En la primera etapa (2014-2017) el objetivo fue el diagnóstico de las condiciones de la bahía de Cartagena y el impacto de la contaminación en la salud y la economía; la segunda fase (2018-2021), quizá la mejor valorada por la mayoría de los actores, fue la de transferencia de conocimiento entre la ciencia moderna y los saberes tradicionales de los pobladores, para lo cual fue creado el diplomado de Gobernanza Ambiental de Bahía y Zonas Marinas.
La idea era transferir a las comunidades, con lenguaje sencillo, todo el conocimiento que tenemos sobre la situación de la bahía, para que se empoderaran de la información y pudieran ser agentes generadores de cambio en estos lugares, transmitir los hallazgos científicos a su gente. Fueron sesenta personas las que participaron en el diplomado, cuarenta de ellas pertenecientes a las ocho poblaciones mencionadas, y las otras veinte del sector público y privado.
La clave para el éxito del diplomado fue que los habitantes de las islas y poblaciones que mantienen contacto directo con la bahía se sintieron involucrados en el tema, porque por primera vez los estaban buscando para formar parte de las soluciones.
La tercera fase contempla el desarrollo de alertas tempranas para actuar con eficacia y en equipo ante el derrame de sustancias o aumento de temperaturas.
Existe especial interés en la protección del arrecife de Varadero, situado al lado del canal de Bocachica, punto de ingreso y salida de los barcos cargueros.
Pese a recibir la contaminación que llega del canal del Dique y miles de toneladas de residuos industriales, estos corales sobreviven y son motivo de estudio para los científicos debido a su inusual resistencia. El arrecife fue descubierto en 2013, y ya está incluido en el listado de riqueza natural de la Nación.
En 2018 fue catalogado por la ONG internacional Mission Blue como ‘hope spot’ o punto de esperanza para la salud y conservación de los océanos y considerado como núcleo del proyecto de recuperación de la bahía de Cartagena que lidera el Ministerio del Medio Ambiente de Colombia.
Uno de los primeros pasos para la anhelada intervención del Estado ha sido la creación del Comité Intersectorial para el Manejo de la bahía de Cartagena, en el que por primera vez y gracias al proyecto BASIC, figuran miembros de las comunidades pesqueras y turísticas.
Este ha sido el primer intento nacional por unir hidrología, oceanografía, ciencia ambiental, economía y salud pública, para buscar un diagnóstico de los efectos de la contaminación en la pesca, las enfermedades y el turismo.
Se trata de una coalición entre la ciencia interdisciplinaria al servicio de los ecosistemas y las comunidades en busca de entregar información relevante a los actores sociales.
Los estudios ejecutados por el proyecto BASIC demostraron que la aparición de algunas enfermedades en los habitantes de las comunidades de influencia de la bahía de Cartagena está relacionada con la contaminación de las aguas, lo mismo que con la deficiente infraestructura de saneamiento básico, debido a la falta de acueducto y alcantarillado.
Durante la primera fase, el 66,4% de los entrevistados reportó al menos un caso de fiebre y diarrea al año, pero no es lo más grave.
Las muestras de sangre de un grupo significativo de personas, examinadas por la Universidad de Cartagena, arrojaron presencia de metales pesados como mercurio, cromo, plomo y cadmio en niveles que sobrepasan los estándares internacionales. Esto como consecuencia de la contaminación presente en los tejidos y órganos de varias especies de peces, como pargo, barbudo y cojinúa, y también en los sedimentos.
BASIC ha contribuido a la toma de conciencia de una situación en la que todos los actores tenemos responsabilidad.
La visión de la población aledaña es distinta a la del portuario, a la del industrial y a la del turista, por tener una relación espiritual con el mar y la tierra.
Los pescadores tienen claro que no pueden continuar con el uso de la dinamita para pescar, ni trabajar con mallas de ojo pequeño.
Ellos prefieren que aumente la talla de los peces, para que los alevinos puedan crecer y madurar, como parte esencial de su aporte.
Cartagena es portuaria, turística, industrial, militar, negra, blanca y no le cabe un puerto más, no hay espacio para otro edificio en Bocagrande.
Ahora la sociedad cartagenera y el Estado deben encauzar sus esfuerzos hacía la naturaleza si quieren recuperar la bahía.
El canal del Dique, que arrastra las aguas del río Magdalena, sigue siendo la mayor fuente de contaminación de la bahía de Cartagena (aporta por lo menos 8 millones de toneladas anuales de sedimentos y otros agentes contaminantes), lo que provoca turbidez, acumulación de materiales pesados, bacterias y deficiencia de oxígeno, con repercusiones para los peces, ecosistemas marinos y la salud humana. El 6% de los sedimentos totales del río, que es el principal cuerpo de agua de Colombia, lo deposita en la bahía.
Sobre la presencia de bacterias como coliformes fecales y enterococos, los niveles no son aptos para la natación en las playas de Castillogrande y Punta Arena, lo que afecta al turismo y, en consecuencia, a la economía local. La recomendación es implementar un programa de monitoreo semanal para prevenir a los bañistas sobre la calidad del agua.
Ya está en funcionamiento el ‘Observatorio de la bahía de Cartagena’, una plataforma digital a la que cualquier usuario puede ingresar mediante el link http//bahiacartagena.omega.eafit.edu.co/ para enterarse en tiempo real de las condiciones del agua, y en la que las autoridades pueden llenarse de insumos para tomar decisiones preventivas.
Ya está contemplada la cuarta fase del proyecto BASIC, cuyo objetivo será extender el sistema de monitoreo y alertas tempranas hacia las áreas marinas protegidas y la zona norte de Cartagena, en un trabajo compartido, donde todos tienen que ponerse la camiseta para salvar la bahía.
Fuentes: Voces Climáticas, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá, LatinClima, Centro Científico Tropical, Claves 21, Alianza Clima y Fundación Futuro Latinoamericano.