Por Rafael Nieto Loaiza.
Contrario a lo sostenido por la izquierda, la economía que recibe Petro marcha por muy buen camino. El PIB creció el 12,6% en el segundo trimestre de 2022. Entre enero y junio de este año, 11 de los 12 sectores económicos medidos por el DANE mostraron crecimiento respecto al 2021. Para el semestre el crecimiento es de 10,6%, el mismo del consolidado del 2021. El resultado es que el tamaño de economía ya se recuperó totalmente de la caída por la pandemia. Más aún, este segundo trimestre la economía fue un 11,3% más grande en comparación con el mismo trimestre de 2019. En virtud de ese acelerado ritmo de crecimiento, en mayo Colombia había recuperado el empleo perdido durante la pandemia aunque se prevé que para fines del año esté aún en el orden del 11%.
De nuevo contrario a lo que se dice desde la izquierda, no es un fenómeno de rebote normal post pandemia ni es lo que ocurre en el resto del globo. De hecho, es un comportamiento excepcional, de lejos el mejor entre todos los países del mundo que hasta ahora han hecho públicas sus cifras macroeconómicas. Por ahora, la economía colombiana crece más del doble que el promedio global y las previsiones son similares para el resto del año.
El excepcional comportamiento de la economía colombiana tiene tres explicaciones principales: por un lado, el consumo de los hogares, que muestra un crecimiento del 13,4 % en lo que va de 2022; por el otro, la inversión que ha crecido por encima del PIB y en marzo se ubicó en 19,7%; finalmente los buenos precios de las materias primas de exportación más importantes del país. El precio promedio del barril de petróleo de los últimos tres meses ha sido de 106,8 dólares para el brent, de referencia para Colombia, mientras que en 2021 fue de 70,7 y en el 2020 de 42. El carbón, por su parte, segundo producto de exportación, ha alcanzado precios históricos y sobre el mineral hay un apetito global disparado después de la invasión rusa a Ucrania. El níquel también ha tenido un comportamiento sobresaliente.
El déficit fiscal de este año será de 5,6% del PIB y la deuda del Gobierno Nacional Central será del 56,5%, muy cerca de la meta definida en la Regla Fiscal (55% del PIB) y casi diez puntos y medio por debajo de lo que se proyectaba apenas hace un año. Esos avances, no sobra resaltarlo, se deben precisamente al extraordinario crecimiento de la economía en el último año y medio.
No todos son mieles, sin embargo. La inflación es el peor de los nubarrones. Entre enero y junio de 2022 fue de 7,09% y el resultado anual fue el máximo histórico en 22 años, alcanzando el 9,67 %. Sin embargo, aunque hay factores locales como el impacto de los paros y bloqueos en los alimentos, en este caso sí estamos enfrente de un fenómeno global. En la zona euro fue de 8,9% y en Estados Unidos alcanzó un 9,1%, la más alta en cuatro décadas.
El punto es que para atajar la inflación el Banco de la República, siguiendo la tendencia de casi todos los bancos centrales, está aumentando la tasa de interés de manera acelerada y hoy ya llega al 9%.
La consecuencia será el encarecimiento del crédito. Y entre eso y el impacto de la inflación se afectará el que ha sido precisamente el motor principal del crecimiento, el consumo de los hogares.
Ese es el panorama que se encuentran Petro y Ocampo. Lo malo es que las decisiones y mensajes que están enviando son malos y pueden impactar de manera muy negativa la economía.
Por un lado, castigan la inversión nacional e internacional. Por el otro, al sector extractivo, en especial el petróleo y el carbón. Es decir, le pegan a los otros dos motores principales económicos además del gasto de los hogares que, ya lo dije, se afectará por la acción combinada de aumento de la inflación y de las tasas de interés.
El mensaje de Petro y su ignorante Ministra de Minas ha sido el del marchitamiento paulatino del sector petrolero y carbonero nacional. Una insensatez desde donde se le mire. No aprovecha la bonanza de precios, va en contravía de la tendencia global de mayor consumo, asegura que perdamos la autosuficiencia energética y castiga de manera severa la principal fuente de ingresos en moneda extranjera y los mayores aportantes de ingresos fiscales de la nación y, vía regalías, de las regiones.
El resultado es que, aunque Ecopetrol ha tenido el resultado semestral más extraordinario de su historia, con utilidades de 17 billones de pesos, más que en todo el 2021, desde el triunfo de Petro la acción de la compañía se ha desvalorizado de manera sustantiva y no da muestras de que pueda recuperarse.
A su vez la anunciada reforma tributaria se cierne como una tormenta sobre la economía. De ser aprobada como se presentó, frenará de manera brutal el crecimiento de la economía y la generación de empleo, castigará severamente a los hogares más pobres y a los 480 mil tenderos del país vía el incremento de precios de alimentos azucarados y ultraprocesados y de los impuestos a los plásticos, el ahorro de los hogares y la inversión por la doble tributación y los impuestos a los dividendos y al patrimonio, y al sector minero energético con los impuestos extraordinarios a las exportaciones de petróleo, oro y carbón e impedir la deducción de las regalías.