Cumpleaños de Tania Otero Arroyo, una luchadora por la vida

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Por: Eduardo Padilla Hernández.

Hoy siento una alegría especial por estar un año más al lado mi esposa, una mujer encantadora, bella, un ser humano increíble.

Tengo toda la suerte del mundo por compartir mi tiempo con una mujer tan generosa como ella.
Aspiro que la vida continúe sonriendo en nuestro hogar.

No todos los momentos de la vida son color de rosa, pues a veces discutimos, pero yo siempre estaré enamorado de ella, por ser la mujer de mis sueños, la mujer de mi vida, la reina de mi corazón.

Ella es la persona que siempre deseé tenerla a mi lado. Es un privilegio compartir mi tiempo ella.

Deseo que este día y el resto de su vida estén colmados de mucha paz y alegría. Le doy mi amor eterno como el mayor regalo para esta fecha tan importante.

Le doy gracias por todo lo bueno que me hace vivir a su lado y por ser tan paciente y buena persona conmigo.

Cuando la conocí supe que era el fin de mi búsqueda, pues al saber que existe alguien como ella, ¿qué más podría buscar?

Hoy celebramos juntos un año más de su hermosa vida, dando gracias a Dios por estar juntos y poder disfrutar de tan maravillosa compañía.

En este gran día quiero regalarle lo mejor de mí, mis sentimientos sinceros, mi alegría de compartir con ella todos los momentos, la paz que siento a descansar junto a ella.

El hecho ser algo demasiado bueno compartir mi vida con ella, dar y recibir un mundo colmado de cosas lindas hace que yo sea un hombre afortunado.

Le doy gracias a ella por ser tan especial conmigo.

En el día de su cumpleaños declaro activadas todas las bendiciones en todas las áreas de su vida y le regalo estos dos poemas engarzados en el hilo de oro de la divinidad:

TRIGUEÑITA

Para Tania Margareth

Trigueñita de cuerpo donairoso,
encarnación feliz de la poesía,
es media noche en tu cabello hermoso,
pero en tus ojos amanece el día.

Es tu boca derroche escandaloso
de fragancia, dulzura y lozanía
y en tu risa triunfal, canto asombroso,
nunca fue tan alegre la alegría.

Puso Dios en tu carne temblorosa
el dorado matiz de los trigales.
Mas interrumpo, trigueñita hermosa,

de tu belleza el cántico discreto,
pues no caben tus encantos ideales
en los 14 versos del soneto.

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