Es uno de los personajes del año en Colombia por su gran desempeño al frente del Ministerio Público en defensa de los intereses del Estado y la ciudadanía
Por Sixto Alfredo Pinto
Opinión
En un año marcado por la antesala de las elecciones más complejas de la última década, el Procurador General de la Nación, Gregorio Eljach Pachecio, se ha consolidado como uno de los personajes institucionales del año, no por protagonismo político, sino por su papel constante en la vigilancia preventiva del proceso democrático y el seguimiento al orden público en las regiones.
Desde su llegada al cargo, Eljach ha asumido una postura clara frente a las elecciones de 2026: anticiparse a los riesgos. A través de pronunciamientos públicos, circulares preventivas y presencia territorial, la Procuraduría ha advertido sobre amenazas como la violencia electoral, la presión de grupos armados, la desinformación y el uso indebido de recursos públicos, insistiendo en que la transparencia del proceso no puede improvisarse a pocos meses de los comicios.
En paralelo, el jefe del Ministerio Público ha mantenido un seguimiento permanente al deterioro del orden público en varias zonas del país, con especial énfasis en regiones donde confluyen disputas armadas, economías ilegales y escenarios de alta vulnerabilidad electoral. Sus intervenciones han buscado fijar responsabilidades institucionales y activar alertas tempranas, sin sustituir funciones del Ejecutivo ni de la Fuerza Pública, pero sí marcando límites claros desde el control disciplinario y preventivo.
Eljach ha sido consistente en su discurso: defensa de la legalidad, garantías para todos los actores políticos y protección del ciudadano como eje del proceso electoral. En un contexto de polarización y desconfianza institucional, su actuación ha reposicionado a la Procuraduría como un actor clave en la arquitectura democrática del país, no desde la confrontación, sino desde la vigilancia técnica y el llamado oportuno a la responsabilidad del Estado.









