Por: Eduardo Padilla Hernández, abogado profesor de derecho ambiental.
A raíz del secuestro del industrial y ganadero Salín Haddad García, ocurrido el pasado primero de octubre a 8 kilómetros de Montería, en su finca Alejandría, en el corregimiento de Guateque, algunas fuentes le atribuyen este hecho a las Autodefensas Unidas de Colombia y creen que se trata del renacer de este delito en Córdoba, lo cual podría significar una advertencia con la que se da a conocer la resurrección de las AUC en este departamento, como un rechazo violento al gobierno de Gustavo Petro.
Hasta el momento de escribir esta columna había silencio absoluto de los captores de Haddad García, quien es un adminstrador de empresas muy apreciado en la región.
Es posible que se esté repitiendo la historia de los 80 cuando fue secuestrado su padre, el médico cirujano Oscar Haddad Lois, en su finca del alto Sinú, en Valencia, Córdoba, cuando se originó ese flagelo social que desarticuló toda la estructura agrícola y ganadera, por la agresión del secuestro y la extorsión que padecieron los industriales del campo cordobés de esa época.
El secuestro en Colombia ha sido un fenómeno de proporciones gigantescas. Y en el departamento de Córdoba, la falta de control por parte del gobierno, la falta de credibilidad en sus acciones y anuncios, la corrupción y la ineficiencia han hecho de la actual administración un régimen débil. Los payasos del gobierno departamental se dedicaron a saquear las arcas del departamento, no a gobernar con seriedad y respeto, ni a proteger la vida y honra de los ciudadanos.
Por su parte, los secuestradores no parecen seres humanos, sino monstruos sin espíritus. Se caracterizan por su frialdad, alta peligrosidad, insensibilidad, agresividad, egocentrismo, indiferencia afectiva y la manifestación de conductas antisociales.
Esos seres abominables no tienen en cuenta las consecuencias sociales, sicológicas, económicas, culturales y aún religiosas de la madre, la esposa, los hermanos y los hijos de la víctima.
Cuando ocurre un secuestro, la actividad diaria y la vida familiar se desorganizan. Aparecen dificultades para dormir, para concentrarse, para comer.
Las causas más comunes del secuestro son la retaliación, la política o el dinero, sobre todo este último, el cual se encuentra generalmente en las raíces de todo crimen.
Las consecuencias que deja un secuestro son el miedo, el sufrimiento familiar, dolor, luto y trauma psicológico, entre otras.
En efecto, además de poner en peligro el más preciado de los derechos humanos, el derecho a la vida y de atentar contra el derecho a la libertad y a la dignidad del hombre, el secuestro vulnera otros derechos fundamentales, como son el derecho a la seguridad, el derecho a la familia y el derecho a la intimidad.
Los fusiles que permanecen al margen de la ley están guardados, pero el gobierno obligará a las nuevas Autodefensas sinuanas a entregarlos, pues, al respecto, el presidente Petro dijo que no permitirá armas fuera del Estado.
Las bandas multicrimen tienen tres objetivos bien definidos: Destruir, robar y matar; pero el mandatario de los colombianos posee una munición aún más excelente: La franqueza, el liderazgo, pero sobre todo el conocimiento, cosa que no tienen los malhechores.
Si el presidente tuvo la valentía de pararse en la raya ante las Naciones Unidas y decir lo que nunca se había dicho, entonces con toda certeza podrá solucionar los problemas de los colombianos.
Su propósito no es gastarse la plata de los contribuyentes en viajes a Marte, ni fomentando el odio y la guerra. El camino lo tiene claro: La reforma agraria, para iniciar, adelantar y consolidar la agricultura, la producción y la industria nacional, todo esto unido al banco Agrario, al Sena y a la universidad, porque lo que ha faltado es conocimiento y producción a gran escala, para el consumo interno y para la exportación. Este proyecto hace parte de la paz total.
LA NUEVA INTELIGENCIA MILITAR
Tenemos una mala experiencia con la inteligencia militar de pasados gobiernos que era manipulada para chuzar a la oposición.
Pero la nueva inteligencia militar ya está adelantando operaciones oficiales, tareas que llevan adelante ciertas unidades específicas de las fuerzas armadas para recoger información sobre ese enemigo (actual o potencial), para saber cómo están operando las bandas multicrimen.
Dichos datos permiten la planificación de las eventuales operaciones militares que están llevando a cabo.
Su nueva misión va encaminada a elaborar, proyectar, emitir planes, políticas de Inteligencia y Contrainteligencia Militar para el Ejército Nacional, en cumplimiento del régimen constitucional y legal, a fin de prevenir y combatir amenazas actuales y potenciales.
La cosa apenas empieza. O sea que tenemos la esperanza de que pronto serán descubiertos todos los horrores de la guerra, incluyendo el secuestro.
El Código Penal Colombiano en el artículo 168 define al secuestro simple como el que, con propósitos distintos a los previstos en este artículo, arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una persona, incurrirá en prisión de doce (12) a veinte (20) años y multa de seiscientos (600) a mil (1000) salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Los miembros de las bandas multicrimen se quedaron rezagados en la alianza obsoleta: “Mataos los unos a los otros”. Los convoco para que se conviertan al Nuevo Pacto: “Amaos los unos a los otros”.