Con bombos y platillos anuncian lo que todo el mundo sabe. ¡Digan algo que uno no sepa!
Por ejemplo, dicen que, en cinco décadas, las poblaciones de Sincelejo, Corozal y Sampués, al igual que las subregiones de Montes de María, Golfo de Morrosquillo, y parte de la sabana de Córdoba, podrían quedar sin el recurso hídrico.
“Las conclusiones” que dan a conocer doctores y magísteres en Hidrociencias, están contenidas en un estudio prospectivo desde la experticia (la noción de experticia se emplea para aludir a la combinación de experiencia y pericia. Quien tiene experticia en una materia, por lo tanto, cuenta con conocimientos derivados de una práctica extendida en el tiempo y con habilidad para el desarrollo de determinadas acciones) científica de docentes.
En desarrollo del famoso plan hallaron que uno de los escenarios críticos en el territorio es que, además de existir una tendencia de disminución de las lluvias, encontraron que más del 80 % de los aguaceros que se precipitan en dos o tres zonas de Sucre y Córdoba, se pierden por escorrentías y van directamente a ciénagas o al mar.
También ponen de presente el estudio que el acuífero se encuentra amenazado, ya que sus áreas de media, baja y muy baja infiltración representan más del 90% del territorio y este funciona como abastecimiento de agua para gran parte de los municipios de la subregión Sabanas, incluida la capital, Sincelejo y sabanas de Córdoba.
El sorprendente aporte está en coherencia con las acciones que se orientan desde la “alta dirección” de la institución en el sentido de aplicar la ciencia en los distintos contextos de la sociedad, con el objetivo de plantear diagnósticos y SOLUCIONES a los grandes problemas de las regiones. ¿Cuáles soluciones?
¿POR QUÉ NO HABLAN DEL MONOCULTIVO Y DE LA GANADERÍA EXTENSIVA?
El monocultivo y la ganadería extensiva, dos campos implantados por el capitalismo ignorante y codicioso, son el origen de impactos ambientales terribles.
El capital es malo o bueno, depende de quién lo maneja.
Para que el capital cumpla una excelente función hay que despojarlo de la codicia y ponerlo al servicio de la humanidad. Esto no se ha realizado porque la inteligencia ha sido tratada con hostilidad, rechazo y menosprecio.
El uso intensivo de la tierra mediante los monocultivos acentúa los efectos negativos del cambio climático, al favorecer la degradación de los suelos.
Esta práctica es incompatible con el entorno social, cultural y ambiental de las áreas rurales, porque, además, abrazó el paradigma de la agricultura industrial, basada en agroquímicos y plaguicidas, para satisfacer la codicia del mercado.
Para ejercer el monocultivo y la ganadería extensiva es necesario sacrificar inmensas extensiones de bosque, lo cual reduce la producción de oxígeno en nuestro planeta.
Antes de 1492, o sea, antes de la invasión europea, la sabiduría ancestral Zenú estaba en armonía con la naturaleza.
Los espacios agrícolas eran diseñados para la vida y la felicidad de acuerdo al uso de la biodiversidad local, delineados con más de 80 especies vegetales agrupados en 7 categorías: hortalizas, frutales, protectoras, productoras, medicinales, energéticas y ornamentales.
Todas las plantas se disponían espacialmente con el fin de aprovechar la mayor radiación solar posible para la producción de biomasa y la generación de servicios ambientales básicos.
Estos sistemas además de ser altamente resilientes a cambios de temperatura, inundaciones, sequías y penetración de cuña salina, garantizaban la seguridad alimentaria de la familia y la comunidad, contribuyendo sustancialmente al aumento de los ingresos familiares.
Este sistema generaba, en las comunidades zenúes, otras importantes externalidades como la disminución de la violencia intrafamiliar, mayor equidad de género y generacional, la conservación de los recursos comunes, la ausencia de flujo de contaminantes agrícolas hacia los ecosistemas naturales, la seguridad y soberanía alimentaria regional y cambios sustanciales entre las relaciones tribales.
La sociedad sucreña y cordobesa debería iniciar una búsqueda permanente de la memoria Zenú, además de medidas de adaptabilidad y resiliencia al cambio climático e incorporar nuevas tecnologías en armonía con los agroecosistemas, todo esto con el ánimo de aumentar su capacidad productiva sin causar impactos negativos a los medios naturales, para hacer una combinación prodigiosa dentro de la incorporación de esas nuevas tecnologías.
Se ha ignorado o soslayado el papel de la cultura Zenú que interactuó con el universo natural por cerca de 7 mil años.
Las pocas comunidades zenúes que habitan en áreas de Sucre y Córdoba no sólo no participan mayormente (no son aliados) en la conservación de la biodiversidad, sino que el 80% sufren altos grados de marginación social.
¿Dónde están los “académicos” investigando estas soluciones?
En este caso específico, la sátira no consiste en una socarronería fútil, sino en espolear el caballo de la exploración.