La Coca y el Medio Ambiente

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La Coca y el Medio Ambiente

Por Eduardo Padilla Hernández.

La Coca y el Medio Ambiente

Abogado.  Presidente Asored Nacional de Veedurías*.

La coca y el medio ambiente son dos temas cáusticos incompatibles; sin embargo hasta este momento continúa, al respecto, un fárrago ininteligible de diferentes voces, pues este par de temas no han sido aclarados satisfactoriamente ni por organismos nacionales ni internacionales, a pesar de que muchas entidades y personalidades de gran jerarquía han hecho presencia en reuniones de alto nivel con grupos interdisciplinarios expertos en materia de coca y medio ambiente.

Cuando las autoridades competentes implementen acciones contundentes asociadas a la eliminación de los cultivos de coca, al separarse estos dos temas, de ninguna manera se pueden reconciliar; porque los insumos, utilizados en la elaboración de ese estupefaciente, generan, en forma directa, un impacto ambiental negativo en los suelos colombianos.

En sí la planta o la hoja de coca no es el problema que causa el daño irreversible al ecosistema, sino los millones de litros de carburante líquido y toneladas de insumos secos utilizados en la elaboración del alcaloide, como son: gasolina, amoniaco, ácido sulfúrico, ácido clorhídrico, acetona y permanganato de potasio, entre otros. Estos químicos han acelerado la destrucción de la riqueza natural colombiana.

Los cultivos de coca le están causando daño a las selvas nacionales: Por cada gramo de coca que se produce, desaparecen tres metros cuadrados de bosque.

La coca no sólo ha impactado al medio ambiente de ríos y parques naturales, sino, que además, se le agrega el ingrediente del conflicto armado, pues ha producido muchas víctimas: los cultivadores de coca han cobrado la vida de muchos campesinos, los cuales han muerto a causa de la explosión de minas antipersonas colocadas alrededor de los cultivos para proteger el área.

La erradicación manual del cultivo de coca es una tarea difícil, por no decir que es imposible. Lo más indicado es que esa práctica se lleve a cabo utilizando glifosato. Pero los vecinos de los cultivos de coca se oponen al uso de ese producto, alegando que es nocivo para sus cosechas.

Lo extraño es que un amplio sector de los campesinos colombianos utiliza el producto, y nada malo les ha pasado. Entonces, ¿por qué las autoridades no proceden a erradicar con glifosato? ¿O es que existe una conspiración global asociada al negocio de la coca? ¿O el Estado no quiere destinar recursos para mitigar la pobreza extrema de los campesinos en las zonas afectadas por cultivos de coca?

Mientras tanto continúan los perjuicios que los narcóticos le causan a la flora y a la fauna colombiana; además, de poner en peligro de extinción a muchas especies.
Con relación a los efectos del cultivo de la coca y de las políticas para combatirla, los que no aceptan el glifosato aducen que el remedio hace más daño que la enfermedad.

Los medios masivos de comunicación, sobre todo la televisión, hacen silencio acerca de la magnitud de la destrucción ambiental que la producción de coca y cocaína están causando en el país.

Por otro lado, los cultivos de coca se fueron convirtiendo paulatinamente en un problema social, pues las familias campesinas ubicadas en la Amazonía, Orinoquía, parte de la región Andina y el Pacífico, optaron por los cultivos de coca como fuente de los ingresos necesarios para subsistir, por la falta de presencia del Estado que no hizo nada por remediar su pobreza extrema, pues esas comunidades viven marginadas, sin gozar de servicios públicos, sin vías de comunicación adecuadas, sin instituciones educativas ni centros de salud. Es decir, carecen de un Estado que estimule su desarrollo social y económico.

Por ahí en los escritorios de las Instituciones están engavetados unos programas encaminados al desarrollo alternativo: Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), Plan Nacional de Desarrollo Alternativo (PLANTE) y el Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS). Si estos programas se llevaran a la práctica, el Estado tendría la oportunidad de beneficiar a esas comunidades con sus recursos, mientras que esas familias abandonarían los cultivos ilícitos para quedar vinculadas a la legalidad.
Alrededor de estos temas a menudo se reúnen funcionarios, personajes y organizaciones, pero no entendemos para que se reúnen, porque no pasa nada. Todo sigue igual.

¿O será que esas reuniones tienen un carácter distinto al de tratar de solucionar los problemas de los cultivos ilícitos y del medio ambiente? Porque si es así, de aquí se desprende otro tema interesante: Corrupción (una forma de obtener viáticos, de manera ilícita, para ir de paseo.

Bibliografía:
1. La coca y el alto impacto ambiental, Diana Carolina Durán Núñez, El Espectador.
2. Cómo disminuir en serio los cultivos de coca, Razón Pública, Eleonora Dávalos.
3. ¿Quién está destruyendo el ambiente? Razón Pública, Germán Andrés Quimbaya Ruíz.

Magíster en Derecho Ambiental y profesor de la materia*.

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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