!PENSILVANIA! cumple el 155° aniversario, con tal motivo, nuestro colaborador, Mario Arias Gómez, preparó una nota laudatoria, como homenaje a la hidalga ‘Perla del Oriente de Caldas’.
Homenaje al que se suma, gustosa
¡ A PENSILVANIA! (Tercera parte)
Otros pensilvenses ilustres: el irrepetible, Darío Ramírez Hoyos (médico) -gran mecenas de los paisanos en Bogotá-; Cándido y Mauro Mejía y esposa, Elena Aristizábal e hijos (Jaime+, Rosalva+ Gustavo, Marino+, Héctor, Dora, Betty, Arturo, Diego, María Elena, Inés y Humberto); Abel Vélez, del matrimonio con Emilia Henao, fueron sus hijos: Gilma, Bianor, Heriberto, Esneda, Virgilio, Nubia, Armida, Ofir, Silvio, Rodrigo y Rocío, y con Martha Isaza fueron: Fernando, Álvaro y Hugo; Miguel Ángel Vélez (hijos: Cielo, Dora, Fanny, Jairo); los excongresistas, Alfonso Hoyos (senior y junior); Samuel Alzate; Néstor Jiménez; Eloy Duque; Antonio Aristizábal (Mi Ranchito) y su linda esposa, Sofía Hoyos e hijos (Otto, Hugo, Guillermo, Dolly, Antonio, Armando y Carmenza); Fortunato, Arturo, Gonzalo Zuluaga;
Eugenio y Alfonso Henao; Eliodoro Vargas; Carlos Hoyos (Bar Italia); Millo, Uriel (Bolivia) y Benjamín Franco; Toto Vásquez; Ramón E. Valencia y esposa Edith e hijos (Jaime Alberto, Alva Edith, Luz Marina, Carlos Augusto, Guillermo León, Adriana del Pilar); Eduardo Ocampo; Baldomero y Lix Mario y Zuluaga y esposa Clara e hijos (Rubí, Jaime, Ligia, Rodrigo Conrado William, Luz Estela y Amanda Inés); Dominguito García e hijo Pedro Nel; Aristides Betancurt; Luis Botero; Marita Urrea ‘pureza’; Carlos Alberto y Misael Arias Aristizábal; Félix, Libardo, Fabio Hoyos; Lázaro Betancur; Ananías Cardona; el Mono Vázquez; Chucho Idárraga; Natalio Betancur; mi vecino, Francisco (‘Pacho’) Ramírez y esposa Carmen Emilia Toro e hijos (Berto, Gilma, Elsy, Darío, Ramón Oscar, Duván, Dinora, Ligia, Pedro Nel (exmagistrado) y Clara Elena.
Santiago y Berto Gómez; Oliverio, Gonzalo y Luis Ramírez, Fidenciano Ospina, Honorio Giraldo; Luis Chócolo. Eduardo Cortés; Gabriel Higuera; Gonzalo Henao; Chucho Gómez; Ismael Betancurt; Raimundo Cardona; Misael y Helio Aristizábal; Gerardo, Joaquín, Julio, Misael, Samuel, Arnoldo, Elías Arias; Carlos Gómez; Rubelio y Rubén Darío Valencia; Ancízar Ramírez; Daniel, ‘Toñito’, Elías, Santiago Gonzáles, Luis Aristizábal; Joaquín Pamplona; Víctor Arias, Mario Jaramillo, Ovidio García (Arboleda), Albino y David Toro; Chucho Gómez, Urbano López, Manuel Montoya; Fernando Ospina; Luciano Arias; Jaime López; Alonso Ramírez Rodrigo Higuera.
Estas las aristocráticas, atractivas, elegantes damas -con rostro de luna-, la mayoría de embriagadora belleza, dulce sonrisa, que adornaban balcones, ventanas, calles, el parque en las retretas vespertinas amenizadas por la ‘Banda de Música’, dirigida por Daniel Cortés:
Estella, Karina, Ofelia, Lucila y Fanny Escobar; Amanda y Aceneth Ramírez; Aura y Lola Salazar; Beatriz Mejía; Nelly Maya; Rosalva, Betty Mejía y todas sus hermanas, Nora, Mery, Inés y Adela Hoyos; Ruby y Ligia Zuluaga; Carmen Emilia Gallo; Edith Gómez, Argemira Mejía de Arango; Elisa, Raquel, Marta, Inés Salazar Giraldo; Inés y Josefina Aristizábal; Nydia, Alicia, Sofía, Cecilia, Inés, Lucía, Margarita, Amanda Cardona; Aurora Rada; Norma Jiménez de Arias; las bellas hijas de Pablo Hernández -Clara, Esther, Bertha (madre de la destacada y hermosa, María Doreyde); Lilia, hija de Samuel Alzate; Esneda, Nubia, Armida, Rocío Vélez; Sola y Miryan, Mary, Mery, Esperanza, Socorro, Morelia, Mariela, Martha Lucía, Gloria Arias (‘jarabitas’); Matilde Salazar; Fabiola y Ofelia Ocampo; Blanca Zuluaga; Esther Navarro; Josefina y Lía Henao; Melva y Fanny Aristizábal; Consuelo y Lucy Cortés; Gilma, Soffy y Lucy Higuera; Delicia, Margoth y Sofía Gómez; Lola Flórez; Melva y Noelia Hoyos; Aracely y Fanny Ramírez; Lucy y Rosalva Restrepo (nietas de Isabelita Escobar); Consuelo; Anita, Diana, Irma (´La monita’), Olga Ramírez.
Permítanme apartarme del hilo conductor, para sumarme a la fundada molestia de la defraudada, enfadada sociedad, con la esperpéntica, maléfica, anónima lechuza, Alicia Aldana, forastera que no correspondió, valoró la afable, cortés hospitalidad brindada por ¡PENSILVANIA!, a la malagradecida harpía, en mora de liar sus bártulos y marcharse de la cosmopolita ciudad, cuya antiquísima tradición religiosa fue injuriada, al impetrar el silenciamiento del campanario -traído por los colonizadores- y el reloj de la iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores, cuya construcción arrancó en 1878, y su icónico reloj, instalado en 1906, enmudecido, luego de 56 años por el fatídico terremoto del 30 de julio de 1962, que lo paralizó a las 3:20 p.m., en el que fallecieron: Rita Quintero, Inés Franco, Josefina González; causando graves, irreparables daños a la torre del reloj, al campanario y al órgano tubular importado de Ambato (Ecuador), por el dinámico, Jesús Buitrago (coadjutor).
Silenciamiento impetrado mediante tutela -concedida entre las 9 p.m. a 7 a.m.-, lo que le valió que 3.632 indignados paisanos -firmas recogidas en pocas horas- la declararan -tácitamente- ‘persona non grata’. Campanas que desde hace 59 años (escasos), no han parado de sonar.
Mientras garrapateo -gustoso- desde mi añeja, idílica y presuntuosa atalaya, esta vehemente, vertiginosa, vivaz reminiscencia, atropellan mi mente las chispeantes vivencias del inquieto niño -que alguna vez fui y suelo ser aún-, unidas a las experiencias -de alto voltaje- de la adolescencia, en la que todo parecía luminoso, difuminadas en el recuerdo, y que a este modesto, candoroso escriba, le abrieron los castos ojos, cuando absorto, vagaba -libre como un pájaro- por las empinadas calles, escudriñando los embrujados, recónditos, reservados, secretos laberintos del barroco, churrigueresco, onírico terruño, iluminado por bucólicas lunas y líricos soles mañaneros, que con las auroras nacían en Piamonte, para ir a morir -trocados en crepúsculos- detrás de Morrón, en los calcinantes confines de La Dorada.
Cerros tutelares de la patria chica, musical refugio que nos llenó el alma de saudades exquisitas, abanicado por helados vientos -que calaban los huesos-, que veloces bajaban de las blancas, escarpadas crestas montañosas -donde las palomas asombradas miraban el azul del cielo-, que conforman la corona -adornada de ilimitados verdes- que enmarcan, la pequeña, pastoril metrópoli, donde descubrimos, descorrimos la misteriosa cortina de la existencia.
Abrasador, cálido, inmemorial nido, cultivado educativamente -con la puntualidad de un reloj suizo- por los Hermanos de La Salle: Martín, Claudio, Gonzalo (Carepalo), Estanislao Ruiz -Natilla-, autor del ‘Himno a Pensilvania’.
Bogotá, D. C. 01 de enero de 2021