Transcurría el año de 1999 y desde hacia varios meses estaba esperando con impaciencia la nueva película del director norteamericano Stanley Kubrick “Eyes Wide Shut” (Ojos bien cerrados), la cual era anunciada por los grandes medios de ese entonces. He sido cineasta desde adolescente y hoy me considero cinéfilo. Para mí el séptimo arte es una forma de conocer el mundo, la literatura, la fotografía, las ideas creativas y maravillosas de algunos directores, enfocados especialmente en la psicología y el comportamiento de los seres humanos, cuyas características al ser interpretadas por los actores de reparto, de alguna manera reflejan el inconsciente colectivo de los asistentes a las salas de cine o de los televidentes de todo el planeta.
Cada director tiene su estilo propio y original, por eso al plasmar sus ideas, sensaciones, emociones y secretos en sus obras cinematográficas, construyen un “espejo” en donde en el silencioso y oscuro recinto de las salas de proyección, nos podemos ver muchas veces tal y como somos, sin tener que usar las máscaras sociales y las estrategias de interacción y comunicación cotidianas. Definitivamente el cine es una de las herramientas más liberadoras y poderosas para el conocimiento propio, la evolución de la cultura y la consciencia humana.
Desde esa orilla las películas de Stanley Kubrick llamaban mi atención y despertaban una gran curiosidad por conocer el otro lado de la realidad. En primer lugar la “Naranja mecánica” (A Clockwork Orange) estrenada en 1971 y protagonizada por Malcom McDowell como Alex DeLarge, un extraño personaje de mente criminal y violenta que se somete a una reprogramación mental para cambiar su comportamiento. Tiempo después en 1980, este director de obras maestras logró mover muchos de mis resortes inconscientes, con la aterradora cinta “El resplandor” (The Shining) con el polifacético actor Jack Nicholson que interpretaba al escritor Jack Torrance, quien con su esposa Wendy y su pequeño hijo Danny, son contratados para cuidar durante la época de invierno el misterioso hotel Overloock en las colinas de Colorado. Allí poco a poco los fantasmas del lugar percibidos por las facultades extrasensoriales de Danny, se irán apoderando de la alcohólica mente de Torrance hasta enloquecerlo. El argumento está basado en la novela de Stephen King, de ahí su toque magistral hacia el terror subconsciente.
La última película de Kubrick fue quizá la más misteriosa y polémica de sus obras: “Ojos bien cerrados”, basada en la novela Traumnovelle (Relato soñado) del austríaco Arthur Schitzler y protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, una pareja de esposos aparentemente estable y feliz pero contagiada de dudas, resentimiento y celos, que terminan sumergiéndose en misteriosos rituales de magia roja sexual y ceremonias secretas de iniciación, hasta verse involucrados en una organización oculta cuyos miembros eran personas de mucho poder político y económico.
Algunas fuentes afirman, que el tema denunciaba las actividades de los oscuros grupos que dominan al mundo en muchas áreas conocidos como “Los Iluminati”. Al parecer la actriz Nicole Kidman fue advertida por el propio Kubrick de un complot que amenazaba la vida de ambos, por parte de estos grupos. Extrañamente Stanley Kubrick quien tenía sensaciones paranoicas y angustiantes por la posibilidad de ser envenenado, murió el 7 de Marzo de 1999 a los 70 años de un infarto al miocardio, antes de terminar la película y de su estreno mundial.
Este film puede ser la punta del iceberg para descubrir la verdad oculta del poder mundial, que desde las sombras gobiernan el planeta a través de sectas esotéricas, rituales mágicos y ancestrales, para de esta forma controlar nuestro destino. Al parecer la tenebrosa secta de Los Iluminati está vinculada de muchas maneras con el no menos famoso Club Bilderberg, uno de los grupos a nivel internacional más influyentes en la dominación política, económica y social.
El Club Bilderberg
Entonces, ¿cuál es el origen de esta enigmática sociedad conocida como el Club Bilderberg? En 1954 muchos de los personajes más influyentes y poderosos del mundo, se reunieron por primera vez bajo el auspicio de la familia real de Holanda y la familia Rockefeller en el lujoso Hotel Bilderberg, en la pequeña población de Ooesterbeck (Países Bajos). Durante un fin de semana debatieron sobre el futuro del mundo y al terminar las sesiones, decidieron reunirse anualmente con el fin de intercambiar ideas y analizar diversos temas de índole internacional.
Entre los miembros actuales de este selecto club se encuentran Bill Clinton, Paul Wolfowitz, Henry Kissinger, David Rockefeller, Angela Merkel, Jacques Chirac, Donald Rumsfeld, Tony Blair y George Soros, además de muchos otros jefes de gobierno, empresarios, banqueros y periodistas, así como también los directores de la CIA, el FBI y la Mossad, secretarios generales de la OTAN, senadores y congresistas, entre muchos otros.
Ustedes se preguntarán, ¿quiénes son los que realmente manejan los hilos del mundo y cuál es su papel dentro de la realidad cada vez más globalizada y esclavizada por el materialismo e incluso por el surgimiento de corrientes espirituales? En la construcción de un Nuevo Orden Mundial, se han creado varias organizaciones secretas entre ellas el Club Bilderberg, que con mecanismos de propaganda y desinformación logran obnubilar a la opinión pública, distorsionando su entendimiento; de ahí que son un grupo ultra exclusivo reservado para los más poderosos hombres y mujeres.
Desde el Génesis, pasando por las civilizaciones egipcias y griegas, la humanidad se ha desarrollado en contextos construidos a partir de mitos y leyendas, con el fin de resguardar una verdad que de ser comprendida muchos de los intereses económicos, militares, políticos y religiosos se vendrían a pique. Por eso los Bilderberg son una versión actualizada de los estamentos de poder durante la Edad Media estructurada en tres escalones jerárquicos: en la cima se asentaba el rey feudal que recibía el poder directamente de Dios, seguido por la nobleza guerrera y los señores feudales, después el clero y finalmente los trabajadores, artesanos, sirvientes y campesinos. Como decía Nicholas Murray Butler, profesor de filosofía de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Paz en 1931: “El mundo se divide en tres categorías de gentes: un pequeño número que hace que los acontecimientos se produzcan; un grupo un poco más numeroso que vigila su ejecución y que observa para que se cumplan y, finalmente, una amplia mayoría que no sabe jamás lo que ha sucedido en realidad”.
Por esta razón, el Club Bilderberg no pasa desapercibido precisamente por su inmenso y extenso poder. Unos los acusan de controlar los gobiernos occidentales a su capricho e intereses financieros, llamándolos irónicamente “los guardianes del mundo” y los responsabilizan de todos los acontecimientos importantes de la historia actual como las dos guerreas mundiales, los asesinatos de John F. Kennedy y de Gandhi, al igual que los ataques del 11 de septiembre. Para otros son judíos sionistas y para otros un grupo de neonazis. La Iglesia Católica los critica duramente, culpabilizándolos de la desintegración familiar y de la defensa del aborto, pues muchos de ellos obtienen beneficios económicos ilimitados como propietarios de los imperios farmacéuticos que trabajan para esos fines. Los más apocalípticos les atribuyen una conspiración planetaria que pretende acabar con la superpoblación al afirmar que no hay recursos naturales suficientes, para toda la demanda alimenticia de la Tierra.
¿Qué quiere lograr el Club Bilderberg?
El objetivo del Club Bilderberg es buscar más poder y control del que ya tienen, para dominar al mundo y desde sus intereses personales influir en los gobiernos de todas las naciones, a través de una élite de pensadores estratégicos. Todo este plan se gestó desde finales de la Segunda Guerra Mundial, evento que marcó un punto de inflexión en las relaciones internacionales globales, pues los países aliados y la Unión Soviética se repartieron el mundo, configurando un nuevo mapa territorial dividido en dos grandes ideologías: el capitalismo y el comunismo. Los estrategas europeos y americanos se percataron del ocaso de Hitler, a quien por otro lado habían alzado al poder y fue entonces cuando la élite bancaria, los legisladores internacionales y la monarquía, comenzaron a reunirse para definir las tácticas necesarias que impidieran al comunismo contagiar al resto del mundo e imponer su status quo.
Joseph Retinger fue el ideólogo y promotor del Club Bilderberg, un asesor de asuntos internacionales y lobista de origen judío-polaco, fundador del Movimiento Europeo, antecesor de la Unión Europea, quien en 1952 le pidió́ a su amigo el Príncipe Bernardo de Holanda, padre de la actual reina Beatriz, que le ayudara a organizar una conferencia secreta que involucrará a los líderes de la OTAN en un debate abierto y franco sobre cuestiones internacionales con otros líderes mundiales. El Príncipe estaba estrechamente relacionado con los altos grupos financieros y políticos occidentales como hombre fuerte de la Casa de Orange-Nassau, a la que pertenece la familia real de Holanda (titular de una de las mayores fortunas del planeta) y en la que entró a formar parte al casarse con la princesa Juliana.
Bernardo acogió́ la propuesta con enorme entusiasmo pues debatir sobre el presente, y diseñar el futuro de Europa y América y después del mundo entero, era un proyecto ambicioso. Para este nuevo propósito, Retinger contactó a sus amigos americanos más conocidos, entre ellos David Rockefeller, el embajador William Averrell Harriman y el director de la Agencia Central de Información (CIA), el general Walter Bedell Smith. La CIA continua estrechamente ligada con la organización Bilderberg y desde entonces ha custodiado eficazmente tanto el secreto de su existencia como sus objetivos y la seguridad de sus integrantes.
A un nivel interno, el círculo que compone el Club Bilderberg se le conoce como “El Comité de Sabios” integrado por cuatro iniciados de la corriente Iluminati – Masónica y se desconocen los hombres que lo conforman a excepción de David Rockefeller. Los Sabios nombraron en 1954 a los primeros miembros del Comité́ Directivo y han seguido seleccionándolos a lo largo de los años. Mientras que el círculo externo está compuesto por los invitados eventuales y afiliados permanentes. A los asistentes ocasionales se les conoce con el sobrenombre de “inocentes”, ya que, trabajan en pro de metas que desconocen y que previamente han fijado los iniciados. Es importante distinguir a los miembros activos de los invitados ocasionales, pues estos últimos suelen acudir para ofrecer una conferencia sobre su especialidad o sus experiencias en diversos campos, e ignoran que hay un grupo más pequeño impenetrable que discute los temas internacionales trascendentales.
Por otra parte, los acuerdos durante las reuniones de los Bilderberg se basan en el principio del consenso. No hay votaciones o dictámenes formales; todos tienen que estar de acuerdo a la hora de suscribir una determinada acción y pueden hablar con libertad, pues los asistentes convienen previamente en guardar fielmente el secreto de los discursos y medidas adoptadas, tanto así, que muchos creen que estas discusiones se materializan después en políticas internacionales o nacionales. El éxito de Bilderberg se debe a que nadie molesta a nadie, pues todos saben las intimidades y secretos más complejos de cada miembro, además de cada movimiento financiero, afectivo y personal; también no se juzga ni se critica, haciendo énfasis en escuchar las diferentes posturas que resultan útiles.
Nadie puede solicitar ser admitido en el club, tampoco es posible la autoinvitación. Debido a las posibilidades que brinda estar en Bilderberg y relacionarse con el tipo de gente que participa en las conferencias, muchas entidades y personalidades han ofrecido dinero por asistir, pero han sido rechazadas. Para participar hay que recibir una invitación formal que llega sin previo aviso. Hasta la fecha no han sido invitados o aceptados a sus reuniones ningún latinoamericano, asiático y persona de Medio Oriente, salvo contadas excepciones. Estas excepciones son cada vez más comunes, por lo que vienen asistiendo polacos, turcos, palestinos, eslovacos, iraníes, israelitas, entre otros.
Este año el Club Bilderberg se reunió del 7 al 10 de junio en Turín, Italia. Entre la novedad de sus invitados estuvieron los directivos de Facebook, los presidentes de las corporaciones petroleras como Shell y British Petroleum, el presidente del Foro Económico Mundial de Davos, el director de la UNESCO, los CEO de medios de comunicación globales como The Washington Post, The Wall Street Journal y The Economist y por primera vez en 66 años fue invitado el Secretario del Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin.
La agenda secreta del Club Bilderberg
Los temas de la agenda abarcaron desde el populismo en Europa hasta los desafíos globales de la inequidad, el futuro del trabajo frente a la robotización, la inteligencia artificial, el libre comercio, el rol de Rusia como una creciente amenaza en el orden liberal, la computación cuántica basada en el binarismo de unos y ceros, y el mundo en la era de la “posverdad” donde casi el 90% de la población se informa a través de redes sociales, sitios web, portales alternativos y blogs. Como siempre todo se llevó a cabo con la mayor discreción y las conclusiones no fueron conocidas por la población global.
Finalmente, los Bilderberg se defienden de las acusaciones de prácticas del oscurantismo y esotéricas, al afirmar que no son “un club secreto, sino discreto”, simplemente un foro de reflexión. La realidad siempre superará a la ficción, es fundamental un despertar de la consciencia hacia posibilidades que van más allá de lo aparente. Profundizar, indagar y cuestionar los acontecimientos que diariamente suceden a nuestro alrededor, seria un buen inicio. Nada es por casualidad.
Después de terminar este artículo y mientras medito en toda la nueva información que debo asimilar, me recorre un escalofrió de los pies a la cabeza al vislumbrar que quizá nunca he sido un ser autónomo, pues cuando las instituciones y leyes que rigen mis derechos naturales están direccionadas por una especie de “gobierno por encima de los gobiernos” y además está integrada por un selecto y misterioso grupo de estrategas que tan sólo representan el 1% de la población, no puedo dejar de inquietarme ante esta sobrecogedora posibilidad.
Por: Armando Martí