Hegel y la Paz en Colombia

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Por: Eduardo Padilla Hernández, abogado, presidente de Redvigila.

Colombia, antes de la era Gustavo Petro, nunca había tenido una oportunidad dialéctica. En hora buena la dialéctica se ha manifestado en nuestro país. Miremos estas definiciones y veremos que este planteamiento es una verdad evidente.

La dialéctica es un proceso en el que no tienen ningún asidero las separaciones cartesianas entre la mente y la materia, entre el pensamiento y la acción, entre la conciencia y la materialidad, entre la teoría y la práctica.

Significa que literalmente existen dos principios o posiciones opuestas, pero el desarrollo produce una conciliación superior sobre esa contradicción aparente.

Hay un ejemplo muy conocido de la dialéctica en El amo y el esclavo en Georg Hegel.

Las personas buscan reconocerse mutuamente, mediante el arte de dialogar y confrontar ideas usando diversas herramientas: discusión, debate, argumentación, refutación, persuasión. A la dialéctica, Petro le agregó la palabra seducir, lo cual significa, en este sentido, cautivar a través del amor a la humanidad. El que ama no destruye, no roba, no despoja, no mata, no traiciona.

¿QUÉ ES EL RAZONAMIENTO DIALÉCTICO?

Es el proceso de llegar a la verdad planteando una tesis, desarrollando una antítesis contradictoria basada en posibilidades concretas, y combinándolas en una síntesis coherente, muchas veces después de numerosas variaciones e interacciones.

Es la teoría y la técnica retórica de dialogar y discutir para descubrir la verdad mediante la exposición y confrontación de razonamientos y argumentaciones contrarios entre sí.

Es el conjunto de razonamientos y argumentaciones de un discurso o una discusión y modo de ordenarlos.

La dialéctica es la ciencia que trata de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano.

Las leyes de la dialéctica son tan aplicables al pasado, para explicarlo, como al futuro para comprenderlo y crearlo.

La dialéctica es la doctrina más valiosa sobre el desarrollo, doctrina que sirve de guía científica para la comprensión de los procesos fundamentales en la naturaleza, en la sociedad y en el conocimiento humano.

La dialéctica posee un instrumento eficaz que es el juicio. Este es la Facultad del entendimiento, por cuya virtud puede distinguirse el bien del mal y lo verdadero de lo falso.

Cada vez que se hace un descubrimiento científico trascendental, cada vez que la humanidad entra en una nueva época de la historia, la dialéctica es la encargada de modificar necesariamente la forma de ese descubrimiento o esa época.

Sabido es que la primera exposición, más o menos rigurosa, de los principios de la dialéctica, la hizo Heráclito. En consonancia con las condiciones de su tiempo, el célebre filósofo griego creó un determinado tipo histórico de dialéctica. Desde luego, en la dialéctica de Heráclito encontró su reflejo una época determinada.

El carácter limitado de dicha dialéctica no sólo dimanaba del insuficiente nivel del conocimiento científico, sino, además, del carácter de las relaciones sociales de aquel entonces. Heráclito creyó que la dialéctica había fracasado, porque los hombres de su época, en lugar de enfrentarse con la palabra, se enfrentaron mediante la guerra, pues ellos creyeron que ese era el modelo fundamental y el símbolo de la lucha de contrarios.

No se ha de olvidar que, en esa sociedad, la guerra no sólo era la forma de los choques entre los Estados, sino que era, además, un instrumento de esclavización clasista, pues los prisioneros y, en general, los vencidos, quedaban reducidos a la condición de esclavos o vasallos en su inmensa mayoría, pues aún, en tiempos de Heráclito, no había noción de derechos humanos.

Se comprende que, para él, la lucha de contrarios en la sociedad era una constante dialéctica.
En la época moderna fue Hegel quien elaboró de manera más completa la teoría de la dialéctica, en el marco del sistema idealista. Hegel puso de manifiesto los rasgos capitales de la dialéctica, mostró su carácter universal. En la filosofía de Hegel, la idea de desarrollo alcanzó, en forma lógica, profunda realización y fundamentación teórica.

Hegel observó con acierto que toda filosofía se halla contenida en las ideas de su época. Esta observación es también válida, en particular, para la filosofía del propio Hegel, reflejo de la crítica época revolucionaria de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX desde el punto de vista del burgués alemán moderado. De ello deriva la grandeza de la dialéctica de Hegel.

Hegel saludó la aurora de la renovación en Europa, pero al mismo tiempo temía la borrasca que la revolución desencadenaba.

Sin embargo, como gran dialéctico, Hegel hizo un profundo análisis lógico del problema de las contradicciones y de la lucha de contrarios. Hegel veía en las contradicciones la raíz de todo movimiento y de toda vitalidad. Pero Hegel era muy unilateral en la aplicación de la dialéctica a los fenómenos de la vida de la sociedad. Comprendiendo que este tipo de propiedad actúa como fuerza centrífuga sobre los elementos de la colectividad considerada en su conjunto. Hegel confiaba la función de fuerza centrípeta al Estado con su organización jurídica, burocrática y jerárquica.

Muchas declaraciones de Hegel permiten afirmar que veía, sobre todo, la contraposición externa, las contradicciones entre los Estados. De las declaraciones aludidas se desprende que la dialéctica equivocada radica en las guerras, que se repiten periódicamente. Ya al principio de su andadura filosófica, proclamó Hegel la tesis de que la guerra ejerce una influencia destructora, tesis que defendió a lo largo de toda su vida. Hegel enunció dicha tesis en una de sus primeras obras, consagrada al derecho natural.

Los ideólogos del imperialismo han procurado y procuran presentar a Hegel como un apologista de la paz que condena las guerras imperialistas.

La unilateralidad de su enfoque y las condiciones de la misma época, impedían a Hegel penetrar profundamente en la esencia de los fenómenos sociales, pues las contradicciones más hondas del ser social –las contradicciones de clase– no se habían revelado aún con toda su acritud, y quedaban veladas tras la lucha de estamentos, lucha que, a cada paso, se convertía en choques entre los Estados y las coaliciones de Estados. Y, tal vez, era eso lo que impedía ver que también las guerras, en último término, reflejan la colisión de los intereses de clase, a cuyos antagonismos se hallan muy estrechamente ligadas, y que, con el tiempo, las guerras quedarán excluidas de la vida de la sociedad.

Marx y Engels crearon un tipo de dialéctica completamente nuevo, la dialéctica materialista científica, generalización de los resultados proporcionados por el desarrollo de la ciencia y de las teorías sociales, por la lucha de clases en su aspecto práctico a lo largo de la historia y por los antagonismos sociales. La dialéctica, en este nuevo aspecto, se convirtió en una ciencia en el pleno sentido de la palabra.

No negamos el valor universal de muchas tesis de la dialéctica de Hegel ni tampoco de la dialéctica de Heráclito, ya que ambos pensadores captaron algunos rasgos generales del proceso objetivo del desarrollo. Con mayor motivo puede afirmarse de la dialéctica marxista. Esto no significa, como es lógico, que las épocas dejen de influir sobre el desarrollo y sobre la elaboración de la dialéctica materialista. Marx y Engels, apoyándose en la ciencia de su época, partieron del análisis de los procesos reales, de la vida de la sociedad burguesa con todas sus contradicciones.

Lenin decía que la dialéctica de la sociedad burguesa es un caso particular de dialéctica. La dialéctica elaborada por Marx en El Capital tomando como ejemplo la sociedad burguesa, tiene valor de principio para el desarrollo y la fundamentación de la dialéctica como ciencia, para comprender la dialéctica de los procesos históricos en general.

De ahí que no admitan las leyes generales en sociología, con este criterio sería imposible crear una ciencia sobre la sociedad, ni aplicar dicha ciencia en la práctica. El marxismo-leninismo parte de la unidad dialéctica de lo general y de lo particular tanto en la vida como en la ciencia. La dialéctica objetiva de la sociedad burguesa posee sus rasgos característicos. Mas ello no supone que para analizar la dialéctica de la sociedad burguesa y la dialéctica del socialismo se apliquen dos métodos distintos.

En Marx, la dialéctica del capitalismo va hasta el análisis de la lucha de clases y de las vías a seguir para aniquilar el antagonismo de clase liquidando la propiedad privada. Esta dialéctica es la de la lucha de ciases llevada hasta la dictadura del proletariado, la cual no constituye más que un instrumento para aplastar y eliminar a las clases explotadoras. Las relaciones de clase determinan todos los aspectos de la vida colectiva en la sociedad de relaciones antagónicas, la lucha de clases es la fuerza motriz de la historia, conduce inevitablemente a la dictadura del proletariado y, a través de esta dictadura, al socialismo. Marx aplicó la dialéctica al análisis de la formación y desarrollo de la sociedad futura del socialismo.

Mas entonces no existía aún la dialéctica objetiva del socialismo, y su análisis, como es natural, tenía carácter de previsión científica. El rasgo característico de la prehistoria de la sociedad humana lo constituyen, precisamente, las contradicciones antagónicas de clase, una de cuyas formas más patentes es la guerra.

Las personas que desechan el diálogo y prefieren la guerra, deberían acudir a ayuda profesional (psiquiatría), pues lo más probable es que esa perversidad que manifiestan para destruir, robar y asesinar, puede tener su origen en algún desequilibrio cognitivo muy grave. La persona que ama la guerra es posible que tenga su corazón muy dañado.

Concluyo que Colombia va por buen camino, pues el presidente Petro prefiere la dialéctica de la vida, el pacto nacional, el diálogo, pues la paz no es sólo un acuerdo entre el Estado y los grupos al margen de la ley, sino que también consiste en cerrar las llaves de la violencia, como son: Odebrecht, Ecopetrol, narcotráfico y (como es de conocimiento público) cierta rama del Poder Judicial, entre otros.

El pensamiento dialéctico-crítico será el encargado de recuperar la importancia que el futuro tiene para la comprensión del pasado y del presente, así como para la construcción de esa esperanza humana como posibilidad histórica de la realidad colombiana en sus constantes cambios y movimientos.

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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