Por: Bernardo Henao Jaramillo
Columnista de Opinión
Con el slogan de el “cambio” Petro logró, luego de varios intentos, hacerse a la Presidencia de la República de Colombia. Pero el esfuerzo y tenacidad que utilizó en la campaña para obtener el beneplácito de un gran número de compatriotas desapareció una vez llegó al poder y de su promesa de cambio lo único que ha resultado es el decrecimiento.
Para el año que viene se avizora una recesión que podría agravarse si, como lo ha propuesto el gobernante, se irrespeta la regla fiscal. De “cumplirse” ese nefasto propósito la situación caótica actual empeorará. Toda recesión conlleva reducción en la fuerza laboral y pérdida de la competitividad.
Por supuesto, el ahorro y buen manejo de los recursos públicos puede constituir una fórmula para aminorar el impacto de la recesión, pero por los ires y venires de Petro y su gobierno es improbable que suceda.
De un tiempo para acá se ha venido diciendo que la izquierda es buena para hacer oposición y campaña, pero pésima para administrar y gobernar. El mejor ejemplo de esto es, precisamente, el paso de Petro por la alcaldía de Bogotá. Y lo ratifica su presidencia.
Las cifras de cómo va la economía en Colombia confirman la precedente aseveración.
El producto interno bruto (PIB) decreció un 0,3 %, sumando ya dos trimestres en rojo y el ministro de hacienda Ricardo Bonilla solo atinó a decir que el “dato es realmente malo”; lo que es realmente malo es su gestión. Pero este año es nefasto. Revisando el indicador de seguimiento a la Economía (ISE), que publica el DANE se tiene que de enero a agosto de 2023 se confirma la afirmación. El crecimiento en enero fue del 5%, febrero 2.5%, marzo1.4%, abril -0,9 mayo 0,1, junio 1.7%, Julio 1,0 agosto 02. En la revisión de noviembre 15 los resultados son: mayo 0,2%, junio 1,8% julio 0,3% y agosto -04%
Es especialmente significativo el decrecimiento en la construcción, que a hoy tiene, aproximadamente, la mitad de los proyectos de hace un año, descenso que no sólo acarrea pérdida de empleo para las personas más necesitadas, sino que influye negativamente en diferentes áreas de la industria y el comercio. Por ello estos sectores fueron los que más cayeron según el DANE.
Y si por allá llueve respecto a las exportaciones y otros rubros no escampa. Pero no todo cae. El aumento del número de empresas que están al día de hoy en reorganización o liquidación es una realidad. Entonces, estamos al revés de lo que debería ser y vamos por mal camino.
Verdaderamente estamos en presencia de la teoría del decrecimiento que anunció la entonces Ministra de Minas Irene Vélez y respaldó el presidente porque es “clave en la lucha contra la crisis climática”, pero no lo es frente al colapso de la economía.
Ha sido un cambio completamente negativo para este desafortunado país. Y en muy poco tiempo. Lo peor es que, al arruinar la confianza de la gente, el gobierno ocasionó que el empresariado nacional deje de invertir en el país y opte por sacar el dinero o, en cualquier caso, abstenerse de impulsar nuevas iniciativas.
También decreció el estado de derecho en Colombia según World Justice Project (WJP), pues pasó del puesto 91 al 94 entre 142 países
Las arbitrariedades de Petro llevan a la Corte Constitucional a realizar control en derecho de las normas que él expide. Gracias a esto podríamos eventualmente recuperar algunos puestos.
Recientemente esa Corporación declaró inexequible la prohibición de la deducción de las regalías de la base gravable del impuesto de renta para las industrias extractivas de recursos naturales no renovables.
Y a esta decisión la precedió la caída de la emergencia económica para la Guajira.
Los ciudadanos no suelen interesarse por los temas económicos, pero son los primeros en sentir las consecuencias de los mismos. En cada visita al supermercado o la tienda adquieren menos productos por la misma suma de dinero. Y al tanquear el carro o moto sienten el impacto de los aumentos del precio de la gasolina. Tienen altas tasas de interés para sus obligaciones y ahora se enteran de que será reajustado el impuesto predial hasta en 300%.
¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Será acaso que el cambio consiste en destruir la economía y poner en vigencia un modelo como el de Venezuela o Nicaragua?
¿Tendrá Petro interés en acabar con la propiedad privada y en controlar los medios de comunicación?
¿A dónde nos llevarán los infructuosos diálogos de la Paz total? ¿Nos sorprenderá con una Constituyente para intentar perpetuarse en el poder?
Una eventual respuesta nos lleva a recordar a Stalin quien, en cierta reunión, “mandó traer una gallina, la cargó amorosamente por toda la habitación, le habló bonito, exaltó sus virtudes y belleza, se la mostró y presumió a los asistentes y repentinamente cambió su actitud con ella y la tomó del cogote y la golpeó, la desplumó y la pateó hasta casi matarla, sin importarle por un segundo las muestras de dolor emitidas por el ave. Un momento después sacó de su bolsillo unos pocos granos de maíz y se los fue aventando uno a uno a la gallina y para sorpresa de todos los presentes, la moribunda ave como pudo, desplumada y maltrecha lo persiguió por toda la habitación agradeciendo cada uno de los pocos granos de maíz que le daba el dictador, que finalmente la levantó y la abrazó y les dijo: Así se gobierna “estúpidos”, el pueblo es como la gallina.”
No debemos seguir el ejemplo de la gallina, debemos pacíficamente exigir al gobierno menos derroche, decrecer el aparato burocrático del ejecutivo, empezando por la supresión del Ministerio de la Igualdad, incentivar los sectores productivos, la inversión nacional y extranjera, no a los delincuentes, respetar la independencia de las otras Ramas del Poder Público y, en general, actuar de conformidad con la Constitución y el ordenamiento jurídico patrio. Quizás, entonces, inicie el “cambio” que prometió y cese el decrecimiento que padecemos en todos los aspectos.