Por Fernando Alvarez Corredor*
Se equivoca Daniel Coronel cuando por tratar de cascarle al (ex) alcalde Gustavo Petro y en afán de caerle al caído recurre impunemente a la mentira. Dice en su columna «El factor Bravo» que “Petro Se equivocó –y sólo vino a reconocerlo años después- cuando se alió con el hermano del amnistiado narcotraficante “Guillo Ángel” para llevar a Fernando Álvarez a la Comisión Nacional de Televisión”. Falso de toda falsedad. Petro nunca se alió con hermano de amnistiado narcotraficante alguno. La expresión “se alió” implica un acuerdo o un pacto consciente de alguien con alguien hacia una causa y eso nunca existió. Y Coronel, que se caracteriza por destapar muchas verdades, también se distingue porque dice muchas mentiras. Esta es una de ellas, en la que por tirarle a Petro y por sacarse uno que otro clavo cree tener patente de corso para embutirla en sus columnas.
Lo que ocurrió, y él lo sabe pero lo tergiversa con extraña intención, fue que Fernando Alvarez, o sea yo, le gané las elecciones a, ese sí su aliado en la Comisión Nacional de Televisión, Javier Ayala, quien había sido su jefe en el Noticiero Nacional y ahora era su llave para intentar tumbarle al Estado cerca de 20.000 millones de pesos mediante un bien armado tribunal de arbitramento, que con el supuesto hecho del príncipe y con la ayuda de unos amigables árbitros llevaría a que la CNTV le desembolsara a Coronel esa estrafalaria suma, la cual supuestamente sería su indemnización por no tener audiencia. Por suerte para los dineros públicos esa operación nunca se pudo consumar como se había orquestado. Su antiguo jefe como presidente de la CNTV se había sentado con Coronel, ahora poderoso empresario de la televisión, a componer un tribunal de arbitramento que les permitiría mediante peritos de bolsillo y comisionados socios un resultado, que de no ser por que yo me atravesé, hoy estarían celebrando en Miami como aliados o como socios o como cómplices.
A mí Petro no me llevó a la Comisión. Ni el Polo como partido podía hacer nada para que yo ganara las elecciones de la CNTV. Aunque algunos compañeros del Polo sí metieron la ficha y se movilizaron en el entendido de que a la izquierda le convenía conquistar esos espacios. Pero como presidente del Polo Gustavo Petro se limitó en su momento en una entrevista radial a decir la verdad, que yo era militante del Polo y que tendría su apoyo porque en ese escenario había que dar grandes batallas por la democracia y por la televisión pública. Y a mí si me apoyó el empresario de la televisión que pretende nombrar con mala leche Coronel. Como dueño de una empresa en la que existían asociaciones gremiales de productores y de técnicos de televisión pudo contribuir con esos votos en mi favor. Pero jamás se sentó con Petro a negociar o pactar nada. Ni siquiera se conocían.
Coronel le mete a su buena pluma la mala leche al hablar del hermano de un amnistiado narcotraficante como aliado de Petro. No se sabe si el columnista se quiere tirar a Petro, al empresario o a mí. Porque cuando uno va a hablar del General Oscar Naranjo no lo describe como el hermano de Juan David Naranjo capturado narcotraficante. O cuando se va a hablar del exsenador Iván Marulanda, a nadie se le ocurriría mencionarlo como el hermano del condenado narcotraficante Javier Marulanda. Y mucho menos para hablar de Enrique Santos Calderón a nadie se le ocurriría mencionarlo como el promotor del columnista hermano del extraditado narcotraficante Beto Rentería. Tragedia que han vivido prestigiosas familias por cuenta del narcotráfico pero que nunca daría para que un historiador retratara al expresidente Mariano Ospina Pérez como el abuelo del narco protegido por la DEA Rodolfo Ospina Baraya. Entre otras cosas porque nadie escoge a sus familiares o hermanos ni decide sobre sus actividades. En cambio uno sí escoge los socios y decide con quién se enriquece como lo hizo Daniel Coronel con “el Bandi”, Cesar Villegas y con Justo Pastor Perafán.
Esas sí son alianzas y premeditadas decisiones que implican por lo menos cierta elasticidad ética. Y tratándose de la ética periodística que se pregona tanto, por lo menos existen serias confusiones. La ética periodística no solo implica escribir con rigor, con independencia y con la verdad, no solo consiste en denunciar la corrupción administrativa; también está ligada a la transparencia con que se escogen los socios y a la legalidad de los dineros con que se montan los medios de comunicación. Y Coronel fue socio de César Villegas y montó el noticiero NTC con sus dineros cuando todo el mundo sabía que era un hombre que se había enriquecido ilícitamente gracias a sus favores al Cartel de Cali y a las pistas clandestinas que autorizó al Cartel de Medellín desde su cargo en la Aeronáutica Civil. Y Coronel sí se alió o fue coequipero empresarial de Pastor Perafan por medio de su testaferro Marco Antonio Cañón en sus alianzas estratégicas con “Imagen y Sonido”, cuando todo el mundo sabía quién era Pastor Perafán y conocía sus afanes por invertir en medios de comunicación. No eran socios ilegales porque en ese momento no estaban subjudice pero no eran socios éticos porque blancos eran su productos, calientes se cocinaban y la gallinita de los huevos de oro los ponía.
Hoy lo cierto es que Coronel no me debe querer mucho después de que gracias a una investigación periódistica que hice al mejor estilo de mis épocas de reportero en Semana, que personalmente llevé a todos los medios de comunicación y ninguno quiso publicarla por no meterse con Coronel, donde demostraba la forma en que se había fraguado el pretendido tumbe a la Comisión Nacional de Televisión, tratando de imitar un pleito millonario que le habían ganado Caracol y RCN a la CNTV. Finalmente el único que se atrevió a publicar esta denuncia fue Pedro Juan Moreno en La Otra Verdad, un revista que manejaba Sixto Alfredo Pinto, y al día siguiente Coronel salió con el cuento de que se iba del país porque lo habían amenazado.
Y lo peor para NTC fue que después de que se ventilara esto a los cuatro vientos se produjo la renuncia de algunos árbitros y al final el tribunal maltrecho decidió que se le reconocieran cerca de 1.500 millones de pesos a Coronel. Pero la Junta de la CNTV acogió una propuesta mía para que le pagáramos con lo que la empresa de Coronel, NTC, ya sin Villegas, le había pagado a la Comisión sus compensaciones, con “valiosos archivos televisivos”. En una decisión sin precedentes se le devolvieron casetes de programas como “Félix de Noche” y “Siguiendo el Rastro” por el valor que ordenó el tribunal. Suficientes razones para que yo no sea santo de la devoción de Coronel pero ahora el pobre Petro es el que está pagando los platos rotos. Ah, y me perdona que no le ponga la otra L al apellido pero es que creo que esa también es una de sus mentiras.
*Periodista de SEMANA en los 80, Cambio 16 y Tiempo en España, Alternativa y Economía Colombiana en los 90. Anteriormente Comisionado de Televisión y ex-columnista de Kienyke.