“Yo no compongo canciones por plata ni por encargo”: Rafael Escalona.
El Vallenato es una música de parranda, esa parranda que a pesar de haber evolucionado, mantiene ese espíritu alegre muy propio de los hombres nacidos en la Guajira y el norte del Cesar. La parranda tiene unos códigos de respeto, que son violados en la actualidad por algunos foráneos y por jóvenes nativos que desconoces dichos códigos; como la prohibición de bailar o de hablar cuando los músicos están tocando.
En la parranda los músicos pletóricos de emoción, lanzan saludos en agradecimiento a quien ofrece la parranda o a los presentes, saludos que llenan de agrado a los aludidos, que muchas veces los celebran con ¡Ay hombe! O Con un fuerte abrazo.
Cuando el Vallenato da el salto a los estudios de grabación, se empiezan a replicar los saludos en las grabaciones, es así como Alfredo Gutiérrez hizo famosa en sus canciones Juana Montes, una mujer de rostro desconocido pero famosa entre los seguidores del tres veces rey vallenato. Simultáneamente muchos artistas comenzaron a saludar a personas notables de la región como Consuelo de Molina, Roberto Pavageau, o el popular y querido Andrés Becerra.
Por aquellas épocas, y en esas parrandas, Rafael Escalona escribía cantos que eran unas verdaderas narraciones vivenciales, en las cuales, sus amigos más allegados eran los personajes principales, en ellas aparecen notables como El doctor Hernando Molina, el doctor Maya, Alfonso López y Consuelo Araujo, aunque también le cantó a personas humildes como a la Patillalera Juana Arias. Era un verdadero privilegio ser saludado por los artista o ser inspirador de una canción.
La época de los grandes Saludos
En los años 70’s y 80’s surgió la “bonanza Marimbera”, como se le denominó al tráfico masivo de marihuana a estados unidos, que trajo a la región muchos dólares acompañados de dolor y muertes ocasionadas por las vendettas entre los grandes capos del narcotráfico local.
Esos capos contrataban a los artistas del Vallenato pagándoles grandes sumas de dinero para tenerlos en sus parrandas, elevando el costo de sus presentaciones. Era tanta la demanda que resultaba mucho más rentable para los artistas tocarles a los “Marimberos” que presentarse en un baile o concierto.
Los Marimberos empezaron a ser protagonistas de canciones, las cuales eran interpretadas por los más destacados artistas del vallenato como Diomedes Díaz, con la canción “El Gavilán Mayor” en homenaje a un narcotraficante conocido con el mismo remoquete, al igual que Santos González a quien le grabó la canción “El Pollo”. Ambos fueron amigos personales del Cacique de La Junta.
Pero no solo Diomedes le cantó a los narcos de aquella terrible bonanza, Los Hermanos Zuleta Grabaron “Yo soy parrandero” una canción hecha en homenaje al reconocido “Lucky Cotes” y Jorge Oñate le grabó una canción póstuma a “Coqui Dangond” legendario miembro del clan dominador del negocio en el Magdalena. Estos personajes agradecían tanto a los compositores de las canciones como a los intérpretes con regalos onerosos: Extravagantes camionetas, jugosas sumas de dinero, caballos costosos, lotes de ganado o lotes de joyas de gran valor.
Solo algunos grabaron canciones en homenaje a estos tristemente celebres personajes, pero la mayoría, por no decir que todos, los saludaban en sus cantos, aun suenan en esas bellas canciones saludos a Santander “santa” Lopesierra, Felipe Eljach y otros tantos capos del momento.
Escribir canciones o saludar a grades capos no es un fenómeno exclusivo del Vallenato, también en la música popular del interior del país, lo mismo que en los corridos Mexicanos le hacen homenaje a los grandes líderes del tráfico de cocaína o las esmeraldas.
Con el tiempo el Vallenato ha evolucionado, también lo han hecho los narcotraficantes herederos de las viejas mafias, los narcos de hoy son más discretos que sus antecesores, algunos de ellos tienen estudios y prefieren manejar un perfil bajo ante las autoridades, pero no han perdido el gusto por la música Vallenata y no han renunciado del todo de los saludos, solo que ahora en lugar de ser mencionados ellos, en su lugar el saludo va dirigido a sus seres queridos al final de cual el cantante agrega: “el amor o las hijas de mi compadre”. Ese “compadre anónimo” casi siempre es el traqueto de turno que pagó por ese saludo.
Las sumas que se pagan por los saludos varían de acuerdo al artista y a la canción en la cual va el saludo, si es en la que se va a promocionar para “pegar” el disco tiene el mayor valor. De resto el precio es de acuerdo al orden que llevará la canción en el álbum.
Sin embargo, no todos los saludos que salen en las canciones de hoy son pagas, en ellas los artistas siguen mencionando a sus amigos más cercanos, a esos con los que viven las parrandas de verdad, esas parrandas en las que nacieron los saludos y donde prevalecerán en el tiempo.
Por John Bolívar Acosta
@johnbolivaracos