El secuestro: “En eso estamos…”

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Por: José Félix Lafaurie Rivera.

Como era de esperarse, no ha sido fácil el quinto ciclo de negociaciones con el ELN, porque el país está atento a exigir que los resultados respondan a las expectativas, convirtiendo esta ronda en decisiva, pues no podrá concluir sin una respuesta satisfactoria sobre el secuestro.

El ELN debe entender que esa “respuesta satisfactoria” es el anuncio de la liberación de secuestrados y el abandono de ese delito, no solo porque transgrede la línea roja trazada por la delegación gubernamental, sino porque el secuestro, sin importar el eufemismo con que se disfrace, está proscrito en el DIH, incorporado al Acuerdo de Cese al Fuego al que se obligaron; porque es un delito de lesa humanidad condenado en el Estatuto de Roma, y porque –la razón de las razones– es un delito abominable que golpea al pueblo colombiano.

Millones de compatriotas marcharon contra el secuestro en 2008, y lo harán nuevamente; y no se trata de una amenaza extorsiva, ni mía, ni de la delegación ni del Gobierno; sino de la exigencia de un pueblo hastiado de frustraciones, al que hoy acompañan la Procuraduría y la Defensoría, reclamando también resultados en sendas cartas al jefe de la delegación y hoy alto consejero para la Paz, Otty Patiño. Se trata, en últimas, de un clamor al que el ELN no puede hacer oídos sordos, pues de ello dependen la credibilidad del proceso y su continuidad.

De ahí que la postura de la delegación sea unánime e inalterable frente al secuestro, y que este ciclo tenga el peso de lo decisivo. “En eso estamos”, a pesar de los esfuerzos del ELN por justificarlo en la Mesa y, desde afuera: “El ELN no hace secuestros…”, exacerbando el rechazo social. La racionalidad debe volver a la Mesa, y el camino es admitir que el secuestro es un error histórico y un obstáculo hacia delante en las negociaciones.

Hoy, con Otty como alto consejero, se perciben nuevos lineamientos. Frente al secuestro fue tajante el día de su posesión: “Una persona retenida contra su voluntad por atender algún beneficio económico…, es un secuestrado, punto”.

Hay dos pronunciamientos, sin embargo, que considero fundamentales por su capacidad para darle un giro muy positivo a las negociaciones. El primero, que “La paz hoy en Colombia es territorial o no es”; y el segundo, que “No podemos tener una política de paz distinta para cada actor, sino una sola política…”, y a manera de combinación de las dos, que “hay que mirar más territorios, que actores”.

Este reconocimiento de que Colombia es regionalmente diversa hasta en la combinación de sus violencias, y que las soluciones deben atender a esa realidad diferenciada en los territorios, es de un realismo pragmático que me permite pensar en mejores momentos para la negociación y para una paz posible.

Ahora, una última reflexión: quienes vivimos en democracia y apreciamos la libertad, comprendemos que, por encima de la delegación y del gobierno, es la sociedad la que rechaza el secuestro.

Quienes vivimos en democracia y no “imponemos” por la fuerza de las armas o de las dictaduras, sino que “persuadimos” con diálogo, argumentos y respeto a la diferencia, esperamos persuadir al ELN para que comprenda que el secuestro no es un camino hacia la paz.

Por estos días he releído el Acuerdo de “Puerta del Cielo”, bautizado así por el monasterio donde se firmó, en Maguncia, Alemania, en 1998, ¡hace 25 años!, y he pensado que, con el ELN, parece que el tiempo pasa…, pero nada pasa.

Colombia clama por que, finalmente, algo pase y nos acerquemos a la paz. Esperamos que el ELN lo comprenda.

@jflafaurie

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Jose Felix Lafaurie
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