¡Que los compre quienes no los conozcan!

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  La Colombia desigual cumple hoy la cita con la democracia de papel que la caracteriza, en la que sus cándidos herederos, vota las consultas de las coaliciones concertadas, como por el nuevo Congreso, en medio de los conflictos, las diferencias que en vez de la campaña armonizarlas, moderarlas las agigantó exponencialmente.

La presente columna se ocupa de la mala llamada ‘Coalición de la Esperanza’, que resultó excluyente, en la que la que erradamente tenía puestos mi entusiasmo, complacencia.

Convocada, estimulada, moderada por Humberto De la Calle, sopesado dirigente ante quien no dejo de quitarme la boina, tampoco me canso de apreciar, valorar su bonhomía, de considerar un halo de luz en medio de la oscuridad, cuyas indudables, innegables, habituales: agudeza intelectual, madurez, pausado temple, sentido común, valor, son prenda para mí de garantía. Hombre de bien en el ámbito de la res pública y privada. Ecuánime Político -con mayúscula-, capaz de mirar de frente, de escudriñar, con cabeza fría el difícil momento; de llamar -con cantarina fluidez- las cosas por su nombre, de interpretar, liderar, representar el que parecía un histórico, telúrico movimiento -moral y cultural- de cambio.

Adalid, con verdadera talla presidencial, que dio fehaciente prueba -una vez más- de incesante altruismo, generosidad, desinterés, desprendimiento -tan escasos hoy-al declinar -resignado-, su erigido, racional sueño presidencial, a efecto de viabilizar la esquiva unidad, bajo la égida y en pro siempre de la perenne, sempiterna grandeza de la patria, agregándole nuevo lustre a su personalidad, tradición como jurista, y fundamentalmente a su añosa, curtida solvencia ética.

Coalición infiltrada por Íngrid Betancourt, ángel exterminador, arrogante, soberbio remedo de Juana de Arco criolla, quien al irrumpir en escena, lo hizo al lado del prestigioso, creíble De la Calle, como fiel de la balanza, componedora, llegó para ganar tiempo, mientras recuperaba la ‘personería’ de Oxígeno Verde, ‘partidito de garaje’, que al vaivén de su catedralicio, erizante, subalterno egoísmo, de desprecio hacia los compatriotas de a pie, camufló arteramente su recóndito, ególatra, inviable apetito de figuración protagónica.

Patético caso de arrebato sicopático, sin paliativos, que la llenó a traicionar a sus engatusados pares, al airear, ventilar mediáticamente en público, de manera inapropiada, los trapitos al sol de los coaligados de ayer, en vez de plantear discreta, internamente las diferencias, los infundados reclamos como correspondía, dinamitando, resquebrajando irreparablemente la confianza, la aparente, adolescente unidad, pegada -en su caso- con babas

Suicida, disociador dislate, que provocó descomunal forado al acuerdo, alianza, convenio -qué se yo-, allegado, pretextando en forma descomedida, irrespetuosa, soez, una inconducta del austero, destacado, Alejandro Gaviria, incriminado de haber incumplido lo pactado, quien le devolvió atenciones, enrostrándole esta contundente, irrebatible verdad: ‘Lo suyo es hipocresía y oportunismo puros’.

Insaciable, ingrata, cuyo talante se evidenció en la cinematográfica ‘operación Jaque’, en que el ejército recuperó los 15 rehenes de las FARC -entre ellos, a la desagradecida, fría, triste meretriz, para el lapidado, traicionado exesposo, Juan Carlos Lecompte, que cargó su pesada imagen por toda Colombia.

Arpía, que luego de dos ultimátums, sacó su oculta carta, en la que dio cuenta de su acariciado, añorado anhelo: “Seré candidata independiente a la Presidencia por el partido Verde Oxígeno. Una agrupación que no hace concesiones en la lucha frente a la maquinaria porque aquí no puede haber zonas grises”. El mal ejemplo cunde.

Acción plagiada por el insufrible, Juan Manuel Galán, hechura del clientelismo, quien explotó -al máximo- el sentimiento que despertó el aleve asesinato de su padre. Sin autoridad moral, le exigió explicaciones al exgobernador, Carlos Amaya por un presunto clientelismo e intercambio de favores entre la Alcaldía de Bogotá y la Gobernación de Boyacá, sin explicar las suyas y las de sus hermanos, Carlos Fernando y Claudio y su tío Augusto. Polarizar no es el mejor camino para corregir, enmendar, remediar los desacuerdos.

Nos han dicho siempre que a los Galán todo se les debe, hasta yo mismo (Amaya) les debo explicaciones, pero creo que llegó el momento en esta campaña, de que por fin ellos le den explicaciones a Colombia”, especialmente, por su compulsivo nepotismo, los dinerales que solventaron la ensombrecida, hipermillonaria ‘Fundación familiar’. Caja de Pandora que, traerá más de una sorpresa.

Jorge Enrique Robledo, del partido Dignidad, aseguró: “si yo gano la consulta, Gaviria no tiene que respaldarme, no aspiro a su respaldo, Si él ganara no lo respaldaré. En la política hay que ser serios y coherentes”. Réplica de Gaviria: “Si desde ahora empiezan a controlarle sus reuniones privadas, ‘estamos jodidos’”.

Bogotá, D.C., 13 de marzo de 2022

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mario arias gómez
mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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