Por: Eduardo Padilla Hernández.
Abogado, presidente Asociación Colombiana de Veedurías (ASO-RED).
1. El mito de King Kong, el rey de los simios, creado por una versión cinematográfica, significa una sóla cosa: el miedo. Resulta que los nativos de la Isla de las calaveras, por miedo al dios gorila, ellos no hacían nada malo para no enojar al simio, al que frecuentemente le ofrecían la mujer más bella de la tribu. Pero un día llegó a la isla un aventurero, acompañado por un grupo de cazadores, el cual capturó a King Kong, lo metió en una jaula, lo subió al barco y se lo llevó para la ciudad. Con la ausencia del dios simio, los nativos de la Isla de las Calaveras, que ya no le temían a ningún dios, iniciaron una vida sin integridad hasta degenerarse por completo. Estos nativos no eran buenos por la moral, sino por el miedo.
2. Cuando los Vikingos Invadieron Francia en el 845, derrotaron con facilidad a todas las tropas que les envió el rey Luis III.
Como el ejército del rey tenía una ventaja de 10 a 1, entre los francos corrió el mito de que los vikingos no conocían el miedo, pero los franceses, sí.
3. El miedo hizo que 150 mil egipcios agotaran sus vidas arrastrando piedras de 12 toneladas por el Sahara, para construir la Gran Pirámide. ¿quién se los ordenaba? Un Faraón, sus ministros y dos arquitectos. No más de 14 personas.
4. El miedo hizo que padres entregaran a sus hijas para ser quemadas por brujas, o a sus hijos para ser sacrificados en un altar, o en las trincheras de Verdún.
5. A veces hubo gente que no se sometió: En el año 1000 un grupo de jóvenes de la Isla de Bora Bora se cansó de los sacrificios humanos que habían convertido el paraíso en un infierno. -Si no les gusta, váyanse, desadaptados-, les dijeron riendo. ¿A dónde iban a ir? Pues cargaron un barco con comida y animales y se hicieron a la mar. -Los van a matar las tormentas, los tiburones, la sed-, les gritaron. Pero ellos navegaron 22 días sin saber a dónde iban, hasta encontrar unas islas deshabitadas a las que llamaron Hawái. Antes de bajar se prometieron que nunca más habría sacrificios, que, si alguien quería honrar a un Dios, que lo haga con flores y oraciones.
6. En el departamento de Córdoba, los nativos del Valle del Sinú les temen a los dioses de la corrupción. ¿Quiénes son ellos? Tengan calma que yo me apresuro a decirles los nombres de estas deidades del inframundo, como dice Dante en su Divina Comedia.
Hades, Perséfone, Caronte y Cerbero, son ángeles inocentes comparados con los dioses del infierno sinuano, los cuales operan mediante una diabólica coalición integrada por Besaile, Manzur, Pinedo, Benítez, Amín, Calle, Barguil, Jattin y Zuleta (este debe ser familia de Poncho, dios del averno vallenato, el cual canta una canción que dice: “Vivan los paracos, nojoda”).
Estos dioses del Orco sinuano, para poder robar fomentan el miedo; el miedo conduce a la obediencia, a la esclavitud, a la servidumbre, que es un destino mucho peor que morir en batalla. Estos habitantes del Hades acostumbraron a la muchedumbre a adorar a un jefe, con el fin de arrebatarle la soberanía al pueblo.
Una manera de revolcar la corrupción es volver a las tertulias, para discutir todos los temas que nos conciernen en asamblea. Este ejercicio nos da conocimiento de autonomía, para lograr que cada uno de nosotros seamos conscientes, para conseguir que nuestras mujeres, nuestros hijos, nuestros padres sean libres.
Hace 6 mil años los manipuladores descubrieron que el miedo servía para esclavizar a las personas, y comenzaron a fomentarlo. Ni siquiera debía ser un miedo a algo tangible, es más, mejor que no lo fuese.
Antes servía el miedo a un demonio, a un dios vengativo o a un universo perverso, pero ahora el miedo se ha vuelto una herramienta poderosa al servicio de los corruptos, para manipular.
Los corruptos usan la política para engañar, no para servir; usan el militarismo para reprimir, no para cuidar al ciudadano; usan la economía para empobrecer a los pueblos y enriquecer a los poderosos; usan la religión para que el pueblo se sienta culpable de pecado y le tenga miedo a un diablo que no existe.
Yo siempre he denunciado sin miedo a los corruptos. Por eso le digo al pueblo: ¡Nunca tengas miedo, de nada, ni de nadie! Avanza siempre hacia el conocimiento, hacia la libertad. Oseas, capítulo 4, verso 6, dice: “El pueblo que no tenga conocimiento, será destruido por los corruptos”.