Por: Ariel Peña.
El 15 de noviembre pasado el gobierno de Gustavo Petro tuvo un gran fracaso, con las movilizaciones que convocaron los partidos del Pacto Histórico y algunas organizaciones sindicales y sociales, al cumplirse 100 días de la posesión del presidente, sin embargo fue poca la alusión que los grandes medíos le hicieron a semejante fiasco, y ahora ante una convocatoria que están haciendo políticos opositores para el 14 de febrero, surge una contramarcha impulsada por el propio mandatario ese mismo día, para que la ciudadanía respalde las reformas, sin conocer los textos de dichas iniciativas, ni cómo se dará el trámite en el Congreso; quedando demostrado que el gobierno con lo del 14 de febrero busca un desquite en las calles por el papelón del 15 de noviembre, lo que se podría convertir en un aquelarre.
También es curioso que el jefe del estado, convoque para el Primero de Mayo a marchas, en cuya fecha se conmemora el sacrificio de los Mártires de Chicago ocurrido en 1886, lo que originó el Día Internacional de los trabajadores; subrayando que los Mártires seguían las enseñanzas libertarias de la Primera Internacional Obrera en el siglo XlX, en donde fueron repudiados los dogmas absolutistas de Karl Marx, que hoy en día son seguidos por la mayoría de partidos y grupos que hacen parte del Pacto Histórico, el cual gobierna a Colombia.
Las grandes movilizaciones que se han realizado en el país en las últimas décadas, han sido impulsadas por organizaciones de la Sociedad Civil, llamasen sindicatos o estructuras sociales, debido a que cuando hay convocatorias de parte de políticos para manifestaciones sin importar la fracción del espectro político a la que pertenece, desorientan a las masas las cuales tiene que ser cohesionada y no divididas, en razón a que esa situación ya ocurrió cuando el actual mandatario siendo senador en el 2020, antes de la pandemia, convocó a principios de febrero de ese año a un paro para el 24 del mes en mención y esa invitación no dio ningún resultado.
En casos como el de la Reforma a la Salud en donde hay una gran confusión para la ciudadanía, pues no se sabe lo que vaya a suceder con ese derecho fundamental a mediano plazo, ante las improvisaciones del gobierno que pretende estatizar el servicio para incrementar la clientela burocrática con la que procura eternizar su programa político; además de que dicha reforma puede ser para traer personal médico cubano y dejar desempleados a miles de colombianos de ese sector, siguiendo la receta ideológica y política del marxismo leninismo en la región.
Frente al galimatías promovido por el gobierno con sus reformas, el Sindicalismo Democrático debe seguir haciendo gala de la independencia, la autonomía y el pluralismo para no dejarse llevar por ilusiones reformistas y preparar movilizaciones autenticas populares por las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores colombianos, separándose del respaldo irrestricto que dirigentes de las centrales obreras le están dando a la agenda legislativa, social y política del actual gobierno nacional, sin saber en dónde va a terminar todo ese montón de iniciativas, que más parecen el distractor de las verdaderas angustias que sufren la gran mayoría de la población.
También es una cuestión muy sensible para el futuro de las finanzas del estado, la postura del gobierno frente a la política de hidrocarburos, que puede llevar a la gran mayoría de la población a que se le incremente la pobreza y el hambre de manera significativa, por la irresponsabilidad de funcionarios del gobierno que por su sesgo ideológico no miran las consecuencias de sus actuaciones ni de sus monsergas, sino que le dan rienda suelta a sus dogmas, creyéndose predestinados para redimir a la humanidad en un país que es poco lo que puede representar ante la comunidad internacional.
Los sindicatos dentro de su libertad, no pueden estar recibiendo orientaciones de ningún gobierno, ni mucho menos tomarlo de brújula para sus objetivos inmediatos e históricos, puesto que en las diferentes crisis sociales y económicas que han vivido las naciones, los trabajadores son los que pagan los platos rotos, como se dice coloquialmente, con el aumento del desempleo, mientras que los miembros de la burocracia del estado no se inmutan conservando sus privilegios, y ejemplos patéticos en Latinoamérica los tenemos en países que han caído en las garras de gobiernos del socialismo del siglo XXl, principalmente.
De manera que es extravagante que las organizaciones sindicales salgan a marchar a favor del gobierno el próximo 14 de febrero, por simples expectativas y promesas, que no se saben en qué terminaran, buscando principalmente la docilidad del movimiento obrero y pretendiendo que se olvide de sus legítimas reivindicaciones, por las que hay que luchar en este o en cualquier gobierno, para no convertirse en el calanchín de ninguno de ellos.