular. Esa es la materia prima de la sublevación y su correspondiente legitimación. Se necesita también un liderazgo unificado en cabeza de la líder natural, María Corina, con el apoyo de líderes regionales que merezcan toda credibilidad.

Este proceso no es solo del resorte de los venezolanos. Es necesario contar con la solidaridad internacional y el apoyo de las organizaciones de derechos humanos y de los medios globales.

La OEA y la ONU se han quedado cortas en su reacción y en la debida protección a la población. Se hace entonces necesario concurrir ante la CPI y solicitar presiones de los organismos internacionales y sanciones de los gobiernos.

Será vital un acercamiento a los militares a través de sus familias que les pedirán sumarse a la sublevación. Y motivar en el mismo sentido a los funcionarios del gobierno. Así se conseguirán deserciones mediante promesas de amnistía y reintegración, como en toda sublevación.

Se deberá contar con tácticas de resistencia para minimizar los daños colaterales.

Esos pasos deben adaptarse a las circunstancias específicas de Venezuela. La transición de un régimen opresivo a un sistema democrático es un proceso muy difícil y peligroso, que debe llevarse a cabo con la mayor prudencia y responsabilidad posible, y como ha acontecido con muchos regímenes que han sido derrocados, habrá seguramente derramamiento de sangre. De hecho, ya lo hay. Será una hora oscura pero se conseguirá la libertad.            

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Bernardo Henao Jaramillo
Bernardo Henao Jaramillo

Abogado e investigador


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