Por: Eduardo Padilla Hernández, abogado, profesor de derecho ambiental.
Gustavo Carrión, director de Ordenamiento Territorial y Coordinador del Sistema Nacional Ambiental (SINA) del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, anunció que el pasado 2 de octubre se abrieron oficialmente los procesos para la elección de directores de corporaciones autónomas regionales de Desarrollo Sostenible y miembros del Concejo Directivo de las 33 corporaciones del país.
El rector de la política ambiental, como primera autoridad de la Nación, es el Presidente de la República Gustavo Petro Urrego.
La Ley 99 de 1993 establece la manera de cómo están conformadas las corporaciones autónomas que son las que, en los territorios, representan la autoridad del Presidente y el arbitrio del Ministro del Medio Ambiente.
Pero si el actual Gobierno no cambia la ola de corruptos que existe en la mayoría de las corporaciones autónomas, la cual convirtió en negocio el tema ambiental, entonces no habrá ninguna transformación.
Antes de escoger a los nuevos directores, el Gobierno Nacional debe cambiar a los representantes, tanto del Presidente como del Ministro.
Si esto se deja como está, la política ambiental se queda en manos de la corrupción.
De acuerdo a las noticias, en todo el país la corrupción ha socavado la esfera ambiental, pero sólo miremos con el rabillo del ojo dos terribles casos que no sólo ha generado enfermedades, sino que además ya han cobrado varias vidas:
1. La comunidad de Loma Grande, zona rural de Montería, Córdoba, denuncia que un relleno sanitario está generando contaminación en las cuencas hídricas.
Dicen que ya hay varios muertos a causa de la disposición de basuras en este lugar.
2. El extenso catálogo de incumplimientos por parte Veolia, demuestra la presunta confabulación de todos los actores en contra de los intereses y patrimonio económico y ambiental de Montería, cada uno dentro de su jurisdicción y competencia, como son: la Interventoría Consulcor, los alcaldes de esa ciudad, la Contraloría Municipal de Montería y la CAR-CVS.
Recordemos que uno de los autores intelectuales de ese desastre ambiental, que convirtió el río Sinú en una cloaca, fue el exalcalde Carlos Correa Scaff, el cual, en lugar de ser procesado por la justicia, ocurrió todo lo contrario, pues la administración Duque lo premió con el cargo de ministro del Medio Ambiente.
Así es la corrupción: paradójica, absurda, perversa, criminal.
Durante dos siglos el espíritu de corrupción le hizo creer a la sociedad colombiana que lo malo es bueno y lo bueno es malo.
Afortunadamente un sector muy grande del pueblo comenzó a desarmar la trampa de la infamia.
Pero ya empezamos a comprender que los malos tienen disciplina; y los buenos, anarquía, un antivalor que hay que cortar de un tajo.
La prudencia nos asegura que es necesario o la única manera de terminar en definitiva con esta situación dada.
Después de 100 años de individualismo, ya estamos aprendiendo a trabajar en equipo.
Al fin tenemos un coordinador de agenda (Petro).
Hay que recibir sus pautas y multiplicarlas, si queremos liberarnos del velo de anarquía que maquiavélicamente nos pusieron en los ojos.
A las Corporaciones Autónomas Regionales se les atribuye autoridad ambiental; son las encargadas de la ejecución de las políticas y planes del Ministerio, que además de máxima autoridad ambiental en las regiones, se les confiere autonomía administrativa y FINANCIERA.
El concepto AUTONOMÍA FINANCIERA es como árbol de mangos maduros: atrae bandadas de cotorras (grupo de aves, que actúan de modo homogéneo mientras vuelan o se alimentan y acaban con el presupuesto frutal).
Por todas estas razones, comparto la agenda de Gustavo Carrión e invito a la ciudadanía, entre ellos, campesinos, indígenas, afros, raizales, palenqueros, a que se vinculen y ejerzan la participación ciudadana y a las veedurías, para hacer vigilancia y seguimiento en los procesos socioambientales, iniciando con las convocatorias para la elección de directores y miembros del Concejo Directivo de las 33 corporaciones autónomas regionales del país.
