Por Bernardo Henao Jaramillo.
Columnista de Opinión
Las fiestas patrias tienen una especial significación en todos los países del mundo, en tanto conmemoran acontecimientos históricos de trascendencia nacional. Con su celebración se le da honor a la patria. En Colombia el 20 de julio se festeja el grito de independencia, fecha simbólica de nuestra libertad y por ende de vital importancia, Diana Uribe dice “Es la primera vez que nos pensamos como un posible país. Es la primera vez que nos pensamos políticamente, que tenemos una idea sobre nosotros mismos”. Para glorificarlo se estableció que en esa data se instalara el Congreso de la República a cargo del presidente, quien debe en ceremonia solemne dar inicio a la legislatura correspondiente. Sin embargo, en esta oportunidad el gobernante no solo hizo gala de una buena dosis improvisación, sino que le añadió su ya conocida narrativa populista.
Al momento de su ingreso al recinto del Capitolio se echó de menos el tradicional acompañamiento desde la Casa de Nariño al Congreso de las cúpulas de las FFMM y de la Policía. Su ausencia, Desearíamos interpretar su ausencia como una forma de protesta silenciosa pero clara por los continuos agravios e irrespetos de que les ha hecho víctimas el presidente, que no por una falta de convocatoria.
Se trataba de su primera instalación del Congreso como presidente en ejercicio. Lo mínimo que se esperaba de él es que preparara su discurso y consecuentemente llevase un escrito, como corresponde a la ocasión. Pero, no llevó informe alguno y a cambio se extendió en su consabida narrativa. Como resultado de ese actuar el acto de instalación del Congreso se asemejó a un evento de campaña, que careció de la solemnidad que merecía.
Siempre el país está por esta fecha a la expectativa del reporte del presidente sobre su año de gobierno y sus planes para el siguiente período, absoluto silencio al respecto.
Al escuchar el deshilvanado discurso con diversas citas y cifras, varias de ellas equivocadas, pudimos apreciar la soberbia y la arrogancia del mandatario. Se trata de rasgos esenciales de su personalidad que ya conocemos de sobra. También pudimos apreciar su escaso conocimiento de la situación actual que vive el país.
En cuanto a la materia del discurso tenemos que se apropió del logro del control a la inflación que pertenece a la Junta Directiva del Banco de la República. Los aumentos en el precio de la gasolina que él impuso causan descontento general y por supuesto esos incrementos si resultan afectando la canasta familiar.
La narrativa sobre la Paz Total, pilar de su gobierno, quedó completamente desvirtuada con los graves hechos de sangre que están afectando a buena parte del territorio nacional. Aún resuena en el oído de los colombianos el grito de un congresista tildándolo de mentiroso al decir que la guerra se acabó. Desde luego el conflicto sigue y la noción de guerra demuestra la ignorancia supina del gobernante, esta solo se da entre estados.
A la fecha, durante el gobierno Petro, se han producido 53 masacres con 173 víctimas, sin incluir las del 20 de julio, que se dice fueron 30 en el Caquetá, en límites con Putumayo. Las imágenes son terribles y provocan angustia y tristeza. Sus autores, el frente 1 de las Farc en su disputa por territorios cocaleros de la región. El narcotráfico se ha hecho con el control de buena parte del país.
El tema energético y la defensa del medio ambiente se concretaron a temas como la fabricación de paneles solares. E inentendible, además de inoportuna, resultó su defensa de la cuestionada ministra Irene Vélez. ¿Y qué decir del anuncio del presidente al pretender dialogar con el tirano Ortega?
Mientras no se cuente con un nuevo tratado con Nicaragua, ratificado por las partes, el presidente, se aprecia, carecerá de legitimidad para impulsar este diálogo con quien le arrebató a nuestra patria parte de sus mares y pretendió obtener aun más.
La mención a la finca de José Félix Lafaurie fue una burla grotesca de como se alimentan las vacas. Parecía invocando la canción de la casa en el aire.
El anuncio que solo llevan 30.000 hectáreas compradas de tierras productivas de los tres millones que dijo adquirirían demuestra la improvisación y falta de estructuración en proyectos que expresó eran prioritarios.
De ser cierto el anuncio de terminar los controles de precios que tanto mal le causan a la economía de Colombia, debemos señalar que es positivo liberar las tarifas de los peajes que ya le han costado al país más de 800.000 mil millones, valor indicado por el Ministro William Camargo desde que se decretó su congelamiento mediante el Decreto 050 de 2023. Un completo desastre esa medida que comprueba el manejo irresponsable de las finanzas y que han convertido a los concesionarios en acreedores del Estado. Con sobrada razón el Columnista Carlos Echavarría formula tres rigurosas preguntas: “¿Se realizará una nueva partida presupuestal, cargada al Ministerio de Transporte, para cubrir la deuda acumulada? ¿El gobierno adquirirá nueva deuda con entidades nacionales o internacionales para pagarle a los concesionarios? ¿Esa deuda adquirida por el congelamiento del precio de los peajes, tiene previsto el pago de intereses por mora?”. Esperemos conocer sus respuestas.
En fin, lo único rescatable fue permanecer en el recinto escuchando la respuesta de la oposición que propiamente no tuvo el trato de réplica porque de haberlo sido, le han debido conceder el mismo largo tiempo de la intervención presidencial en la instalación.